China puede gastar más para crecer más

La economía china está en gran medida recuperada del shock de la COVID‑19. En el tercer trimestre de 2020 registró un 4,9% de crecimiento anual, y es muy probable que la tasa supere el 5% en el cuarto trimestre. El resultado sería un crecimiento anual de al menos el 2% para todo el año; nada mal en un momento en que buena parte del mundo enfrenta una recesión derivada de la pandemia. Pero no quiere decir esto que el camino esté libre de obstáculos.

Un factor clave para determinar el desempeño general probable de China en 2020 es el crecimiento del consumo. Las cifras de consumo final del tercer trimestre todavía no están disponibles, pero puede tomarse como indicador sustituto la venta minorista de bienes de consumo social. Por desgracia, la imagen que nos muestra no es muy brillante: pese a que el crecimiento mensual de este indicador es positivo desde agosto, en los primeros diez meses de 2020 el total de ventas registró una caída interanual del 5,9%.

El consenso en China es que a pesar de la recuperación del consumo de los hogares, habrá que esperar a que termine el año para que el crecimiento anual de las ventas minoristas de bienes de consumo social ingrese a terreno positivo. Y la experiencia pasada hace pensar que el crecimiento del consumo final será incluso menor. En 2019, por ejemplo, las cifras fueron 6,3% y 8%, respectivamente.

Otro factor clave del desempeño económico es la formación de capital. Aquí tampoco están disponibles las últimas cifras, pero hay datos sobre la inversión en activos fijos, y también muestran un panorama ambiguo.

En los primeros diez meses de 2020, la inversión en activos fijos creció un 1,8% interanual. El principal motor de este crecimiento fue la inversión inmobiliaria, que creció a un ritmo del 5,6% en ese mismo período, pero ahora muestra signos de debilitarse.

En tanto, el componente más importante de la inversión en activos fijos (la inversión del sector manufacturero) tuvo en los tres primeros trimestres de 2020 una caída del 6,5% interanual. Aunque el mes pasado se recuperó un poco, todavía seguía en lo profundo del territorio negativo.

Lo usual en China cuando el crecimiento del PIB es inferior al potencial es que el gobierno use todas las herramientas posibles para promover la inversión en infraestructura. Por ejemplo, después de la crisis económica global de 2008, se implementó un paquete de estímulo por cuatro billones de yuanes (609 000 millones de dólares) que en 2009 llegó a impulsar un 44,3% de crecimiento de la inversión en infraestructura.

Pero esta vez fue distinto, y se nota. En los tres primeros trimestres de 2020, la inversión en infraestructura apenas creció un 0,2% interanual. El mes pasado el crecimiento tuvo una ligera recuperación, pero hasta sólo el 0,7%.

Un área en la que China superó las expectativas es en exportaciones. Aunque todavía no hay datos oficiales, hay buenos motivos para pensar que las exportaciones netas pueden haber crecido más de 10% en lo que va del año. Pero este indicador apenas representa un poco más del 1% del PIB, de modo que el efecto sobre el crecimiento general de China será limitado.

Todas estas consideraciones, sumadas a un poco de especulación, sugieren que en 2020 la economía china crecerá alrededor de un 2%, mucho más que las otras grandes economías, que enfrentan contracciones. Pero a China todavía le aguardan importantes obstáculos, entre los que se destacan dos: la creación de empleo de calidad y el gasto fiscal.

En lo que va del año, China creó más de diez millones de empleos nuevos (superando la meta oficial de nueve millones). Pero la experiencia pasada indica que una tasa de crecimiento del PIB del 2,5% no es suficiente para sostener la creación de nueve millones de empleos de calidad. Y de hecho, muchos graduados universitarios tienen problemas para hallar un empleo adecuado. Es muy posible que el enorme aumento del empleo registrado en China este año haya sido en detrimento de la productividad de la mano de obra.

En el frente fiscal, China necesita gastar más. El Ministerio de Finanzas calcula que el ingreso presupuestario general de China en 2020 llegará a unos 21 billones de yuanes, y que el déficit fiscal rondará los 3,7 billones de yuanes (alrededor del 3,6% del PIB).

Pero esto implica que el gobierno chino da por sentado un crecimiento nominal de alrededor del 5,4% en 2020, mucho más que la cifra probable de 3% (compuesta por 2% de crecimiento anual y 1% de deflactor del PIB). En este contexto, el único modo de alcanzar la meta de un déficit del 3,6% del PIB es recortando gasto público.

Es lo que hizo el gobierno de China en los tres primeros trimestres de 2020, al reducir el gasto presupuestario general un 1,9%. Pero esta reducción fue muy poco ante una caída del 6,4% en los ingresos públicos. Además, los gobiernos de nivel local siguieron aumentando el gasto mediante el uso de fondos públicos locales creados para financiar proyectos de inversión. (En teoría, esas deudas se devolverán con los ingresos de los proyectos de inversión pertinentes.)

Los gobiernos de nivel local financian el déficit emitiendo bonos especiales relacionados con proyectos específicos. Este año se los autorizó a emitir 3,75 billones de yuanes en esos bonos, y ya alcanzaron la cuota. El gobierno central ya emitió los 3,76 billones de yuanes en títulos públicos que tenía planeados, así como un billón de yuanes en bonos para financiar medidas de alivio para la COVID‑19.

No quiere decir esto que China deba limitar aun más el gasto. Por el contrario, para enfrentar los próximos desafíos, el gobierno debe subir la meta de déficit e implementar una política fiscal más expansiva, apoyada por una política monetaria más expansiva.

Esta estrategia supone mínimos riesgos para China. La deuda pública china equivale a sólo el 52,6% del PIB, y el gobierno todavía tiene amplio margen para emitir bonos que permitan sostener inversiones procrecimiento en infraestructura.

Además, la tasa efectiva de crecimiento del PIB de China está por debajo del potencial; el índice básico de precios al consumidor sólo era 0,5% en octubre; y el índice de precios al productor está en territorio negativo desde julio del año pasado. Si a esto se le suma el éxito del país en la contención de la COVID‑19, no hay motivos para temer un gran aumento de inflación o un deterioro significativo de la posición fiscal de China en un futuro cercano. De hecho, el fracaso de las políticas de austeridad en unos cuantos países es prueba de que el mayor riesgo para la posición fiscal de China puede ser no gastar.

Claro que la economía china todavía enfrenta grandes obstáculos estructurales, en los que las autoridades deben seguir trabajando para que pueda haber un crecimiento económico sostenido en los próximos años. Pero esto ya no es un tema de política macroeconómica.

Yu Yongding, a former president of the China Society of World Economics and director of the Institute of World Economics and Politics at the Chinese Academy of Social Sciences, served on the Monetary Policy Committee of the People’s Bank of China from 2004 to 2006. Traducción: Esteban Flamini.

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