Tras la propuesta de alterar su descanso en el Panteón de Marinos Ilustres ahora el Ayuntamiento de Puerto Real, redactado por Urbanismo que lo fundamenta, al más puro estilo «Colau», en hechos históricos incorrectos contados subjetivamente, dictando sentencia que insta a la propiedad, de la que fue su casa, ha obligado a retirar a costa del contribuyente, claro, la placa que el Municipio le concedió en noviembre de 1952 que no contiene mención alguna a la Guerra Civil. Crear una Historia subjetiva poco rigurosas no parece que pueda promover una 'Memoria' sana.
La Transición culminó con una Constitución democrática, ofreciéndonos una oportunidad de oro para una convivencia en armonía. Así lo entendieron quienes, en vida, aún tenían responsabilidades en sucesos de años atrás a los que la Amnistía les vino de perla. Fue oportunidad de oro para dejar la Historia a los historiadores y mirar al futuro en vez de enfangar el pasado.
Don Juan tuvo «buena fortuna» frente a la muerte. Así sería en 1895 con ocasión del naufragio, sin supervivientes, del Reina Regente del que se salvaría al ser comisionado forzoso a otro barco.
En abril de 1931, cuando unos resultados parciales municipales llevaron al cambio de régimen era, por nombramiento reciente de la monarquía, Jefe de Estado Mayor de la Armada, dimitiendo el 19 de junio. Esta decisión le salvaría del fatal destino reservado a su sucesor, Vicealmirante Salas González que, junto con su segundo, contralmirante Cervera Valderrama, serían ejecutados en Torrejón de Ardoz, sin más «sentencia» que la orden de sacas de la Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.
Ante esta dimisión, el ministro Casares Quiroga intentaría retenerle usa ndo tópicos: «… Don Juan sabemos que usted es monárquico y católico, que ideológicamente nunca estará con nosotros, pero también que es usted un caballero, y las personas así las necesitamos, pues tenemos una república sin republicanos; muchos de estos solo saben de demagogia». El 18 de agosto sería designado, forzoso, Jefe del Departamento Marítimo de Cartagena.
Casi cinco años más tarde, los tópicos ideológicos se desatarían con el Gobierno del Frente Popular salido de las también discutibles elecciones del 16 de febrero. La Diputación Permanente del Congreso promulgaría un «Decreto-Ley de Amnistía» para políticos encausados y condenados por el golpe de octubre de 1934, provocando un levantamiento generalizado de presos comunes esperando igual trato. Especial relevancia tuvo el motín de Cartagena, incendio incluido junto al Arsenal Naval lo que obligó al Almirante a controlar la situación.
En agradecimiento, el gobierno municipal elevó propuesta de su cese al Central, que la hizo suya y el 3 de marzo fue destituido, quedando sin destino en Puerto Real junto con su secretario-ayudante, el Capitán de Corbeta Pascual Cervera. Ambos salvarían así sus vidas, pues es más que probable que ambos hubieran corrido el destino reservado a sus compañeros ametrallados indefensos en la mar en el España 3 y en el Río Sil. La «buena fortuna» jugó nuevamente a su favor.
El 18 de julio de 1936, ¿se encontraba Don Juan en un alzamiento militar? Ese día se casó en la Parroquia de San Sebastián, una hija suya. Fácil es comprender que fuese ajeno a toda conspiración, de la que también fue ajena la Armada.
Finalizada la ceremonia vivió el incendio de la Iglesia, dándoles tiempo justo para salvar las Sagradas Formas y algunas imágenes. En su casa, por la noche, se personarían los incendiarios con intenciones poco amistosas. El Almirante salió a la calle a reprocharles su actitud y su «buena fortuna» decidiría, esta vez, con la ayuda de los familiares y amigos que había en la casa y de un vecino que gritó en la calle: «a Don Juan no se le toca». Quien así decía era el que repartía agua del aljibe de su casa a los que las preocupaciones políticas del Ayuntamiento habían dejado sin suministro.
Dejemos que nos resuma él la situación. «…El 18 de julio de 1936, atacan mi casa de Puerto Real; muere en el Cuartel de la Montaña mi sobrino Pascual Cervera Sicre cuyos restos no se encontraron; asesinan en Guadalajara al marido de su hermana Ana María, encinta de su octavo hijo, …».
Destaca el caso de su primo Luis: «…tenía 64 años; no servía al Estado y trabajaba para el industrial Horacio Echevarrieta…» «Su personalidad católica presumía la tragedia… tras pasar por la Modelo encontraría la muerte en Torrejón de Ardoz…» «…detuvieron a toda la familia y su mujer, las hijas y los pequeños, sufrieron los horrores de una esclavitud…». Don Horacio, republicano confeso, consiguió darles amparo, los tuvo en su casa y pudo sacarlos a Marsella, desde donde pasaron a Puerto Real.
Con este panorama las vidas de Don Juan y familia carecían de valor por el simple hecho de profesar una determinada religión. Sostener «lealtad» a la República estaba así vetado. El 15 de octubre de 1936 aceptaría incorporarse en Salamanca a la Armada sublevada en calidad de su máximo responsable. Habiendo sangre de por medio y encarcelamientos de mujeres y niños ¿quedaba alguna salida digna para preservar la vida?
La II República acumuló muchos errores, entre los que cabe resaltar la mayor persecución religiosa de la Historia, que condujeron a un enfrentamiento que supuso vidas, dolor, frustración y fracaso. Por respeto a este sufrimiento debería dejarse a los enfrentados entonces descansar en paz concentrando nuestros esfuerzos en evitar, por todos los medios, que los resentimientos del pasado enturbien el futuro de nuestros hijos y nietos.
Don Juan fue un hombre sencillo. Cuando presentó su dimisión en agosto de 1939, Franco le dijo que pidiese lo que quisiese, a lo que respondió: «yo solo quiero retirarme a Puerto Real, cuidar mis gallinas y preparar mi alma para entregársela a Dios». Quien fue capaz de decir esto, no tenía entre sus ambiciones los ensalzamientos. Durante trece años que duró todavía su vida, se dedicó a lo que dijo y a ayudar a quienes lo pasaban mal. Tengo el privilegio de conversar con la persona que mensualmente liquidaba en el comercio local, con dinero que le daba el Almirante, los vales de consumo que expedía; a él le dedico este artículo.
Guillermo Cervera Govantes