Cien años de la British-Spanish Society

EN 1916, en plena Guerra Mundial, se cumplía el tercer centenario de la muerte de las dos «glorias literarias» de Inglaterra y España: William Shakespeare y Miguel de Cervantes. A pesar del contexto bélico, las autoridades diplomáticas británicas y españolas aprovecharon este aniversario para realizar una serie de actos conmemorativos y mejorar sus relaciones bilaterales. A finales de ese año, y como complemento a estas celebraciones, se creaba en Londres extraoficialmente la Anglo-Spanish Society, que, desde entonces, ha contribuido a estrechar los lazos culturales entre ambos países.

Cuando se cumplen cien años de su fundación, y está a punto de lanzarse el programa del centenario de la ahora llamada British-Spanish Society, parece un buen momento para reflexionar sobre su historia y la influencia que ha tenido esta asociación en las relaciones hispano-británicas. La actual directiva de la asociación ha confiado en un joven académico español, Luis G. Martínez del Campo, para llevar a cabo esta tarea con una fascinante libro de historia, recién editado en versión bilingüe por la University of Liverpool Press, y distribuida por la asociación bajo el título «One Hundred Years of Cultural Diplomacy».

Martínez del Campo nos cuenta que en su edición del 14 de septiembre 1916, «The Times» incluyó una carta de un descendiente de la gran dinastía bancaria Coutts & Co, Lord Latymer, quien se preguntaba por qué no se creaba una asociación hispano-inglesa. Al día siguiente, «The Times» recogía una extensa nota firmada por un grupo de profesores de la Universidad de Oxford y por el catedrático emérito de la Universidad de Liverpool, John Mackay. Con ese texto, los docentes anunciaron que se estaba impulsando la creación de la Anglo-Spanish Society. Según afirmaban, la fundación contaba con el respaldo tanto del Gobierno español como del británico.

Mackay era un conocido catedrático de Historia de la Universidad de Liverpool. Durante los años que pasó en el norte de Inglaterra, se convirtió en un miembro destacado de la vida social y cultural de la misma. Al iniciarse la Gran Guerra, se retiró de su puesto docente y fue requerido para ayudar a los servicios de inteligencia de la Foreign Office en el desarrollo de las relaciones hispano-británicas. Mackay era amigo del mayor especialista en literatura española que existía en Gran Bretaña en esa época: James Fitzmaurice-Kelly. Ambos se habían conocido en la Universidad de Liverpool, donde este último profesor ocupó la Gilmour Chair of Spanish entre 1909 y 1916. Otro de los vínculos de Mackay era su hermano, William Alexander Mackay, quien tenía cierta fama en España como fundador del primer club español de fútbol, el Huelva Recreation Club, después llamado Recreativo de Huelva.

Cuenta Martínez del Campo que al terminar el conflicto bélico la asociación fue transformándose y consiguiendo una relativa independencia de la clase política. En el periodo de entreguerras, contribuyó a la difusión de la docencia del español en Gran Bretaña y a fomentar las relaciones comerciales hispano-británicas. Pero la falta de apoyo gubernamental, los cambios en el plano internacional y la crisis de 1929 afectaron a su actividad, que sufrió altibajos, antes de quedar reducida a la mínima expresión durante la Segunda Guerra Mundial.

A finales de la década de 1950, la asociación fue limitándose a ser uno de los principales centros de promoción y cultivo de la cultura española en Londres. Por eso, sus distintos presidentes conservaron e impulsaron proyectos educativos, varios eventos sociales y una estructura administrativa estable. Todo ello permitió que esta sociedad creciera y asegurara su continuidad. Con la llegada de la democracia a España, la asociación emprendió un camino de modernización que la llevó a convertirse en una Charity, una organización sin ánimo de lucro y con una función beneficiosa para la sociedad. En esta última época, sus miembros incidieron en la dimensión pedagógica y cultural de la institución, que actualmente promueve publicaciones periódicas, eventos recreativos y un importante programa de becas para estudiantes, científicos y artistas de ambos países.

Esta asociación seguirá siendo un punto de encuentro que facilite el entendimiento entre ambas naciones, creando espacios de diálogo y promoviendo el conocimiento de las culturas de los dos países entre sus sociedades civiles. Como dice el exministro conservador del Foreign Office Lord Tristan Garel-Jones en su prólogo al libro de Martínez de Campo: «Si hay un hecho es que Gran Bretaña y España lideraron los dos grandes imperios de la historia moderna. Y tal vez el más importante legado ha sido la herencia de los dos idiomas más hablados en el mundo libre. Si no queremos vivir en un mundo monocultural, debemos promover el idioma español y los valores culturales asociados, ya que son los únicos que pueden ofrecer una contrapeso a un mundo dominado por el inglés. Este es el gran reto al cual se han de enfrentar los socios de la British-Spanish Society en los próximos años».

Jimmy Burns Marañón, escritor y periodista.

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