Cataluña no tiene quien la gobierne

Unas elecciones tan excepcionales como las que se acaban de celebrar en Cataluña han arrojado un escenario singular. Quien ha sido el más votado no parece que pueda gobernar. El bloque que parece que puede gobernar no ha sido el más votado y, si consigue salir del laberinto en el que está metido, necesitaría de nuevo a un partido antisistema para completar una mayoría disminuida.

Y no, esta vez tampoco los independentistas han alcanzado al menos la mitad de votos de los catalanes. Son ya casi veinte años, y siete elecciones consecutivas, en las que el nacionalismo/independentismo se mueve en unos porcentajes de voto similares.

Las elecciones del pasado día 21 dejan varias dudas, pero también alguna certeza. Los ciudadanos han vuelto a hablar en Cataluña (de forma masiva) y han vuelto a decir lo que ya sabíamos: que Cataluña es una sociedad plural y diversa. Las ensoñaciones de un sol poble deberían aparcarse de forma definitiva.

Siempre hemos defendido que nada hay de izquierdas en el independentismo; por eso nos ha sorprendido la complicidad de parte de la izquierda catalana y española con el procés. Nada se nos ha perdido a los progresistas en esta aventura irresponsable que ha dividido a los catalanes. Y ahí tenemos el resultado: los partidos más votados han sido la derecha española y catalana, beneficiándose ambos de un clima de polarización extrema.

Ciudadanos, un partido nacido explícitamente para combatir al nacionalismo en Cataluña, ha aglutinando muchos votos de quienes se han sentido agredidos por la deriva independentista. De paso, se queda con el espacio de centro derecha no independentista en Cataluña, sustituyendo a la derecha del PP que se queda en una posición marginal, batiendo con holgura su peor resultado histórico.

Por otro lado, la formación de Pablo Iglesias y Ada Colau, que han intentado camuflar sin éxito su complicidad con el independentismo, pierden apoyos hasta el punto de que en Barcelona, donde gobiernan, han sido la quinta fuerza más votada. Mal asunto para una alcaldesa que, al romper el acuerdo con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona hace apenas unas semanas, dinamitaba uno de los pocos puentes que quedaban de pie en la política catalana.

El PSC, la única izquierda no independentista de Cataluña, avanza y lo hace con unos resultados que revierten la caída de las últimas elecciones, y muestran la recuperación en votos y escaños. No es el resultado que esperábamos, pero volver a crecer es un resultado digno en mitad de un escenario polarizado y con una carga emocional muy elevada. Y seguimos convencidos de que el camino de la reconciliación y la convivencia es la única vía para Cataluña.

Si bien el independentismo ha vuelto a revalidar una mayoría parlamentaria, queda lejos de lograr la mayoría social. Esto debería ser suficiente para que abandonaran de una vez por todas el camino de la secesión, que tan sólo ha traído división y crisis para Cataluña.

El bloque independentista debe asumir que el unilateralismo no puede marcar este tiempo político, porque los catalanes así lo han querido. Que estamos lejos del consenso necesario para su aventura independentista. Que hay un camino en el respeto a Ley a la Constitución, un camino desde el que construir en lugar de enfrentar; de unir en lugar de seguir dividiendo a la sociedad catalana. Que abandonen de una vez por todas cualquier tentación de una independencia imposible en la Europa actual.

Sin embargo, las primeras reacciones no han ido en esa línea. Ninguna señal de que el bloque independentista tenga la voluntad de trabajar por la gobernabilidad de Cataluña. Por lo visto en las últimas horas, perseveran en defender un proyecto político sólo para sus propios votantes, no para la mayoría.

Y es que de no rectificar radicalmente la actitud de los independentistas, se va a acentuar el deterioro económico en un contexto donde la gobernabilidad de Cataluña se antoja muy complicada. Tienen que asumir que la agenda de la unilateralidad que conduce al sufrimiento de la sociedad y de la economía, no puede volver.

Hay que abrir una nueva etapa. Los resultados en Cataluña, y la situación en el conjunto de España, invitan a un cambio. Cabe preguntarse si es posible gobernar España con un resultado por debajo del 5% en Cataluña. Cabe preguntarse por el fracaso del papel del PP en todo este proceso.

Necesitamos una alternativa que represente a la izquierda, desde el respeto al orden constitucional y a la integridad territorial de España. Una alternativa que proponga un proyecto de país atractivo para una mayoría de los ciudadanos en el conjunto de España, pero capaz de seducir también a una parte importante de la sociedad catalana. Una alternativa que lidere un proceso de reformas, como está demandando la propia Constitución, que después de 40 años debe ser actualizada en aspectos esenciales. Una alternativa que adelante al PP por la izquierda, y no por la derecha.

Dadas las fechas en las que estamos, déjenme terminar con un buen deseo que alguno juzgara ingenuo: es el momento de apelar al diálogo. De recuperar la política. De llamar a todos los líderes y fuerzas políticas para que se abra una nueva etapa presidida por el consenso, el respeto mutuo y la lealtad institucional.

José Luis Abalos Meco es secretario de Organización CEF-PSOE.

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