China necesita volver al equilibrio

China está en una encrucijada. Tras tres décadas de crecimiento a un ritmo nunca antes visto, el país toleró excepcionalmente bien la crisis económica internacional. Pero aún conserva importantes desequilibrios económicos que le dificultan alcanzar la condición de país de altos ingresos. La pregunta es: en momentos en que la dirigencia china se enfrenta a desafíos como alto endeudamiento de los gobiernos de nivel local e inestabilidad financiera provocada por actividades de riesgo de la banca informal, ¿tendrá margen suficiente para aplicar políticas que resuelvan esos desequilibrios?

Después de la crisis económica internacional, parecía que China iba a conseguirlo. Su superávit de cuenta corriente se redujo de más del 10% del PIB en 2007 a 2,6% en 2012, y por primera vez desde 1998 se registró un importante déficit de cuenta de capital. Además, en 2012 las reservas de divisas extranjeras crecieron solamente 98.700 millones de dólares, cuando entre 2007 y 2011 venían haciéndolo a un ritmo anual promedio de 435.000 millones de dólares. Esto alivió la presión alcista sobre el valor del renminbi.

Pero el año pasado, los desequilibrios volvieron a China reforzados. Es probable que en 2013 el superávit comercial haya superado los 250.000 millones de dólares; el superávit de cuenta de capital superó los 200.000 millones de dólares en los primeros tres trimestres del año; y las reservas treparon 509.700 millones de dólares. Mientras tanto, la reducción del superávit de cuenta corriente (como porcentaje del PIB) puede ser resultado de un mayor déficit en la cuenta de ingresos por inversiones. Y si bien la recuperación de las economías avanzadas impulsó las exportaciones, la persistencia de un exceso de capacidad ociosa y la desaceleración del crecimiento del consumo de los hogares respecto de 2012 llevaron a que el ritmo de crecimiento de la inversión, a pesar de que aún es importante, se redujera al menor valor de los últimos once años.

En principio, un país puede mantener un déficit o un superávit de cuenta corriente en forma continua durante décadas. Pero el superávit crónico de China es problemático. Como sigue siendo uno de los países más pobres del mundo (la renta per cápita de los chinos no llega a 7000 dólares), el hecho de que sea el mayor exportador de capital del mundo supone una muy mala asignación de recursos.

De hecho, tras dos décadas continuas de superávits gemelos de cuenta corriente y cuenta de capital, las reservas de moneda extranjera de China van camino de superar el umbral de los cuatro billones de dólares, y el costo marginal de cada dólar acumulado supera con creces sus beneficios potenciales. En este contexto, la acumulación continua de divisas extranjeras es claramente contraproducente.

Por supuesto, reequilibrar la economía de China llevará tiempo y traerá consigo riesgos y sacrificios. Pero la dirigencia china debe reconocer que el país se enfrenta a serias dificultades económicas y que es conveniente tolerar un crecimiento más lento en el corto plazo a cambio de transitar una senda de crecimiento más estable a largo plazo. De hecho, con políticas adecuadas, es posible minimizar la duración y el impacto de la desaceleración económica.

Un primer paso fundamental que debe dar el Banco Popular de China es dejar de intervenir en el mercado de cambio, para poner fin así al incremento de las reservas. O sea, China debe adoptar un régimen de cambio flotante lo antes posible.

Si bien la transición afectará negativamente el crecimiento de China, no será tan grave como muchos creen. En primer lugar, a pesar de que es probable que el renminbi se aprecie, en China hay consenso respecto de que el tipo de cambio actual no está lejos del nivel de equilibrio, de modo que la apreciación será modesta.

Asimismo, si bien la apreciación del renminbi pondrá un freno al crecimiento de las exportaciones, es probable que no sea tan drástico, ya que el sector exportador chino depende mayormente de industrias de procesamiento (en concreto, armado de piezas intermedias importadas de países como Japón y Corea del Sur). Y es improbable que el aumento de las importaciones que se dará en paralelo repercuta considerablemente en el crecimiento; lo más probable es que complemente la demanda interna, más que sustituirla. En síntesis, China puede hacer frente a los costos de las políticas de reequilibrio.

Puesto que en los últimos años aumentó el ingreso a China de capital especulativo a corto plazo en busca de oportunidades de arbitraje con los tipos de cambio y de interés, eliminar las expectativas de apreciación puede provocar un aumento brusco de la salida de capitales. De modo que se necesitará una gestión cuidadosa de los flujos transfronterizos, para prevenir que una fuga de capitales a gran escala amenace la estabilidad financiera de China.

La adopción de un tipo de cambio flexible dictado por las fuerzas del mercado impedirá a los especuladores apostar unilateralmente a la apreciación del renminbi; esto ayudará a disminuir el stock de capital especulativo, que en la actualidad constituye la mayor parte del superávit de cuenta de capital de China.Incluso si el superávit de cuenta corriente se mantiene algún tiempo, pasar de superávits gemelos a una posición externa más normal mejorará considerablemente la eficiencia en la asignación de recursos.

China demoró demasiado tiempo hacer los ajustes necesarios en la estructura de su balanza de pagos. Ya es tiempo de hacer cambios, aunque eso implique prepararse para enfrentar algunos riesgos.

Yu Yongding was President of the China Society of World Economics and Director of the Institute of World Economics and Politics at the Chinese Academy of Social Sciences. He has also served as a member of the Monetary Policy Committee of the People's Bank of China, and as a member of the Advisory Committee of National Planning of the Commission of National Development and Reform of the PRC. Traducción: Esteban Flamini.

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