China, más cerca

En 1978, Sus Majestades los Reyes aterrizaban en Pekín en su primera visita de Estado a China. Acababa de asumir el poder Deng Xiao Ping y con él una generación de políticos que iniciaron una reforma económica y social de gran calado. Era una China que apenas superaba los 200 dólares per cápita, que exportaba al mundo 20.000 millones de dólares, que es el volumen de intercambios hoy con España, una China de bicicletas, tecnológicamente atrasada, sin comunicaciones. En España se vivía la transición. Era el año de la Constitución y estábamos en vísperas de abrir negociaciones con Europa. Ambos países nos estábamos preparando para el despegue económico y social en el interior y para adquirir una voz y presencia respetada en el ámbito internacional.

Casi treinta años después, Sus Majestades vuelven a una China que es la cuarta economía del mundo, crece a ritmos asombrosos año tras año, es la primera reserva mundial de divisas, y ha contribuido al 25% del crecimiento mundial de los últimos años. China es el segundo socio comercial de la Unión Europea, el mayor receptor mundial de inversión extranjera y una de las potencias exportadoras con más futuro del mundo. Un país que se encuentra en estos momentos inmerso en un nuevo y profundo proceso de cambio que afecta a su estructura productiva, a su organización social, y a corregir unos desequilibrios que los dirigentes de la China del siglo XXI quieren allanar para convertir al país en una de las potencias globales que marcarán el devenir histórico de nuestro mundo en las próximas décadas.

Y Sus Majestades también han llevado a China una España diferente, una España que en estos treinta años ha experimentado el cambio más profundo de su historia, la octava economía del mundo, uno de los países líderes de la Unión Europea y una voz respetada en el mundo.

Hay un estereotipo que dice que España ha llegado tarde a China. No lo creo así. Esta tercera visita de Estado que los Reyes acaban de finalizar tiene lugar en un instante no sólo oportuno sino apasionante en nuestros respectivos momentos históricos. Y este momento ha llegado cuando China y España pueden acometer juntas una proyección política, económica, tecnológica y cultural adecuadas para hacer frente, con garantías, a los retos que tiene planteado este siglo XXI que acaba de empezar.

En nuestro mundo globalizado es impensable una política exterior que no tenga un componente asiático importante. Este Gobierno así lo ha comprendido y hoy se puede decir que nuestra presencia en Asia no tiene precedentes. Y la punta de lanza de esta presencia es, sin lugar a dudas, China, un país que, además, tiene una vocación de convertirse en una de las grandes potencias globales del futuro. La irrupción de China en la escena internacional ha cambiado muchos de los esquemas clásicos de prioridades de los países. Y España hace tiempo que ha asumido este reto y por ello se siente orgullosa de tener suscrita una Asociación Estratégica Integral con ese país. Con ello, el Gobierno conjuga dos objetivos claros:

Por un lado, responde a una demanda creciente de la sociedad española, de los empresarios, de los medios de comunicación, de universidades y centros de estudio y análisis, del mundo de la cultura, el deporte o la gastronomía, por citar algunos de los sectores que más activos se muestran en los intercambios con China. Para ello, ha lanzado el Año de España en China 2007, que se encuentra en su ecuador y que esta visita de Estado contribuye a realzar y hacer más visible. Se trata de un plan de Estado, un compromiso del Gobierno lanzado por su vicepresidenta primera, que pretende afianzar nuestra visibilidad en China y potenciar la percepción del pueblo chino hacia España. Queremos aprovechar la ocasión para que, a lo largo del año 2007, los españoles presentemos a la sociedad china nuestra realidad social, política, económica, cultural y científica, que se sitúa entre las más dinámicas e innovadoras de Europa. A través de un mejor conocimiento mutuo, España se verá beneficiada por la percepción china de que nuestro país es, de hecho, tan apuesta de futuro como para nosotros lo es el suyo.

Por otro lado, España y China como socios y aliados estamos estableciendo una estrategia común en la escena internacional que nos está llevando a políticas comunes en campos como la defensa de un multilateralismo eficaz y la reforma de las Naciones Unidas, la lucha contra el terrorismo, la consecución de los objetivos del milenio y a mantener una voluntad común de aunar para que los pueblos de las distintas civilizaciones se aproximen y se entiendan. En este sentido es notable el apoyo que China está dispuesta a dar a la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones y el compromiso que el propio presidente Hu ha adquirido con el proyecto.

Y no sólo eso, nuestra asociación estratégica nos permite que España esté acompañando el apasionante proceso de transformación interna china desde una posición de privilegio. Nuestro diálogo político permanente a todos los niveles en cuestiones tan importantes como los derechos humanos, las relaciones con la Unión Europea, la cooperación en materias tan variadas como la reforma legislativa y judicial, la educación, la identificación de acciones comunes en terceros países, la energía y el cambio climático, la proyección del español y de lo español en esta importante zona del mundo y la potenciación de nuestras culturas e imágenes respectivas. Con la reciente apertura del Cervantes en Pekín y el próximo en Shanghai, se cumple, además, la promesa que Don Quijote de la Mancha hace sobre la «creación de una escuela española» en la ya entonces soñada China.

Ha sido una visita llena de contenido, pero también llena de símbolos, de mensajes. El de una España moderna y tecnológicamente avanzada, como lo simboliza el acuerdo firmado por Telefónica para transmitir los Juegos Olímpicos, el de una España que quiere proyectar su imagen cultural, como la exposición de tesoros del Museo del Prado que han inaugurado los Reyes, la de una España empresarial, deseosa de exportar y de invertir, como ha mostrado bien a las claras el mayor encuentro empresarial organizado en el extranjero y que también inauguraron los Reyes. El de una España cercana al futuro de China, a sus niños, como simbolizan esos pequeños artistas chinos de flamenco que los Reyes tuvieron la ocasión de admirar durante su visita al Instituto Cervantes.

Decía Peyrefitte hace unas décadas que cuando China despertara, el mundo temblaría. No ha sido el caso. Hemos visitado un país bien despierto, a la vanguardia mundial en muchos campos, pero deseoso de concretar colaboraciones con países como España en campos de alta tecnología, pero también en cooperaciones en terceros países, como en Africa o en Iberoamérica, de buscar juntos fórmulas de entendimiento para la paz y la seguridad internacionales. España y China tienen la ocasión de afrontar el futuro de la mano, como aliados y socios. Es una oportunidad histórica para ambos que el Gobierno español no desaprovechará.

Miguel Angel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores.