Chávez faltó a su país

Aunque ya de vez en cuando, las cadenas de televisión todavía siguen emitiendo el vídeo en el que el Rey le pregunta al actual presidente de Venezuela por qué no se calla. Las imágenes que muestran lo sucedido en la cumbre iberoamericana gozan de una más que notable fuerza mediática. No es pues de extrañar que se utilice este recurso para fijar audiencia. En ellas se puede ver cómo el jefe del Estado español le pregunta al jefe de Estado de Venezuela por qué no nos concede a todos la gracia de su silencio. Chávez, demagogo aventajado, acostumbrado a coger --¿sabiamente?-- el rábano por las hojas y las moscas por el rabo, también utiliza de forma reiterativa lo acontecido para arrimar el ascua a su sardina y reclamar, fijándola, la atención de los al menos tres millones de votantes que en el último plebiscito por él --¿sabiamente?-- planteado le retiraron su apoyo y confianza.

El pasado mes, días antes de la votación, un periódico gallego resumía de forma muy concisa la situación creada y su aprovechamiento por el dictador caribeño; que lo es, por mucho que haya aceptado el resultado de la consulta gracias a que sus compañeros de armas (esta vez sí, sabiamente) así se lo hayan impuesto. En una tira cómica, realizada por el par de maestros que firman Pinto&Chinto, podía verse una enorme masa de gente parapetada detrás de una pancarta que lucía la real pregunta, la misma y real que se formula ya la mayoría de los venezolanos: "¿Por qué no te callas?".

Delante de la pancarta, en gran primer plano, el antaño golpista recién fracasado en su segundo intento, pues no de otra cosa se trataba el texto constitucional propuesto, aparece prendiendo fuego a una bandera española que, al arder, produce una intensa cortina de humo que tiende a ocultar la más real de todas las preguntas formuladas hasta el momento respecto de la situación de Venezuela. También la tira de Pinto&Chinto sigue teniendo hoy el mismo valor de entonces.

Sin embargo, lo más importante de lo sucedido en la cumbre celebrada en Santiago de Chile ha pasado sin mayor tipo de consideraciones. Sucedió en el momento en el que un inmensamente demó- crata presidente Zapatero le exigió respeto para el exjefe del Gobierno español al déspota venezolano, y este le contestó: "Dígale a él, dígale a él que respete nuestra comunidad, que respete a Venezuela...". En ese instante surgió la figura del Rey que, enarbolando un dedo índice acusador, de forma contundente y clara, dirigiéndolo expresamente con toda la elocuencia gestual necesaria hacia Chávez, le dijo: "Y tú".

El Jefe del Estado español le indicó así a Chávez que él también debe respetar a Venezuela y a los venezolanos; algo que, con toda evidencia, dejó de hacer desde el no tan lejano momento en el que se levantó en armas para protagonizar un golpe de Estado contra un Gobierno elegido de forma democrática hasta ahora mismo, cuando acaba de fracasar en su segundo intento, al pretender llevarlo a cabo por una vía democrática que solo resultó serlo en la aceptación final de la respuesta electoral; al menos "por ahora", según sus propias palabras de advertencia.

En la reciente toma de posesión de la nueva presidenta de Argentina, el mandatario venezolano ha seguido utilizando la ya manida cortina de humo con la campechanía que le es propia y la habilidad de un indio comanche que, inspirado por el mezcal, se dispusiese a emitir señales por cuenta de un y propio fuego interno y el --¿sabio?-- manejo de una manta llena de agujeros. Fracasado en sus intentos de acercamiento a Felipe de Borbón --el escueto "¿cómo estás?"--, ha persistido en lo mismo que durante el ya largo mes transcurrido desde la célebre cumbre de Chile. Delante de los intelectuales y artistas que acudieron al mitin dado en el Centro Cultural de la Cooperación, en Buenos Aires, dijo: "Hubo héroes de la resistencia indígena que batallaron por sus ideas. Pasaron 500 años y a algunos europeos no les gusta y gritan: '¿por qué no te callas?'".

En Venezuela, es conocido un autorretrato del personaje --que también padece veleidades pictóricas-- en el que Chávez se muestra acompañado de Jesucristo, Miguel de Cervantes y Simón Bolívar, como síntesis y manifestación de las muchas cualidades y personalidades que adornan y constituyen la esencia de su ser complejo. Él se ve así. Esa tetrarquía espiritual se enriquece ahora con la imagen del indigenista resistente en la que también se ve. Este hombre empieza a tener demasiada gente dentro de la sesera y empieza a cobrar sentido la algo enfáticamente proclamada decisión que lo llevó a anunciar, urbi et orbi, que congelaba lo incongelable: "Anuncio al mundo que las relaciones con Colombia las meto en el congelador". La pregunta que surge es cuántas apariciones públicas más serán necesarias para que el líder venezolano se presente a sí mismo en funciones de insigne matemático capaz de llevar a cabo la cuadratura del círculo.

La otra pregunta, surgida a partir de la anterior, es la de si los europeos que pensamos que Chávez debería mantener su boca algo más cerrada de lo que la tiene tendremos que esperar hasta entonces para empezar a pensar, ya ampliamente documentados, que el rumor que circula por Venezuela es cierto y que si lo que sucede en realidad es que Chávez está un poco (o bastante) chaveta; es decir, loco. Por eso es oportuno pensar que Venezuela debe recuperar el respeto y la dignidad tan demencialmente conculcadas por su propio presidente. Se trata de una afirmación real.

Alfredo Conde, escritor.