Catalunya, nuevo Estado y unión fiscal europea

Hay un argumento que, sin duda, será utilizado contra la mayoría del pueblo de Catalunya, que el próximo 25-N parece que votará de manera claramente mayoritaria por el derecho a decidir de los catalanes y por el Estado propio dentro de la Unión Europea. "¿Cómo es que ahora queréis plenos poderes fiscales y tributarios si a nivel europeo avanzaremos hacia una verdadera unión fiscal?".

En este sentido, hay que echar mucha agua al vino al supuesto europeísmo cosmopolita de Madrid, que sería superior al supuesto localismo decimonónico de los catalanes: el PP vendió en junio pasado, por ejemplo, tras la cumbre de la UE, que había conseguido una gran victoria al forzar que la UE avanzara hacia la unión bancaria europea... y ahora sabemos que Angela Merkel lo ha aplazado hasta después de las próximas elecciones alemanas de septiembre del 2014.

Legitimidad democrática

En cuanto a la futura y posible unión fiscal europea, que Alemania quiere asociar al mismo tiempo a la unión política (es decir, a dar y a reforzar la legitimidad democrática de una UE con nuevos poderes ampliados), cabe decir que el modelo federal de los Estados Unidos será el gran referente para avanzar hacia una posible unión fiscal europea, un modelo que conserva a nivel de cada uno de los 50 estados una muy amplia soberanía fiscal.

El modelo norteamericano, sin embargo, me parece que no será como algunos jacobinos europeos de París y Madrid dicen que debería ser (¿sabíais que el Ayuntamiento de París tiene tantos funcionarios como toda la Comisión Europea?). En este artículo trato de explicar por qué el modelo de unión fiscal estadounidense, en caso de que se fuera aplicando en la UE, favorecería los intereses de una Catalunya como nuevo estado de la UE.

1. Un nuevo Estado catalán dentro de la UE sería plenamente compatible con una posible unión fiscal europea. El modelo de EEUU de unión fiscal sería el que la UE seguiría en caso de que en Europa se avanzara en esta línea. Así, en EEUU, los 50 estados conservan la recaudación y gestión de los dos grandes impuestos (el de sociedades y el IVA, aunque allí no funciona muy bien como aquí ni se llama así), mientras que el IRPF es el impuesto compartido a nivel federal. Los 50 estados son independientes para subir y bajar tipos impositivos y para suprimir o crear nuevas tasas, y tienen, por tanto, una gran capacidad para aplicar políticas fiscales diferenciadas para hacer frente a la política monetaria única que se aplica a nivel de todo el país desde la Reserva Federal.

Manufactureros frente a turísticos

En este sentido, en EEUU hay mucha literatura económica sobre el impacto territorial y sectorial de la política monetaria, que explica los grandes impactos asimétricos de la política monetaria única y que justifica que se mantenga una amplia soberanía fiscal de los 50 estados: no es lo mismo un incremento del tipo de interés en Chicago (capital manufacturera) que en Miami (capital turística), ya que un hotel tiene una vida útil de 50 años y una máquina, en cambio, sólo de 5 o 10 años, los períodos de amortización no son iguales y, por tanto, un aumento del tipo de interés perjudica mucho más a la industria que el turismo (y viceversa si el tipo de interés baja).

2. Las competencias federales están muy bien delimitadas: defensa, control de fronteras, algunos servicios básicos y ayudas extraordinarias para desastres naturales. Las grandes infraestructuras, en cambio, las provee el sector privado de acuerdo con criterios de análisis coste-beneficio y de retorno de la inversión. La UE quiere empezar a imitar este modelo con los 'project-bonds' para financiar los corredores ferroviarios prioritarios (colaboración público-privada) y, por cierto, ir eliminando así los fondos de cohesión.

Quiebras de estados o bancos

3. El Tesoro federal en EEUU solo compra deuda federal, no deuda de los 50 estados: así, un posible Tesoro europeo solo podría comprar eurobonos, no deuda española o griega como está haciendo hasta ahora (una deuda , por cierto, con un alto riesgo de ser objeto de un 'haircut' o finiquito y, por tanto, de generar pérdidas al BCE y a los 'tax-payer' europeos). Y si el Estado de California quiebra o un banco quiebra el gobierno federal de EEUU no le ayuda, por lo que los estados deben asumir su responsabilidad cuando quiebran y algunos bancos cierran.

