Censurado por Pedro José Ramírez

Por Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Secretario General del PSOE de Extremadura y secretario ejecutivo de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE (ABC, 04/09/06):

Fui un ingenuo. Creí en el talante democrático de Pedro José Ramírez y en su defensa de la libertad de expresión y, por eso, le envié este escrito para que lo publicara en su periódico. El director de «El Mundo» ha rechazado el escrito con el argumento de que ni sé leer ni sé escribir. En el supuesto de que fuera cierto, hasta los que no saben ni leer ni escribir tienen derecho a la libertad de expresión, que es la que me ha negado el señor Ramírez al prohibir la publicación de este escrito en su periódico. Es la primera vez en la democracia española que alguien me censura un escrito, y ha tenido que ser el que se proclama campeón de la libertad de expresión el que haya cometido ese atentado.

Esa es la razón por la que he acudido al diario ABC para que me ampare en mi libertad de refutar con un escrito los argumentos de quien no admite ni réplica ni contraste de opiniones. Agradezco al director de ABC que, una vez más, me permita utilizar mi libertad en las páginas de su periódico.

Sé que Rafael Vera y Alfredo Pérez Rubalcaba no van a contestar a la bazofia que el domingo 27 de agosto publicó en Carta del director, bajo el título «Del Gal al 11-M», el señor Ramírez, director del periódico «El Mundo». Y sé que no lo harán porque la teoría imperante en la clase política es no hacer caso de calumnias y falsedades; no alimentar la estrategia de quienes se sitúan en los antípodas de la verdad a la hora de informar. Yo, en consecuencia, debería hacer lo mismo, puesto que ni estuve nunca en el Gobierno ni sé nada referente a los GAL o al atentado del 11-M que el señor Ramírez lleva tiempo intentando relacionar. Pero si no sé nada de esos acontecimientos, que marcaron la vida y la democracia en España, sí soy, sigo siendo y seré militante del PSOE y, como tal, me siento concernido por lo que se decía en ese artículo del señor Ramírez. Sólo habría algo capaz de llevarme a pedir la baja en el PSOE, y ese algo sería la confirmación de que el señor Ramírez llevara razón. Ni yo ni seguro que miles de militantes socialistas tendríamos estómago suficiente para militar en un partido que hubiera tenido la más mínima responsabilidad por acción u omisión en el atentado más criminal de la historia democrática española. Es más, si esa supuesta implicación fuera algo más que el producto del odio y de la persecución del señor Ramírez contra algunos socialistas, y particularmente contra Rafael Vera —príncipe de las tinieblas en la versión actual, policía pacifista en la denominación con la que lo calificó en 1994—, estaríamos ante los siguientes supuestos:

  1. Si esa implicación de la que hace doctrina el director de «El Mundo» fuera cierta, el PSOE debería disolverse y desaparecer para siempre, algunos de sus dirigentes procesados rápidamente y Rafael Vera y Alfredo Pérez Rubalcaba deberían entrar en prisión con la condena máxima posible. De igual forma, debería iniciarse un proceso de depuración de los Servicios de Información y Seguridad del Estado, según las acusaciones de que son objeto por el señor Ramírez, en función de su papel en el atentado del 11-M.
  2. Si esa teoría repugnante fuera falsa y en el juicio oral no se demostrara absolutamente nada de la canallada que se quiere hacer recaer sobre algunos miembros de mi partido, y concretamente sobre los dos citados, el director del «El Mundo» no podría seguir ejerciendo la dirección de un periódico y menos ejerciendo la profesión de periodista. No es periodista ni puede serlo quien elabora teorías temerarias sin pruebas ni fundamento, con el único objetivo de hacer daño a un partido en el que militamos miles de ciudadanos decentes, honrados y democráticos que no podemos seguir soportando en silencio las graves acusaciones que el señor Ramírez lanza contra el PSOE.
  3. Si lo que escribió el domingo pasado el señor Ramírez fuera cierto, que no puede serlo, y no se utilizara únicamente como arma arrojadiza sobre Vera y Rubalcaba, y, por elevación, sobre todos los militantes socialistas, el señor Ramírez tendría la obligación de poner todos los datos de que dispusiera en manos del juzgado de la Audiencia Nacional o de la Fiscalía para que la justicia actuara. Si no lo hace es porque el señor Ramírez no tiene la intención de aclarar los hechos, porque es mentira lo que pregona y porque su intención es convertir la mentira en verdad como lo ha pretendido, en otras ocasiones, sin que nadie haya tenido el coraje de terminar con los perjuicios que semejante tipo de persona está provocando a la democracia y a la convivencia entre los españoles.

Exijo, pues, desde mi militancia en el PSOE, que se dé respuesta a una de las tres premisas que expongo en este escrito. Es hora de que nos vayamos acostumbrando a pagar por nuestros errores, máxime si de lo que estamos hablando es de la muerte de casi doscientas personas y del drama de miles de familias y de todo el país, que aún no se ha repuesto de aquel terrible y tenebroso atentado.

Me inquieta que se dejen circular teorías como la expuesta por el director de «El Mundo» sin que nada ni nadie hagan algo para evitarlas o para confirmarlas. Me aterra que el fiscal general del Estado no haga nada; me escandaliza que la Audiencia Nacional no llame al periodista que tan graves acusaciones hace para que aclare o desmienta sus acusaciones. Me preocupa que no se dé importancia a la gravedad de lo que dice el director de un periódico nacional, bien porque nadie lo crea, bien porque lo creen a pies juntillas. Me asombra que aquí no pase nada ante algo tan grave y que las cosas se dejen correr hasta que la insidia y el odio se olviden o se alimenten. Este asunto no debe ser un instrumento de venta de periódicos o un ajuste de cuentas con los socialistas. Esto no es la piscina del señor Ramírez con la que algunos pretenden vengarse de la soberbia del director. No. Esto es un asunto tremendo. Yo quiero saber si miente el señor Ramírez o si dice la verdad. Si miente, debe pagar por esa calumnia. Pido la ayuda del Estado de Derecho para que se castigue a quien intenta llenar de oprobio a un partido al que muchos hemos entregado nuestra vida.