Cautela, prudencia y responsabilidad

Mucho se ha dicho y escrito con relación al anuncio de «cese definitivo de la lucha armada» por parte de ETA. Opiniones diversas, como se suele decir, al gusto del lector. Con algunas se puede coincidir, sobre todo, con las que hablan de prudencia, cautela y responsabilidad; otras, sin embargo, nos deben llevar a la reflexión serena, ya que no es la primera vez que ETA hace anuncios sobre treguas, altos el fuego o ceses, en función de lo que le ha interesado manifestar en cada momento y de la situación que le ha tocado vivir o escenificar. Lo que no podemos olvidar es que la banda terrorista ha venido estableciendo una estrategia determinada y perfilada con antelación.

Nadie puede poner en duda que el anuncio se produjo a escasas semanas de las elecciones generales y que ello se hace con una intención evidente; lo mismo ocurrió hace unos meses, cuando surgieron las candidaturas de Sortu o Bildu en los comicios forales y municipales. Burlar la democracia y estar en las instituciones, con todo lo que ello representa, siempre ha sido una cuestión importante en la estrategia del entorno radical.

Pero si algo ha sido destacable en la mayoría de reacciones es el recuerdo y la mención especial hacia las víctimas de ETA. Quienes han sufrido la sinrazón terrorista deben estar siempre presentes; deben sentirse arropadas y, sobre todo, deben saber que siempre se va a actuar con la necesaria memoria, justicia y dignidad que requieren y se merecen.

Sobre todo en política antiterrorista se ha reclamado de la clase dirigente unidad y altura de miras; pero luego, la cruda realidad pone a cada uno en defensa de lo que considera oportuno. Si al menos las principales formaciones políticas de este país se pusiesen de acuerdo para gestionar el llamado fin de ETA sería un gran logro. Y la prueba está en que cuando así se ha dado esa unidad, la lucha antiterrorista ha sido más efectiva y la democracia se ha dotado de los cambios normativos adecuados para combatir esta lacra, como fue, por ejemplo, la promulgación de la Ley de Partidos.

En lo que respecta a Navarra, no debemos obviar esa obsesión enfermiza que sobre esta comunidad han tenido siempre los independentistas y la propia banda terrorista ETA; me refiero a la pretensión de construir esa quimera que denominan Euskal Herria, pasando por encima de todo, también de los navarros.

Algunos pronunciamientos han cuestionado acertadamente la escenografía del mencionado anuncio: tres individuos encapuchados tras una mesa, con el anagrama de ETA y las banderas de la comunidad autónoma vasca y la de Navarra, eso sí, sin corona, ya que no creen en el pasado como Reyno de Navarra. La imagen, por otra parte, tampoco difiere de la costumbre de esta banda de asesinos.

No ha transcurrido apenas tiempo desde esa puesta en escena cuando vuelven a sonar voces de sirenas anexionistas que propugnan órganos comunes con la comunidad autónoma vasca. Según recogía hace escasos días un medio de comunicación, basándose en documentos incautados a Otegi y depositados en la Audiencia Nacional, se trataría de establecer un parlamento común para Navarra y Euskadi. Es decir, vuelta a lo mismo. Pues no, debe quedar claro que con Navarra no van a contar; que la mayoría del pueblo navarro queremos que nuestro marco de referencia siga siendo la Constitución Española y el Amejoramiento del Fuero (estatuto de autonomía navarro); y que para esta aventura independentista Navarra no va a dar ningún paso -al menos así lo consideramos algunos-. Tampoco para la configuración de mesas de partidos al margen de las instituciones y de la representación del pueblo elegida democráticamente.

También les debe quedar muy claro que ETA no desaparecerá por sí misma, sino porque el Estado de Derecho les ha vencido, gracias al compromiso de los demócratas y al trabajo y el esfuerzo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, jueces y fiscales, etc. Por eso, no tendría sentido que si el Estado de Derecho ha derrotado a los terroristas, ahora miráramos a otro lado. No caben excepcionalidades de ningún tipo. No caben concesiones. No cabe otra línea de actuación que no sea la que marca y establece la ley vigente.

Teniendo todo esto presente, es lógico que en estos momentos tan especiales actuemos con cautela, prudencia y responsabilidad, pero teniendo las ideas claras, que no es poco.

Alberto Catalán Higueras, presidente del Parlamento de Navarra y vicepresidente de UPN.

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