Cayetana versus Borrell: la inmoral cuestión venezolana

"Señor Borrell, no se convierta en un nuevo Zapatero. Es decir, en un agente de la tiranía de Maduro. Absténgase de apoyar las elecciones fraudulentas en Venezuela”. Las palabras pertenecen a Cayetana Álvarez de Toledo, otras más en la línea de quien no se baja ni de la agudeza ni de las causas buenas.

Cayetana es de esos políticos que no responden a intereses. Eso, a veces, la hace ver descarriada, aunque la realidad sea todo lo contrario. Los políticos de este pelaje son una especie en vía de extinción. Tienen la característica de que sus colegas de profesión no se sienten a gusto en su presencia. Ni siquiera, o sobre todo, quienes pertenecen a su misma familia política. La honestidad y el talento no son siempre bienvenidos, sobre todo por aquellos que carecen de ellos mientras se ahogan en un océano de ambición.

"No manche el prestigio, por favor, de Europa como baluarte de la democracia y de los derechos humanos (...) no convierta a la Unión Europea en coartada de la dictadura”, le soltó Álvarez de Toledo a Borrell antes de insistirle en que presione para lo único que puede resolver la crisis venezolana: unas elecciones presidenciales libres y justas.

Y, como no anda con medias tintas, no fue solo el catalán el que llevó palos. No se podía salvar el protagonista del último episodio de esta historia de terror que ha sido el chavismo. “Rechazo rotundamente la operación encabezada por Henrique Capriles, que mucho más que una traición a Juan Guaidó es una traición a la esperanza de una Venezuela democrática. Es una operación inmoral e inútil. Inmoral porque socava la unidad de los demócratas (…) inútil porque solo sirve para dar oxígeno a la dictadura, para blanquear la represión, el crimen y el saqueo”.

El olfato de Cayetana no la traiciona. Y la información, porque de paso es periodista y sus fuentes en la oposición venezolana son inmejorables. Lo de Capriles es inmoral, pero no sólo por lo imperdonable que es quebrantar la unidad, el mayor activo de quienes son adversos a la dictadura, sino por los intereses que representa el ex candidato presidencial.

¿Y cuáles son esos intereses? Follow the money. A Henrique se le ha vinculado con Odebrecht, la constructora brasileña que corrompió a medio mundo político latinoamericano. Presidentes de izquierda y derecha sucumbieron a las apestosas mieles de la corrupción gracias a un dinero cuyo caudal era tan poderoso como el del Amazonas. Todo bajo el manto protector de Lula, por cierto ídolo caprilista.

Lo de Capriles es inmoral, no sólo por lo imperdonable que es quebrantar la unidad, sino por los intereses que representa

El responsable en Venezuela de la multinacional, Euzenando Acevedo, aseguró que le dio millones de dólares a las dos campañas presidenciales de Capriles. No a él, pero sí a su entorno. Como en tierras venezolanas no hay libertad, esa información no ha pasado todavía por la verificación judicial, más allá del testimonio.

Tras la implosión de Odebrecht, el entorno de Capriles se concentró en otras fuentes de negocios. La adicción del chavismo a endeudarse fue un festín para banqueros, dirigentes empresariales y políticos. Son quienes hoy más aplauden el retorno de su caballo a las pistas.

Las luces de esa fiesta comenzaron a apagarse cuando en 2016 la mayoría de la Asamblea Nacional -Acción Democrática, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y otros partidos sin contar a la caprilista Primero Justicia- decidió prohibir la emisión de nuevos títulos de deuda, unos bonos de sangre para financiar a un régimen cuyas violaciones a los derechos humanos son harto conocidas. A los fiesteros se les echó definitivamente a la calle cuando el gobierno de Trump retiró la licencia necesaria para tranzar los títulos de deuda venezolanos.

Cuando Trump apagó las luces se ganó de enemigos a este “clan de los bonitos”, como jocosamente se les ha apodado. Han movido sus fichas en el Partido Demócrata para apoyar a Biden y para que parlamentarios de ese partido cabildeen en contra de las sanciones, las mismas que impiden a Maduro recibir dinero fresco. Sin esas inyecciones de capital, no hay negocios y sus comisiones, las cuales en muchos casos terminan en bolsillos “opositores”. Lo irónico es que al chavismo quien lo empezó a sancionar fue Obama, cuyo vicepresidente era el ahora candidato presidencial.

Es también en ese momento, con la movida anti-bonos de Trump, cuando Capriles y su entorno movieron ficha en Europa para que lo acompañaran en su nueva aventura. En el Viejo Continente, por cierto, hay dolientes tanto de Odebrecht como del Foro de Sao Paulo. La operación ha sido promovida y aplaudida por los angelitos turcos, rusos, cubanos y hasta chavistas. ¿Son los nuevos amigos de Capriles? ¿Son también los de Borrell?

El llamado de atención de Cayetana, como española y como europea, llega en el momento preciso. Como venezolano, este cronista se une a esa petición de que Borrell no haga el Zapatero.

Francisco Poleo es analista especializado en Iberoamérica y Estados Unidos.

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