Democracia (Continuación)

El debate sobre la sentencia del Estatut refleja bien dos concepciones muy distintas de la democracia: la democracia jacobina y la democracia constitucional.

Las dos parten de idéntico principio: democracia es el gobierno del pueblo, la expresión de la voluntad de los ciudadanos. Es, por tanto, el gobierno de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo. Este último es la dictadura, el gobierno de uno o de una aristocracia. La democracia es el gobierno de todos, conectado inevitablemente, a su vez, con la idea de Estado de derecho, es decir, con la idea de que quienes nos gobiernan son las leyes, no los hombres.…  Seguir leyendo »

En su artículo del lunes pasado en este periódico, el escritor Suso de Toro formulaba la siguiente pregunta: "¿Quién es al final el dueño de la democracia, la ciudadanía o los jueces miembros de un tribunal?". Tras este planteamiento inicial, el artículo discurría por otros derroteros y la cuestión quedaba sin resolver. Seguro, sin embargo, que a muchos ciudadanos les inquieta esta pregunta, especialmente durante estos días en que tanto se habla del asunto Garzón y de la sentencia sobre el Estatut de Catalunya. Intentaremos responder, por tanto, al interrogante que dejaba abierto Suso de Toro.

Vayamos al grano. La democracia es aquel sistema de gobierno en el cual el poder reside en el pueblo y sólo en el pueblo.…  Seguir leyendo »

Tomo prestado el título de la novela de Carlos Fuentes, ese gran habitante del territorio de La Mancha, según definición propia, porque en Castilla-La Mancha queremos seguir impulsando la transparencia.

Por eso, presentaremos en las Cortes una Ley de Transparencia y Buen Gobierno que complemente las prácticas que ya nos hemos impuesto hace algunos años.

Pero merecen la pena algunas reflexiones que enmarcan este propósito. El vocablo transparencia, que no formaba parte del lenguaje político tradicional, se ha convertido en un concepto de uso frecuente. Su evocación positiva es evidente. Sin embargo, su manejo abusivo conlleva el riesgo de banalización, sin incidencia política y administrativa.…  Seguir leyendo »

Con las emociones aún muy a flor de piel por la muerte reciente de mi padre, Jordi Solé Tura, intelectual, maestro, político y unos de los padres de la Constitución Española, me pongo a ordenar el caudal de recuerdos de nuestra vida en común. La fabulosa respuesta popular nos ha emocionado. Miles de ciudadanos pasaron por la capilla ardiente o nos hicieron llegar mensajes de apoyo desde toda España: amigos, obreros, intelectuales, políticos de todo signo, o personas que simplemente han sentido que mi padre les pertenecía también un poco, como creo que pertenece a la memoria reciente y digna de este país.…  Seguir leyendo »

En los últimos años, y también en los últimos días, los políticos acuden al fácil recurso de ampararse en la "sociedad civil" para demostrar el apoyo popular del que disfrutan y así legitimar sus decisiones. Es más que dudoso, sin embargo, que ello sea democráticamente lícito ya que el término "sociedad civil" resulta engañoso. Veamos.

Este término ha tenido a lo largo de la historia significados diversos. Ya Aristóteles y también Cicerón entendían por sociedad civil al conjunto de ciudadanos que participaban en la gestión de los asuntos públicos, distintos de los asuntos de los asuntos del ámbito privado y familiar.…  Seguir leyendo »

Vivimos tiempos recios, como diría Teresa de Jesús. Los efectos de la crisis económica se agravan con el foso de separación creciente entre la sociedad y sus representantes políticos. Corrupción, deshonestidad, retórica vacía... La imagen de nuestra joven democracia se deteriora poco a poco. Ante la situación que vivimos emerge el concepto, tantas veces invocado en nuestra historia, de regeneración. Aunque el término, de raíces francesas, lo utilizaron por primera vez los liberales a comienzos del siglo XIX, pronto también lo reivindicaron los conservadores como Balmes. Y es que el regeneracionismo ha constituido una pulsión voluntarista estructural en el seno de la sociedad española de todos los tiempos.…  Seguir leyendo »

Esta reflexión podría llamarse también «el éxito y la justicia de la desigualdad», si me dejan proponerles otro título que a tantos parecerá aún más provocador. Se lo parece a casi todo el mundo, ya que, salvo una minoría de irredentos, todo el espectro político ha asumido casi por igual la sacralidad incuestionable de la igualdad entre los individuos y las culturas. A quienes discuten esta religión del igualitarismo -con todos sus muchos dogmas- lo convierten directamente en paria o enemigo del bien, nada menos. Y cualquier medio es bueno para combatirlo. El fin del igualitarismo es tan sagrado que todos los medios contra los herejes gozan automáticamente de justificación y eximente plena.…  Seguir leyendo »

