Cataluña y España, a la par

Por Ferrán Mascarell, historiador y concejal del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona (EL PERIODICO, 30/03/04):

Es el momento de poner los relojes en hora. La de aquí y la de Madrid: a la misma hora. Ciertamente, la diferencia horaria se acentuaba como consecuencia de las dos políticas que han dominado Catalunya y España y sus relaciones en los últimos años. De un lado, el peix al cove (el pescar sobre seguro, sin riesgos, atrapando cualquier pieza pequeña para que parezca que el cesto se llena, aunque nada importante haya mordido el anzuelo); del otro, la negación. Es el momento de acabar con el mercadeo de pequeños beneficios concretos. De muy poco ha servido la política mezquina de la mera supervivencia, de los últimos y desaprovechados gobiernos catalanes. Veinte años de querer influir en Madrid ha significado a la hora de la verdad perder prestigio, fortaleza económica y muchas y notables oportunidades.

AVERGÜENZA echar un vistazo a la historia del AVE, del aeropuerto, de las agencias europeas perdidas, de la Carta Municipal de Barcelona y de tantas otras cosas. También es, asimismo, el momento de terminar con la práctica negación política y económica a la que los gobiernos de Aznar han sometido a Catalunya. El aznarismo ha intentado sacar Catalunya del mapa, debilitarla hasta límites insospechados, ningunearla hasta extremos inadmisibles.

Poner los relojes en hora significa, pues, varias cosas. En primer lugar, hacer una enmienda a la totalidad a la política catalana con los gobiernos de Madrid y más aún con el resto de los españoles. Y cambiar la política catalana hacia España supone consolidar el tripartito y su política en Catalunya. Sólo una Catalunya fuerte, moderna, admirable desde dentro, que pueda ser admirada desde fuera, podrá forjar el tipo de poder que le permita mandar en España, como reclama con convicción Maragall y como parece que, si nada cambia, ensayará el futuro ministro Montilla. Significa, por lo tanto, que Catalunya va a mandar en la misma proporción en que sea capaz de convertirse en un país modelo o un modelo de país, da igual. Un modelo de país avanzado en libertades personales y colectivas, en equidades sociales, en creatividad, innovación y excelencia y capaz, en definitiva, de aportar al resto de España políticas y realidades que pesen, que transformen, que signifiquen mejoras sustanciales en la vida de los jóvenes, del sistema educativo, del nivel de investigación, de la atención social. Sólo así Catalunya mandará, porque sólo así será escuchada de nuevo, valorada e, incluso, por qué no afirmarlo, querida, como ha pasado en otras etapas de la historia. Poner los relojes en hora implica, pues, hacerse fuertes en casa, pero también algo más. Implica aprovechar el cambio político que acaba de iniciarse en el conjunto de España, un cambio que con seguridad puede marcar un profundo corte con el pasado inmediato. Todo lo que signifique acrecentar la distancia con el aznarismo es bueno para Catalunya. Aprovechemos al máximo la opción de participar en la gobernación de España. Es el momento de que Catalunya se implique en el Gobierno de Espanya. Maragall ha dicho que quiere una Catalunya en el puente de mando de España. Montilla ha demostrado habilidades más que evidentes para estar ahí.

Aprovechemos la sintonía del futuro presidente del Gobierno español con Maragall y Montilla. Los tres han superado pruebas de gran dificultad y todo hace pensar que aún hay cuerda para rato. Aprovechemos la lección dada por el electorado al aznarismo y su obcecación en promover el enfrentamiento entre unos y otros.

PONER LOS relojes en hora significa una mayor implicación de Catalunya en la construcción de España, de una España opuesta a la idea excluyente, centralista y uniformista del señor Aznar y demás españolistas rancios que aún aparecen aquí y allá. Quiere decir, por lo tanto, comprometerse desde Catalunya en la posibilidad abierta por los electores: una España distinta, más abierta y descentralizada, menos ideológica, más eficiente y justa en la resolución de los problemas sociales y políticos pendientes.

Poner los relojes en hora implica que la política catalana asuma su reto más delicado: hacerlo muy bien dentro y encontrar la fuerza para plantear la reinvención de España. Reinventar España, ésta es la cuestión. Sin renunciar a nada de lo propio, sin imposiciones y sin ideologismos trasnochados. Algo me dice que se dan todas las condiciones para dar un buen golpe de timón (por decirlo al modo de Tarradellas) a la idea de España, y también a algunas de nuestras ideas sobre España. Es la hora --una vez más-- de ponerse a fondo a inventar España y de renunciar a esa estupidez tan castiza del "que inventen ellos".