Carta al Parlamento

Señorías:

No tengo la sensación de orfandad que sienten otros. Creo que el presidente Rajoy tiene buena voluntad y que, a la larga, sus medidas serán eficaces. El Gobierno resolverá el problema sin tocar para nada los privilegios de los, en gran medida, causantes del desastre. Los desvalidos (dependientes) y los ancianos son de los más castigados. No más recortes en sanidad ni educación ni investigación. De seguir así, quienes habrán pagado los platos rotos son quienes han sufrido las consecuencias de los desaguisados que otros han causado; es decir, las víctimas. Todo ello muestra la falta de sensibilidad de los partidos hacia las demandas sociales.

Suprimir miles de consejeros y asesores: 20.000 que cuestan 1.000 millones al año. Los aconsejados no quieren gente que les pueda crear inquietudes ni hacer sombra y los consejeros quieren guardar su puesto por eso éstos dirán siempre amén a aquellos. Hay dos tipos de personas que tienen necesidad de expertos y consejeros, el falsificador y el ignorante, y de imagen y estilista los que no tienen gusto. El Senado, hasta ahora, no ha servido para nada pero como lo quieren salvar, empiezan a buscarle una función para el futuro. Deben de suprimir un buen número de diputados y las diputaciones, miles de coches oficiales y todos los consejos territoriales. A las autonomías también hay que aplicarles la ley de transparencia. Según todas las encuestas, el partido que se atreva a meter mano a las autonomías ganará votos. Pongan coto al desmadre europeo. La mayoría de los diputados europeos no hacen nada a no ser cobrar, levantar la mano cuando se lo ordena su jefe de filas, y viajar de aquí para allá y de allá para aquí. Sobra vulgaridad universitaria y faltan universidades y universitarios excelentes. Es decir, tienen que reducir gastos y para ello necesitan adelgazar el Estado y la Administración.

Los bancos, necesarios en un sistema económico como el nuestro y saneados con el dinero de todos, se han convertido en administradores de nuestras vidas y haciendas; no podemos hacer más que hacer lo que nos piden y aguantar el trago amargo. De momento, y a pesar de la publicidad que están haciendo que tal vez pudiera calificarse de engañosa, sólo sirven al dinero. Los trabajadores y la pequeña empresa, que son quienes están pagando el pato, no reciben préstamos. La autonomía plena de los mercados sirve exclusivamente al dinero y a los ricos.

El código dice que la estafa es un delito y, por lo tanto, si los estafadores son pillados deben de devolver el dinero, ser juzgados e ir a la cárcel si procede. Puede ser que algunos de los que han firmado preferentes después de haber leído la letra pequeña hayan firmado sabiendo lo que hacían pero la mayoría de las personas, gente mayor, desconocedora de los secretos de los asuntos bancarios, lo han hecho engañados por aquellos con quienes habían tratado toda la vida y en quienes tenían depositada su plena confianza. Los banqueros, con injustificable arrogancia, se han atrevido a ignorar los límites del mundo, han intentado trascender la condición moral y asemejarse a los dioses, por eso el mundo mira ahora con esperanza el castigo que está devolviendo a algunos a su posición original.

El poder sin capacidad de decisión es un poder vacío como deja ver el ejercicio del poder. Cuando quiere obligar al Gobierno español a legalizar un atraco, la Comunidad Europea está demostrando que no toma en serio la democracia. Los bancos, el verdadero poder, en vez de actuar como control de riesgo para permitir a los clientes tomar parte de los éxitos de las inversiones, en la medida en que, dentro de lo posible les preserva de fracasos, lo que hacen es estrangular a los clientes con lazos de seda, encanto e inteligencia. «El mayor refinamiento del poder, su auténtica obra maestra, se alcanza cuando, dibujando una pirueta genial, logra suscitar en sus súbditos no ya sólo obediencia sino sincero amor, el edificante espectáculo de los siervos enamorados de sus cadenas y mirando con arrobo a sus carceleros», escribe Gomá.

La justicia no es la misma para todos; muchos piensan que tratándose de una justicia ordinaria suele funcionar como Dios manda pero cuando se trata de personajes de altos vuelos y que la sentencia puede afectar intereses inconfesables, la justicia se adapta a la situación. «La ley es como los perros, sólo ladra a quien va mal vestido», dice Raúl del Pozo. Si los políticos eligen a los altos mandos de la justicia, los elegirán a su imagen y semejanza. Las comisiones de investigación hechas por ustedes para averiguar su propia corrupción son una tomadura de pelo al respetable. Los del partido no van a averiguar algo contra el propio partido y los de otros partidos tampoco lo va a hacer para que tampoco lo hagan con ellos cuando sea su turno. Si no fueran los medios de comunicación, hasta ahora, no habría ningún político ni banquero encausado.

La Generalitat no cumple las sentencias de los tribunales cuando van en contra de sus pretensiones pero denuncian al Estado si no respeta su Estatut; pide diálogo pero organiza consultas ilegales. A un revolucionario sólo puede saciarlo la muerte de quien cree lo está esclavizando y pisoteando lo que él considera son sus derechos. «¡Vale más morir de pie que vivir de rodillas», «Los derechos no se mendigan, se toman», «Ni un paso atrás», son sus consignas. Los que incumplen las leyes lo hacen, «muchas veces, simplemente para manifestar su desprecio, incredulidad o burla hacia el orden existente», escribió Vargas Llosa.

Nadie persigue ni acosa ni cuestiona a los representantes del pueblo elegidos democráticamente; algunos grupos persiguen, acosan y cuestionan a algunos de ustedes, de derechas y de izquierdas, que se han constituido en algo que se podría llamar «casta mafiosa de aforados». Las previsiones son que las protestas y acosos vayan en aumento si aquellos de ustedes que denigran la clase política no cambian de conducta. El 78% de los ciudadanos declara su simpatía, dos años después, por el movimiento 15-M y dicen que los indignados, esa explosión de creatividad social y política, tienen razón. A nadie se le oculta la enorme influencia que ha ejercido en el nacimiento de otros movimientos de protesta aquella increíble efervescencia que puede transformarse, ramificarse y adoptar otros nombres.

Todas las medidas que ha tomado el Gobierno tal vez sean necesarias y justas pero no ha tomado otras que serán más eficaces y más saludables que debería haber tomado hace tiempo y no las ha tomado. Conviene advertir que aquel que las tome se echará encima a todo el resto de partidos. La oposición habla de pactos pero le da pavor oír hablar de suprimir cementerios de elefantes porque todos esperan ir allí algún día a disfrutar de un retiro dorado que, según ellos, tienen más que merecido por las renuncias que los años de servicio al pueblo le supuso.

Manuel Mandianes es antropólogo del CSIC, escritor y teólogo, autor del blog ‘Diario nihilista’.

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