El debate sobre la identidad francesa incitado por el presidente Sarkozy es un síntoma alarmante de cómo se están poniendo las cosas en nuestra Europa de los malentendidos. ¡Preocupación identitaria hasta en el último bastión republicano del radicalismo ilustrado! Si la sal pierde también el sabor... ¿con qué podremos devolvérselo? Probablemente, la mejor respuesta a quienes inquieren en qué consiste la identidad francesa es replicar: "En no hacer nunca preguntas como ésta". Pero hemos llegado a tal punto que ya no podemos limitarnos a esa irónica contundencia. Es preciso intentar de nuevo dar otra vuelta de tuerca a la pedagogía cívica.…  Seguir leyendo »

La legislatura avanza entre trompicones y sobresaltos, enredada en asuntos diversos. Animados por la mejor intención, hay quienes despliegan una habilidad caliente para inventar problemas que llevan a cocinar desaguisados mayúsculos. A la vista de lo que ha ocurrido a día de hoy, no está mal la cosecha de año y medio de desvelos parlamentarios. Sin embargo, hay algo de lo que apenas se habla y, si se hace, es siempre en voz baja o en un imperceptible balbuceo.

Me refiero a ese objeto dormido, solitario, que vaga como un gorrioncillo perdido por los pasillos del edificio constitucional y que llamamos «reforma de la ley electoral».…  Seguir leyendo »

Empieza a ser un lugar común el hablar de desafección democrática, de distancia entre instituciones y ciudadanía o de desconfianza generalizada de la gente sobre la forma de proceder de los que nos gobiernan y representan.

La cosa va empeorando si hacemos caso de lo que las encuestas del CIS nos van diciendo. En un año se ha duplicado el número de españoles que afirman que uno de los principales problemas del país son los políticos. En porcentaje, la percepción ciudadana califica ahora ese problema como más grave que la amenaza terrorista. El goteo de escándalos que vinculan poder político y corrupción no ayudan precisamente a atemperar el clima negativo.…  Seguir leyendo »

Nadie pone en entredicho que la democracia se configura de forma mayoritaria, cuando no esencial, al hilo de los cauces de la democracia representativa. Una conformación que se articula, en los Estados democráticos de Derecho, a través de la convocatoria y celebración de elecciones libres y periódicas. Unos comicios que se encauzan sobre el destacadísimo papel que despliegan los partidos políticos. Los partidos se han erigido de esta suerte en los actores principales de la vida política. Una realidad que no desconoció nuestro constituyente de 1978, cuando dispuso en el artículo 6 de la Constitución, que «los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política».…  Seguir leyendo »

Al futuro presidente de Caja Madrid debe designarlo su junta general, no los dirigentes del Partido Popular, aunque así parezca. Es el último y lamentable ejemplo, entre otros muchos, de que nuestro sistema político no es una "democracia de partidos" sino una "partitocracia". Veamos ambos conceptos, bien diferentes.

La "democracia de partidos", un término ya acreditado en teoría del Estado, supone un notable cambio respecto de la democracia parlamentaria clásica, en la cual el diputado era el eje fundamental de todo el proceso de participación política. Por el contrario, en la democracia de partidos son estos quienes protagonizan los dos momentos fundamentales de dicho proceso: las elecciones y la actividad parlamentaria.…  Seguir leyendo »

En no pocas ocasiones, en algunas de mis aportaciones aparecidas en publicaciones de mayor incidencia científica, he solido repetir, como una de las constantes de nuestro devenir sociopolítico la tendencia a partir de cero tras cada cambio político, condenando en su totalidad el contenido del inmediato pasado y, sobre todo, cayendo en la tentación de partear supuestos «nuevos mundos» que se anuncian como soluciones para siempre. A esto se ha unido muchas veces el defecto de que lo que se engendraba estaba estrechamente unido a las circunstancias históricas y sociales de un momento dado. Con escasa o casi nula prevención de lo que habría de venir.…  Seguir leyendo »

Las recientes invitaciones a la desobediencia civil formuladas por algunos ciudadanos –desde los aledaños de la política a los arrabales de la cátedra– con motivo de la inminente sentencia del Tribunal Constitucional me han hecho recuperar algunas viejas notas en torno a la desobediencia civil. Aunque insuficientes, quizá sean útiles para quienes pretendan afrontar la política con racionalidad, es decir, sin excesos tremendistas ni retórica tartarinesca. Son estas.

