China necesita un estímulo económico

Puede que el crecimiento del PIB de China sea sólido en términos globales, pero la tasa anualizada de un 6% en el tercer trimestre de 2019 es la menor registrada en el país desde 1992. De hecho, el crecimiento del PIB chino ha ido disminuyendo a paso constante desde el primer trimestre de 2010, cuando superó el 12%, en una tendencia a la baja que es más riesgosa de lo que muchos observadores parecen comprender.

En los años recientes, la perspectiva de un menor crecimiento chino ha tenido una aceptación generalizada, tanto dentro como fuera de China. Se argumenta que la reducción de la población en edad laboral significa que ya no es esencial un crecimiento del 8% para el pleno empleo, por lo que introducir más estímulos fiscales o monetarios no merece el riesgo. En lugar de ello, las autoridades chinas deberían centrarse en mejorar la calidad del crecimiento mediante reformas estructurales del lado de la demanda, objetivo que la mayoría de los economistas chinos argumentan que, de hecho, puede ser más fácil de lograr en un entorno de menor crecimiento.

Se trata de un enfoque equivocado. Si bien el ajuste estructural es crucial, un crecimiento económico más lento no es un requisito previo para el éxito; por el contrario, sería un impedimento para la reforma. Más aún, dado que la complejidad del mercado laboral chino impide la recolección de datos, es probable que la situación de empleo en China no sea tan sólida como muchos creen.

En este contexto, la gran prioridad del gobierno chino debería ser detener el declive del crecimiento del PIB, no en menor medida para evitar un tipo de efecto de bola de nieve que haría mucho más difícil esta recuperación más adelante. Tras una década de constante desaceleración sin término a la vista, los inversionistas y consumidores se están volviendo cada vez más reluctantes a gastar. Las serias vulnerabilidades financieras no harán más que inquietarles más: ceteris paribus (siendo iguales los demás factores) la baja del crecimiento empeorará todos los indicadores de estabilidad financiera.

Afortunadamente, China cuenta con el margen de políticas para fomentar el estímulo. No hay duda de que la oferta amplia de dinero (M2) de China se encuentra entre las mayores del planeta. Es posible que la posición fiscal del país no sea tan sólida como sugieren las cifras oficiales y la proporción de su deuda corporativa con respecto al PIB se encuentra también en las más altas del mundo. Pero una mirada más en detalle sugiere que los riesgos asociados son exagerados.

Por supuesto, el principal riesgo relacionado con la expansión monetaria es la inflación. Pero la aseveración de Milton Friedman en 1956 de que la “inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario” se ha desacreditado completamente en los últimos años. Países con altas proporciones de M2 a PIB han solido mantener una inflación baja, y países con bajas proporciones de M2 a PIB algunas veces han luchado con altos índices inflacionarios.

China no es ninguna excepción. Si bien el M2 ha aumentado más rápida y consistentemente que el PIB nominal a lo largo de la década pasada, el índice base de consumo chino ha girado en torno al 2% y su índice de precios para los productores ha caído a menudo a territorio negativo. Esto se puede explicar en parte por los hábitos financieros de los hogares chinos: ahorran mucho, con lo que se eleva el M2, pero principalmente en cuentas de ahorro, que no son inflacionarias. Para China, ahora la deflación es una preocupación más seria que la inflación.

En el frente fiscal, las cifras son doblemente engañosas. Oficialmente, China ha tenido una proporción promedio de déficit a PIB inferior a un 2% en la última década, y una proporción estatal de deuda a PIB de cerca del 40%. Sin embargo, solo en los primeros tres meses de este año, los gobiernos locales han emitido CN¥2,53 billones ($359 mil millones) en bonos con fines especiales, a fin de financiar proyectos de interés público.

Estos bonos no se registran como déficit financiero porque se supone que los proyectos que financian generarán suficientes ingresos como para cubrir todas sus obligaciones de deuda. Si se registraran, las proporciones de déficit y deuda de China se elevarían significativamente.

Con todo, incluso si estos indicadores se recalcularan para incluir todas las deudas contingentes del gobierno, la posición fiscal de China seguiría siendo significativamente más sólida que las de la mayoría de las economías más avanzadas. Lo más importante es que el gobierno de China posee activos netos valorados en $17 billones en 2016, según la Academia China de Ciencias Sociales, un potente amortiguados contra embates fiscales.

Los mayores riesgos surgen de la deuda corporativa de China, que superó el 160% del PIB en 2017. Pero incluso aquí hay pocas razones para entrar en pánico, ya que este tipo de deuda (principalmente resultado de mercados de acciones subdesarrollados) se financia principalmente por los ahorros de los hogares. (A pesar de haber aumentado en los últimos años, la deuda externa de China sigue siendo relativamente baja).

Más aún, el aumento de la proporción de deuda corporativa a PIB en China se ha ralentizado en los últimos años. La mejor solución para reafirmar esta tendencia no es negarse a reinvertir en las deudas corporativas (lo que podría causar una escasez de liquidez que impulse innecesariamente a las compañías a la quiebra), sino darles la oportunidad de crecer por encima de la deuda. Y para eso se requiere una economía con mayor crecimiento.

China cuenta con el margen de políticas para implementar un potente paquete de estímulo económico. Si bien habría que reconocer plenamente sus efectos secundarios y sus límites, los riesgos de seguir en desaceleración (no solo para China, sino también para una economía global en inminente recesión) señalan que el gobierno debería usarlo.

Yu Yongding, a former president of the China Society of World Economics and director of the Institute of World Economics and Politics at the Chinese Academy of Social Sciences, served on the Monetary Policy Committee of the People’s Bank of China from 2004 to 2006. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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