El pasado 22 de mayo Bildu se hizo con más de un centenar de ayuntamientos en el País Vasco y en Navarra, se convirtió en la primera fuerza política en Guipúzcoa -lo que le llevó por obra y gracia del PNV a ocupar, tras el Ayuntamiento de San Sebastián, la Diputación Foral de ese territorio- y estableció aquella misma noche una agenda de transición del impuesto revolucionario al control revolucionario. Hoy se cumplen exactamente 100 días desde que se constituyeron los ayuntamientos y, lamentablemente, son 100 días de estrategia etarra, porque ¿quién duda de que Bildu está bajo la tutela efectiva de la banda terrorista? En esta centena temporal hemos contemplado un cúmulo de expresiones genuinas de la izquierda abertzale tradicional que lo demuestran y además la cosa va bien para ETA, como lo afirmaba el infame comunicado que los terroristas emitían el pasado 13 de julio, haciéndolo coincidir con el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Pueden ser clarificadoras las siguientes 10 expresiones dramáticas y perturbadoras. Expresiones que demuestran que Bildu, en estos 100 días, comparte no sólo los mismos principios o fines de la organización terrorista, sino que en un alarde de desfachatez, y de aprovechamiento de una increíble anestesia institucional, está consiguiendo imponer una forma de actuar insolente e insultante, pero sobre todo letal para nuestra convivencia.
El primer concepto de la ignominia se mueve en torno a las víctimas de ETA. Desde el primer día, desde la primera declaración de los portavoces del actual brazo político de ETA, las víctimas han recibido nuevas agresiones desde ese mundo, no hay reconocimiento a su dolor, no hay petición de perdón por el insulto y el daño causado y la actitud sigue siendo enaltecer a sus asesinos. En segundo lugar, la prioridad anunciada por los gobiernos abertzales es la de mimar a los presos etarras y eso tendrá su expresión cuantitativa en partidas económicas en los diferentes presupuestos institucionales y en el arrope que representantes políticos, como el diputado general de Guipúzcoa, hacen un día sí y otro también a los colectivos del entorno de los convictos.
En estos 100 días, y éste es el tercer punto, Bildu se ha colocado frente al Estado de Derecho al no condenar ni repudiar los atentados y las actuaciones de una organización terrorista que ha asesinado a niños y a casi un millar de inocentes en los últimos 40 años. Esto confirma la línea de los tradicionales discursos de Otegi o Díez Usabiaga, condenados el viernes a 10 años de prisión como dirigentes terroristas, y por lo tanto subraya la identidad de actuaciones en la transición de la izquierda abertzale. Una cuarta expresión nos lleva a constatar cómo ETA-Batasuna ha asistido de notario a todas y cada una de las fases en las que Bildu, en periodo electoral e institucional, ha ido evolucionando. Así Rufi Etxeberria, Tasio Erkizia, Jone Goirizelaia y un largo etcétera se mueven junto con los electos de Bildu en una expresión clara de autoridad y de certificación del proyecto común y compartido que han diseñado. Batasuna, a través de Permach incluso, ha tenido un papel relevante en la negociación con Kutxa.
Quinto. Como lo hizo Batasuna, Bildu se ha colocado contra las infraestructuras diseñadas para el desarrollo del País Vasco. Los ejemplos están ahí: la Y vasca, la incineradora de Zubieta, el puerto exterior de Pasajes... Su estrategia sigue siendo la involución y el aislamiento del territorio que puedan controlar. El factor Kutxa sólo se ha asumido porque les va a generar más poder político. También, como sexto punto del decálogo, se va confirmando que la clara intención de Bildu es asfixiar al PNV, ir ocupando su espacio ante lo que la formación jeltzale solo sabe proferir lamentos y quejarse en los batzokis, pero sin capacidad de reacción. Bildu y su poder institucional han neutralizado al partido de Urkullu como no lo había hecho nadie. En el franquismo mantuvo una actitud digna y activa, hoy con la dictadura de Bildulandia están inmovilizados y neutralizados. Y tenemos que recordarles que se puede reaccionar ante el totalitarismo de Bildu, es el PNV quien tiene la llave.
Representantes como Martin Garitano u Oier Eizmendi, alcalde de Leitza imputado por enaltecimiento de ETA, se están convirtiendo en nuevos caballos de Troya para la democracia. El séptimo punto nos muestra cómo no han llegado a la democracia, la han burlado y está claro que el deterioro de las instituciones que hoy ocupan forma parte de su actividad. El Estatuto de Gernika, la foralidad o las relaciones con el Estado y con Europa son elementos clásicos a combatir y están encontrando terreno abonado para ello dentro de las instituciones. ETA hoy actúa desde las instituciones. ¿Para qué, pues, va a escenificar la izquierda abertzale que se enfrenta a ellas?
Por otro lado, el octavo, han planteado la guerra a símbolos constitucionales -como hemos visto en San Sebastián o Alsasua- como la bandera o la corona y se han mofado incluso de las Fuerzas de Seguridad y el Ejército.
La novena etapa de esta configuración Bildu-ETA la podríamos explicar con la desaparición efectiva de otros actores de la izquierda abertzale. Bildu ha sustituido a Batasuna, ANV y al Partido Comunista de las Tierras Vascas de la misma manera que a Garitano se le ha encargado sustituir a Otegi, Galparsoro o las Nekanes en la expresión externa y mediática del conglomerado.
Por último hemos asistido a la actitud del nacionalismo y del socialismo vasco ante Bildu. Éste ha ganado el espacio que le ha cedido la debilidad institucional, la flojera y el complejo del PSOE, y ante esta expresión de avance unos han claudicado -los de Aralar-, otros han remado en la ciaboga que les facilita puestos y sueldos y se van integrando en el conglomerado con mucho autoengaño -los de EA-, y el resto vive, como el PNV, en el sobresalto y la incapacidad democrática de reacción. El PSE, por su parte, está instalado en la fascinación voluntarista de la estrategia de Rubalcaba (¿qué pretende el PSE hacer en el futuro con Bildu?). Más poder a la cuarta sensibilidad es menos poder para la que representa el nacionalismo democrático y eso duele.
O sea, 100 días para Bildu significan muchos años de retroceso para nuestra convivencia, significan descomponer aún más maltrechos equilibrios, frenan la estrategia de la derrota de ETA y hacen que los partidos y las instituciones democráticas estén más pendientes de la formas que del fondo. ETA diseñó y controla Bildu, lo dijo el Supremo, la Policía y lo sabe todo el mundo aunque algunos no lo reconozcan públicamente.
Por Carmelo Barrio Baroja, diputado vasco del PP.