Chimérica

Esta contracción de China-América sugiere una quimera surgida del Pacífico hacia el año 2000, por la cual Estados Unidos compra objetos de consumo a China y esta le presta el dinero a EE.UU. para seguir comprando. Lo hace por medio de la compra de bonos del Tesoro americano.

Esta relación es como un matrimonio en el que un esposo ahorra e invierte y el otro gasta y ninguno de los dos es capaz de divorciarse. Si China cesara de comprar dólares, esa moneda se colapsaría y los 800 billones que tienen los chinos perderían su valor. Si, por otra parte, los americanos cesan de comprar bienes chinos, su nivel de vida bajaría y perderían ese crédito fácil. Un boicot americano puede causar caos industrial en China, pero una venganza china lanzando dólares al mundo arruinaría a Estados Unidos.

Bonita danza de la muerte, abrazo del oso, suicidio a dúo que se han montado las dos superpotencias económicas del mundo. Inventaron la palabra el historiador Niall Ferguson y el economista Moritz Schularick en el 2007. Precisamente en ese momento las burbujas de la crisis comenzaron a estallar, el año siguiente las economías occidentales entraron en recesión, en un catastrófico ciclo de Kondratieff, que son los que ruedan cada 70 años. En el 2009 se evaporaron 13 trillones de riquezas de los consumidores.

La economía china también cayó, pero como crecía al 15% pasó a crecer solamente un 7,5% anual. En el 2010 China crecía el 8,5% anual y Estados Unidos al 0,8%. Después de Tiananmen, en 1989, el capitalismo salvó a China: después de la crisis del 2007, China salvó al capitalismo.

¿Qué pasará luego? Que China superará a EE.UU. en PIB. Eso sucederá en el 2020 según Agnes Maddison, pero según Robert Fogel eso está sucediendo en el 2016. En su libro del 2009 Cuando China gobierne el mundo, Martin Jacques sitúa la hegemonía china hacia el año 2040. Un estudio de Goldman Sachs proyecta que el PIB chino sobrepasará el de EE.UU. en el 2027.

Pero no se alarmen: los chinos no son como nosotros, ellos nunca han conquistado continentes a sangre y fuego para imponer su religión y llevarse todo el oro. Lo que sí han querido es comerciar con todo el mundo y que se les reconozca su superioridad en forma de tributos y homenajes de vasallaje.

Hacia 1420 el almirante Zheng-He, también llamado San-Bao, y en Arabia, Simbad el Marino, zarpó del puerto de Nankín con 320 naves y 28.000 hombres. Tenía a sus órdenes 93 capitanes, 100 contramaestres, 5 astrólogos y 180 médicos. Los barcos menores medían 20 metros de eslora y servían como transporte, algunos tenían establos para la caballería, otros eran huertos de verduras y otros cisternas de agua potable. Los buques de guerra medían 60 metros de largo por 22 de ancho, y las naves capitanas –llamados barcos del tesoro– medían 100 metros por 50 de ancho. El buque insignia de Simbad medía 150 metros de eslora con 9 mástiles y 62 metros de ancho. La nave de Colón, ¿medía 25 metros?

Zheng-He tenía órdenes de no atacar a los habitantes de las costas ni conquistar los territorios que descubriría; su misión era comerciar con ellos, inventariar sus recursos y dejarles plantas y animales chinos que allí no hubiera. Las órdenes imperiales eran navegar hasta los confines del mundo para recibir tributos, de los bárbaros de ultramar a todos los pueblos bajo el firmamento, a civilizarse en la Gran Armonía Confuciana.

Estos viajes se suspendieron cuando en Pekín comprobaron que, fuera de Europa, a donde ya llegaban por la ruta de la seda, apenas existía nada que comerciar: cocos, maderas, abalorios y artesanías burdas. Nada para cambiar por la seda, vajilla, porcelanas y metales chinos.

Estoy con los que opinan que China repetirá la actitud de tiempos de Zheng-He. En el siglo XV abandonaron los viajes intercontinentales porque vieron que no había nada que comerciar. En el siglo XXI se han dado cuenta de que tienen mucho que conseguir en África y América Latina y se están posicionando allí con enormes inversiones.

Pero no los conquistarán ni les impedirán su religión a la fuerza. Y por extensión, a Europa tampoco. Creo que chinos y japoneses nos ven como un vetusto y artístico shopping center donde venir a comprar en sus días de vacaciones. A Estados Unidos ya lo cautivaron con su Chimérica y lo tienen como un extenso mercado. Van a abrir un segundo canal en Centroamérica y están comprando los puertos de allí y de Europa. El Pireo es suyo, y la mitad del puerto de Barcelona también.

Así va a ser la hegemonía china, que se consolidará en la segunda mitad de este siglo. Sólo nos exigirán pleitesía, que reconozcamos su superioridad y que paguemos tributos. Con el ejército de EE.UU. tal como es ahora, superior a todos los demás, ¿cómo van a conseguir los chinos que EE.UU. les pague tributos? Ya.

Luis Racionero

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