Cien días de cambio

Pedro Sánchez lleva 100 días al frente del Partido Socialista. Un nuevo líder para un tiempo nuevo y turbulento. Y es que el PSOE, lo mismo que el resto de los partidos socialdemócratas europeos, se encuentra en una encrucijada entre las recetas del pasado y la incertidumbre de un mundo radicalmente nuevo que no acepta las viejas respuestas del siglo XX.

Vivimos el solapamiento de una serie de crisis (económica, social, política y territorial) que se retroalimentan y que están poniendo en cuestión el fundamento mismo de la política y del sistema democrático, porque mucha gente piensa que no están siendo capaces de dar respuestas a sus problemas.

Y a nadie debiera de extrañarle, porque las medidas que se están adoptando en los últimos tiempos, con la excusa de combatir la crisis económica, y que no son más que recortes y más recortes de derechos y de posibilidades de vivir con dignidad, han roto las esperanzas de demasiada gente en este país. De toda una generación de jóvenes que han visto traicionadas las promesas hechas por sus mayores; de una generación, por encima de los 50 años, que amanece cada día con el temor de quedar fuera para siempre de la vida laboral; de las personas mayores que ven como merman sus pensiones a la vez que, en demasiadas ocasiones, tienen que volver a hacerse cargo de sus familias...

Es decir, la ciudadanía no sólo no ve respuestas en las políticas que se están practicando, sino que está comprobando que mientras que la mayoría de la gente y de las familias están soportando un enorme sufrimiento con grandes sacrificios para poder sobrevivir, la desigualdad está aumentando de forma obscena, como nunca antes lo había hecho.

Y por si esto fuera poco, estamos viviendo gravísimos escándalos de corrupción en la política que, aunque pertenecen mayoritariamente al PP, (la corrupción es casi estructural al propio partido), también el PSOE se está viendo azotado por esta lacra.

Esta es la situación que vivimos y en la que surge Pedro, el nuevo secretario general del PSOE. Quizás muchos no le conocieran, pero quizás eso hace fácil demostrar que Pedro es un hombre libre que no tiene facturas con el pasado, que no debe nada a nadie para estar donde está, porque ha sido aupado por la militancia en pleno del Partido Socialista, lo que es, en sí mismo, su primer gran valor.

La ciudadanía quiere un nuevo líder que no esté amarrado a la parálisis del pasado, pero sobre todo quiere otra forma de hacer política y otras políticas que sean reconocibles y ofrezcan esperanza para un tiempo en el que el futuro ya no parece un horizonte de progreso sino de incertidumbre.

No es tarea fácil, pero en estos 100 días podemos ver cómo es el camino emprendido por Pedro Sánchez para acercarnos a ese objetivo.

Los primeros pasos los dio ya en el propio Congreso cuando exigió al partido y a todos los cargos absoluta transparencia. Prometió publicar la contabilidad del partido y así lo ha hecho. Prometió que los cargos del partido publicarían su patrimonio y así ha sido. Hemos aprobado un código ético que ya ha sido suscrito por miles de militantes. Hoy somos, con diferencia, el partido más transparente de España.

Lo segundo que dijo es que la nueva dirección del partido socialista no se iba a encerrar en los despachos. Él solo ya ha hecho más de 12.000 kilómetros para encontrarse, y a veces reencontrase, con la gente allí donde están sus problemas. Dando la cara en asambleas abiertas, escuchando, sacando conclusiones y dando respuestas.

En Europa no le ha temblado el pulso ordenando al Grupo Socialista de España no votar al candidato Juncker. Y aunque fue una medida que descolocó a más de uno, creo que demuestra la voluntad de romper con viejas prácticas; de dar un aviso a una socialdemocracia europea que debe cambiar de rumbo; y anunciar que los socialistas españoles no vamos a ser meras comparsas de acuerdos que nos imponen políticas equivocadas y que lejos de resolver nuestros problemas los están agravando.

En estos pocos días ha demostrado que su gran obsesión es hacer que la política recupere el control de la economía para ponerla al servicio de la sociedad y por eso dentro de lo que él llama una nueva «transición económica» el acento siempre está en la creación de empleo, en la lucha contra la pobreza, en el rescate financiero de las familias y los autónomos que están en una situación límite, en garantizar un ingreso mínimo a los parados con cargas familiares que han agotado sus prestaciones, en reindustrializar España para que nuestro crecimiento económico no tenga una base especulativa... es decir, en gobernar y dar alternativas para el 90% de la ciudadanía frente a un PP que sólo gobierna para el 10% que no es, precisamente, el que necesita de la actuación de lo público.

Y, sobre todo, ha sido el primer dirigente en responder con mano de hierro a las prácticas ilegales y deshonestas de miembros del PSOE. Se terminaron los titubeos con los corruptos. Se terminaron los miramientos. Es un problema urgente en la regeneración de la política democrática y lo vamos a hacer. Por eso hemos presentado más de 30 medidas que imponen el control y la transparencia en la vida pública y orgánica e impiden las prácticas corruptas y deshonestas

Es sólo el comienzo, pero apunta maneras. Desde luego (y hasta las peores encuestas así lo indican) hemos parado la caída y ahora estamos remontando el vuelo.

España necesita un cambio profundo. Necesita renovar el pacto político, democrático, económico, social y territorial para definir un proyecto común y compartido en el que todos y todas podamos sentirnos más o menos cómodos. Necesita construir una sociedad decente que es la que no abandona a nadie en la cuneta de la crisis arrojándola a la pobreza y la marginación. Necesita de unos servicios públicos de calidad y sostenibles que garanticen la igualdad de todos y todas.

Los ciudadanos y ciudadanas de este país necesitan tener esperanza. Necesitan confiar en alguien que no sólo levante la voz para decir qué mal estamos, eso ya lo sabemos, sino para que, con valentía, marque el rumbo. Un rumbo distinto, lleno de hechos, para que el futuro vuelva a ser progreso y no decadencia.

España necesita al Partido Socialista como el partido del Gobierno del cambio. Necesita a Pedro para liderarlo. Y a nosotros nos queda una cosa: hacer.

Patxi López fue lehendakari del Gobierno vasco y es secretario de Acción Política, Ciudadanía y Libertades del PSOE.

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