Causas justas sin fronteras

Leopoldo López, momentos antes de entregarse en Caracas (Venezuela) el 18 de febrero de 2014. MANAURE QUINTERO (EFE)
Leopoldo López, momentos antes de entregarse en Caracas (Venezuela) el 18 de febrero de 2014. MANAURE QUINTERO (EFE)

Se cumplen tres años del llamado que hiciera mi esposo Leopoldo López para salir de forma pacífica y constitucional de la grave crisis que atravesaba ya en aquel entonces Venezuela. Leopoldo, junto al alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, la diputada María Corina Machado, otros líderes de la oposición y miles de estudiantes entendieron, ya en 2014, la necesidad de ejercer nuestro derecho a la protesta como forma de presión para hacer retroceder las pretensiones autoritarias de un régimen que venía violando la Constitución y los derechos humanos de los venezolanos.

Venezuela ha cambiado desde ese 2014, pero lo ha hecho para peor, reafirmándose como una dictadura en la que los derechos son violados sistemáticamente y en la que las condiciones sociales han sido denunciadas por organismos internacionales. Miles de venezolanos comen de la basura, los niños recién nacidos son recibidos en cajas de cartón en las salas de parto, las medicinas escasean, nuestros enfermos terminales viven verdaderas agonías inhumanas y la violencia se ha apoderado de nuestras ciudades, haciendo de nuestras comunidades unas desoladoras cárceles donde los ciudadanos buscamos refugiarnos para evitar la criminalidad. La situación es inaguantable. No se le puede pedir tiempo y paciencia a la muerte, a la enfermedad ni al hambre.

Pero el cambio de Venezuela en estos tres años no es solo en negativo. La oposición organizada ha logrado conquistar el poder legislativo con una abrumadora mayoría, dando una demostración concreta de que los venezolanos ya no apoyan un sistema que los ha sometido a la peor crisis de su historia. Los venezolanos —tal como hiciera mi esposo Leopoldo el 18 de febrero de 2014, cuando decidió darle la cara a la justicia injusta de la dictadura que lo perseguía— han despertado y lo han hecho con fuerza; hoy, más del 90% de nuestro pueblo rechaza la gestión de Nicolás Maduro y exige su cambio inmediato.

¿Ha valido la pena tanto sacrificio? ¿Han sido estos años de sufrimiento y angustias suficientes para, como dijera Leopoldo, “el despertar de un pueblo”? La respuesta en mi corazón es inequívoca: un rotundo sí. Lo ha dicho mi esposo desde la cárcel militar donde lo mantienen aislado: lo haría mil veces más con tal de contribuir a la liberación de su pueblo y a la reconquista de la democracia venezolana.

Es necesario entender que los demócratas debemos movilizarnos sin descanso para no darle tregua a esta peligrosa dictadura. Su participación en actividades de narcotráfico y terrorismo, tal como el mismo Leopoldo denunciara hace tres años, debe ser un aliciente más que suficiente para que toda la comunidad internacional genere acciones concretas y reales para el rescate de la democracia venezolana. Es en ese sentido que esperamos de los Gobiernos europeos y de los Gobiernos de la región americana que tomen acciones que exijan la liberación de Leopoldo López y de todos los presos políticos así como la celebración de elecciones presidenciales y regionales para que seamos los venezolanos quienes decidamos pacíficamente nuestro destino.

El régimen, en los meses finales del año 2016, planteó un falso diálogo en el que engañó a todo el país y a toda la comunidad internacional. Ya en aquellos meses mi esposo Leopoldo advirtió que no existían condiciones para que se generara un diálogo creíble y sincero, pues el régimen no daba ninguna muestra de voluntad de que así fuera. Si para ese entonces no existían las condiciones, hoy son peores. Y para reafirmar la condición dictatorial, el régimen ha impedido de forma inconstitucional la celebración de un referéndum revocatorio del mandato de Nicolás Maduro.

Los venezolanos somos quienes debemos rescatar a Venezuela. Es nuestra responsabilidad y estoy convencida de que así lo haremos y muy pronto. Este 18 de febrero y los días, semanas y meses a seguir estaremos conquistando nuestra democracia en todas las calles y rincones del país.

A nuestros hermanos españoles y europeos pedimos nos respalden en esta gesta heroica. Sé que los venezolanos no estamos solos y que contamos con ustedes. De corazón se lo agradecemos y así me ha pedido se los haga saber mi esposo Leopoldo López.

El amor es más grande que la dificultad de salir de esta dictadura. ¡Fuerza y fe! Las causas justas no tienen fronteras…

Lilian Tintori es activista de derechos humanos.

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