Querido amigo, llevo tiempo queriendo escribirte pero hasta ahora no he podido hacerlo. Después de pensarlo mucho quiero que sepas que voy a ser independentista. Ya sabes que la diferencia entre independiente e independentista es la misma que existe entre activo y activista. Yo, independentista dependiente.
El otro día leí la Ley de Dependencia para ver si había alguna ayuda para los hijos que no pretendemos abandonar el domicilio, pero comprobé que no está pensada para nosotros. Otra razón más para hacerme independentista y aprobar mis propias leyes.
Para ser independentista, lo primero que hay que hacer es definir aquello de lo que nos queremos independizar. Y he decidido que el piso donde vivo va a declararse independiente del resto del edificio en la próxima reunión de la comunidad de propietarios.
Para legitimar nuestra acción, primero tenemos que construir un enemigo exterior, y qué mejor enemigo que el administrador de la finca, un patán sin estirpe que pretende decir lo que tenemos que hacer. El administrador nos roba y no podemos permitirlo. No hacen falta pruebas del robo porque a la independencia se llega con los sentimientos. Y que no nos reprochen que mi tío fue ladrón, porque los ladrones de la familia roban por el bien común.
Querido amigo, nosotros no podemos tener el mismo voto que los del piso inferior que compraron la casa hace dos años. Nosotros somos vecinos históricos y soberanos. Se equivoca mi madre cuando recuerda que también nosotros compramos la casa años después de su construcción.
Hay que elaborar un relato como los modernos. Nuestro piso tiene que ser de raza y puro. No podemos decir que Colón vivió en nuestra casa porque unos independentistas catalanes, como nosotros, ya dijeron que se llamaba Joan Colom y que para al descubrimiento de América partió de Pals, en el Bajo Ampurdán, y no de Palos, en Huelva.
Como el Quijote también se escribió en catalán por Joan Miquel Sirvent, y Teresa de Jesús y Hernán Cortés son también catalanes, he pensado que el llamado Pep Guardiola naciera en nuestra casa y su verdadero nombre fuera José de la Guardia. Y, por supuesto, Carvallo, el de Montalbán, aprendió a emplatar y enviscerar alimentos en nuestra cocina. Aquí en pleno barrio de Chamberí.
Además, tenemos que hacernos las víctimas. Es fundamental si queremos que el proceso concluya satisfactoriamente. Aunque nos hayan pintado nuestro rellano más veces que a los demás, aunque la fibra óptica llegara por primera vez a nuestra casa antes que a la del resto de vecinos, aunque el ascensor de servicio sea más rápido y puntual que el AVE Madrid-Barcelona, nosotros estamos siendo agraviados constantemente. Primero porque pagamos más que los demás, y no es razón que tengamos más superficie porque, de hecho, anexionamos la azotea sin pedir permiso a nadie. La unilateralidad. Y, en segundo lugar, quien más paga debe recibir mayores y mejores servicios. La solidaridad para los del entresuelo, que ya les vale.
Y, por supuesto, fakes. Por ejemplo, querido amigo, nosotros vivimos aquí desde hace un siglo, por mucho que el edificio se levantara hace cincuenta años. Y nosotros siempre hemos vivido en el piso superior, que es el más ventilado y el más soleado. Mi madre insiste en recordar que vivió con mi padre en la portería antes de que yo naciera. Es muy importante crear una narración creíble y mi padre ya no está. El buen hombre tenía conciencia y complejo de piso menor, trabajando al servicio de los pisos superiores.
Amigo, nosotros somos personas de principios y valores incuestionables. Nunca utilizaremos la violencia para imponer nuestra voluntad superior. Nuestro vecino de planta, al que le dejo la playstation, me ha comentado que si hay que quemar los cubos de la basura, que lo hace por nosotros. Yo ya le he dicho que nosotros no respaldamos esas actuaciones pero que es libre de hacer lo que desee.
Y, sobre todo, tenemos que cansarles. El hartazgo es básico. Que nos den la independencia por pesados, porque está demostrado que los seres inferiores soportan muy mal la presión sostenida en este tipo de causas.
Como ves, querido amigo, por fin soy útil y he encontrado un sentido a mi vida. Es posible que, una vez independientes, no podamos comer, ni tener luz, ni subir y bajar por el ascensor. Es posible que no podamos sobrevivir porque no tengamos recursos para poder soportar nuestros gastos, pues nadie trabaja ya en casa. La felicidad será plena y el objetivo se habrá cumplido. Aunque seamos la nada, seremos una nada independiente. Te esperamos.
Mario Garcés es diputado del PP por Huesca, portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular y coordinador del Área Económica.