En 1970, Hannah Arendt dio una conferencia titulada Sobre la desobediencia civil. Era la época de la guerra de Vietnam. En su trabajo, la pensadora germana afirma de entrada que la desobediencia civil –es decir, si se puede en ocasiones desobedecer legítimamente la ley– se enmarca dentro de la dialéctica existente entre moralidad y legalidad.…  Seguir leyendo »

Quienes han tenido poca democracia en su historia, como nosotros, suelen reducirla a un modelo único, cuando hay muy diversos tipos de ella, incluidos algunos que ni siquiera son democracias. A las autodenominadas «democracias populares» me remito, pertenecientes al extinguido bloque soviético, dictaduras del más viejo cuño, o a la «democracia orgánica» que tuvimos en España, regida por las «familias» del régimen, bajo la férrea batuta de Franco, cuya aversión a la «democracia inorgánica», como llamaba a las tradicionales, advertía ya de lo alejado que estaba de ellas.

Pero estas últimas, es decir, las que cumplen su condición fundamental de haber surgido de unas elecciones libres y estar regidas por un gobierno más o menos representativo, se dividen en dos grandes grupos, según donde resida el núcleo de poder: las parlamentarias y las presidencialistas, razón de que la norteamericana haya sido llamada «dictadura por cuatro años», tiempo que dura el mandato presidencial, definición no muy exacta, pues el poder del presidente norteamericano se ve controlado de cerca por el Congreso y la Justicia, aunque no vamos a meternos ahora en ello, para no perdernos.…  Seguir leyendo »

Con frecuencia los términos políticos sufren graves distorsiones. Tal es el grado del impacto que reciben, que las palabras no responden a su significado original. Ya advertía Orwell que «el lenguaje político sirve para encubrir la verdad, para hacer lo claro oscuro, para hacer respetable el asesinato». Si ésta es la realidad del lenguaje político, no nos puede extrañar lo que ocurre con un término de uso frecuente como es el de democracia. Se le ha sometido a una fuerte polisemia. En el pasado, era un término despreciado por referirse a la democracia directa, la vieja democracia de las polis griegas, que fue su fórmula original.…  Seguir leyendo »

La relación actual de la política con el periodismo recuerda el llamado Parlamento de papel de los años de la transición, pero en sentido inverso. Los partidos políticos nacían en la calle y utilizaban los periódicos como tribuna de expresión, a la espera de acceder a las instituciones democráticas. Con el sistema representativo sobradamente consolidado, los partidos se aferran al uso de los medios como espacio principal y casi exclusivo de su presencia pública, mientras evitan la calle, excepto en la ocasión inevitable y ritualizada de las campañas electorales.

El Parlamento mediático sólo tiene ventajas para los partidos. Facilita su relación con el público, lleva directamente los políticos y sus mensajes a las salas de estar de los ciudadanos y, más allá de la función informativa, los incorpora incluso al esparcimiento familiar.…  Seguir leyendo »

Hace unos meses, la propaganda de la película Valkiria llevaba una leyenda bien impactante. Decía algo así como "mientras otros obedecían, él escuchó a su conciencia". "Él" era el coronel Von Stauffenberg, el líder del último atentado contra Hitler, alguien que no se doblegó ante lo "políticamente correcto", cuando no doblegarse implicaba exponerse a la tortura y la muerte. No sólo a no recibir el aplauso de la mayoría o a ser mal considerado, sino a perder la vida, como realmente sucedió. Gentes así despiertan admiración, o deberían hacerlo.

Como Shtrum, el personaje de Vasili Grossman en Vida y destino, el científico caído en desgracia durante el régimen de Stalin, que se niega a reconocerse culpable -porque no lo es-, aunque sus amigos le aconsejan hacerlo para evitarse males mayores.…  Seguir leyendo »

Argumenta Ignatieff que al tratar de convertir por inercia demandas en derechos corremos el riesgo de debilitar los ya existentes y, sobre todo, los fundamentales. La razón es sencilla: lo menos se equipara con lo más; lo accesorio se iguala a lo prioritario. Algo similar, aunque en otro plano, ocurre con la democracia. Recurrir al verbo democratizar para referirse a todo buen propósito, por difuso y etéreo que sea, y al adjetivo democrático como cualidad adhesiva a cualquier sustantivo que se precie, oscurece el verdadero significado de la democracia y la vacía de contenido.

El afán por democratizarlo todo pervierte la esencia de la democracia, provoca una mutación semántica y la consecuente pérdida de perspectiva respecto de lo que es y significa en las sociedades libres.…  Seguir leyendo »

Como reacción a los continuos escándalos y espectáculos de los regímenes parlamentarios entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los alemanes incorporaron un mecanismo inane para resolver el problema de la inestabilidad de los gobiernos, a veces tan fugaces que no dieron tiempo ni a salir en la Gaceta, como había ocurrido en España con el de Antonio González, presidente por un día.

Pero, equivocado el diagnóstico de los males que padecían los regímenes políticos, se les ocurrió una invención consistente en requerir una mayoría absoluta para aprobar una moción de censura contra el Gobierno. El nombre que firmase la censura sería el candidato sucesor en caso de triunfo de la moción.…  Seguir leyendo »