Así pues, debe ser fácil desarticular argumentos centralistas españoles, que dicen que "no tiene sentido plantear ahora el concierto económico de Catalunya cuando la UE avanza hacia la unión fiscal" (por ejemplo, Paco Marhuenda, en RAC-1). En EEUU, en cambio, lo que está muy armonizado es el funcionamiento de los mercados de factores productivos, especialmente la libre movilidad de los factores trabajo y capital.

Todo proyecto de más unión europea será inviable mientras convivan el más eficiente y el más ineficiente mercado laboral del mundo avanzado (el danés y el español, respectivamente) o mientras en algunos países el sector público pague las facturas a dos o tres años y otros países las paguen a 30 días y así sucesivamente. Esto vuelve a poner el énfasis en la propia responsabilidad de cada país en cuanto a los ámbitos en que éstos son y seguirán siendo soberanos: política fiscal, laboral, etc.

Catalunya como Delaware

4. Delaware es reconocido en EEUU como el primer estado en la constitución de sociedades y como el que dispone de la mejor legislación societaria para atender las necesidades específicas de las empresas. Cuando se habla de competencia fiscal en EEUU, sin embargo, hay que advertir que la razón por la cual las empresas se trasladan a Delaware no es sólo fiscal (allí está domicilades casi el 50% de las empresas del Dow Jones). Según nuestra mentalidad europea, tendemos a creer que Irlanda ha hecho el progreso espectacular de los últimos años gracias solo a que grava con un tipo del 12,5% el beneficio empresarial, frente al 38,3% de Alemania, del 37, 3% de Francia, del 35,4% de Francia y del 35% de España.

Las empresas en Delaware soportan unas tasas de constitución y de registro superiores a las fijadas en otros estados. Y curiosamente los impuestos sobre el beneficio empresarial en Delaware son de los más elevados de EEUU, cuyos ingresos por cierto son repartidos entre las administraciones estatal y local. A Delaware este tipo impositivo es del 9%, frente al 4,8% de Illinois (uno de los principales estados industriales, situado en la región de los Grandes Lagos) o del 5% de Florida (uno de los primeros estados turísticos del país).

Delaware es un estado demócrata mientras que Florida es republicano, lo que en EEUU explica una parte de esta propensión a fijar tipos impositivos más altos o más bajos. Sin embargo, cuando se pregunta a los empresarios sobre las causas que determinan su localización empresarial, los impuestos son tenidos en cuenta, pero no son el argumento definitivo.

Una de las principales ventajas del derecho societario estadounidense descentralizado reside en el hecho de que la competencia entre Estados crea un incentivo fundamental: la inmediata adaptación de las legislaciones estatales a las cambiantes condiciones del mercado ya las nuevas necesidades de las empresas. En este sentido, el miedo de una carrera de mínimos ('race to the bottom', a ver quien termina rebajando más el tipo impositivo), que se suele argumentar como un peligro en un sistema de competencia entre legislaciones, demuestra que presenta también aspectos positivos . El replanteamiento de las normas existentes fuerza la eliminación de las regulaciones superfluas que han dejado de tener sentido o que protegen intereses creados.

Regulación descentralizada

Por otra parte, la pluralidad de legislaciones facilita la adaptación a las condiciones locales. En el contexto societario, las diferentes culturas de negocio locales exigen normas que encajen con la cultura local, y los reguladores de cada estado están mejor informados que un regulador centralizado. Así, la coexistencia de legislaciones estatales en EEUU, frente al modelo de una sola legislación centralizada, hace referencia a uno de los principios fundamentales del sistema federal, como es el de la experimentación.

Frente a una concepción centralista, que cree en una ley perfecta predeterminada por los expertos de la capital, los principios federales se basan en el hecho de que las innovaciones son fruto de las experiencias parciales. Así, un conjunto de legislaciones estatales frente a la nacional o federal permite el ensayo de nuevas fórmulas de derecho en función de las nuevas necesidades de las empresas, de manera que se localiza y reduce a un solo estado --y no a todo el país-- el impacto de posibles errores en la elaboración de una norma.

La competencia fiscal entre los estados norteamericanos no se limita solo a la legislación de un estado en un impuesto, sino que abarca el conjunto de instituciones y servicios públicos que configuran su propio sistema legal. En este sentido, en cuanto a la capacidad normativa y al poder regulador de los estados, el federalismo norteamericano es mucho más generoso y asimétrico que el alemán.

Ramon Tremosa, eurodiputado de CiU.

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