Cine español: el año de la Transición

Lo oiremos hoy más veces, pero es una frase ya muy repetida: «Qué gran año del cine español». Repetida y cierta, en 2022 unas cuantas películas españolas han hecho una muy buena taquilla, algunas han ganado premios en los festivales nacionales e internacionales y varias más han recibido enormes agasajos de la crítica. Se puede decir que ha sido una gran añada o un formidable añazo. Y se supone que lo mejor de lo mejor está representado en las candidaturas que pelean por los premios Goya, los que otorgan los miembros de la Academia del Cine Español.

Cine español: el año de la TransiciónLas cinco que optan al Goya de Mejor película son irrebatibles, 'Cinco lobitos', Alcarrás', 'As bestas', 'La maternal' y 'Modelo 77', lo cual deja fuera de la pugna a otras cinco igualmente irrebatibles, como 'Mantícora', 'Suro', 'Girasoles silvestres', 'La consagración de la primavera' o 'Competencia oficial'; y aun a otras cinco más que, si no irrebatibles, sí tienen una singularidad digna del mayor premio, como 'Voy a pasármelo bien', 'Pacifiction', 'Cerdita', 'El agua' o esa entrañable rareza titulada 'El vasco'. Y por supuesto, los títulos que más han alimentado la taquilla y que no aparecen en los listados de la Academia, 'Padre no hay más que uno 3', 'Los renglones torcidos de Dios', 'A todo tren 2' o 'El cuarto pasajero', que se han llevado entre ellas el solomillo de la recaudación de 2022. Ni otros de indudable interés, como 'Vasil', 'Jaula', 'En los márgenes', 'Historias para no contar', 'La casa entre los cactus', 'Venus'…

La lectura de este párrafo anterior nos dice que sí, que ha sido un buen año de películas y también que se podrían haber organizado varios quintetos de títulos aspirantes al gran Goya además del que ha elegido la Academia. No es aquel 1939 (o el 1940) de Hollywood, que fue grandioso, pero sí es un marcado «¿llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?» del cine español. Y los que tengan algo que celebrar es el mejor momento de hacerlo.

Esa alegría del cine español por vernos, o porque lo veamos (ha generado una taquilla sensiblemente superior al año anterior, que fue esquelética a causa de la pandemia), se advierte en una variedad de contenidos, géneros y nombres, directores y, es preciso subrayarlo, directoras jóvenes, incluso debutantes, como Alauda Ruiz de Azúa ('Cinco lobitos'), Carlota Pereda ('Cerdita'), Elena López Riera ('El agua'), Avelina Prat ('Vasil')…, una generación de cineastas flamantes, como Pilar Palomero, Carla Simon, Mikel Gurrea, Juan Diego Botto, Fernando Franco…, y jóvenes veteranos como Rodrigo Sorogoyen, Albert Serra, Carlos Vermut, David Serrano o Alberto Rodríguez.

En fin, solo son algunos de los nombres del último –y próximo– cine español, con distintas sensibilidades y estilos para contarnos historias. Pero, ¿qué nos cuenta el último cine español?, ¿qué claves maneja su argumentario?, ¿de qué nos habla?, pues estos directores emplean sus virtudes narrativas en buscar a la mujer, encontrar lo rural, indagar en la transformación de la naturaleza, la humana y la otra. Y si hubiera que resumir en un solo concepto el temario del último cine español, éste sería el de Transición.

Esta idea está en el interior de muchas de estas películas, pero fijémonos solo en los títulos que optan al Goya y veremos que la Transición es la esencia narrativa, la almendra, de lo que cuentan: transición de mujer a madre, en 'Cinco lobitos' y en 'La maternal'; transición en la vida rural hacia modelos que garantizan el equilibrio entre lo económico y lo medioambiental, como 'Alcarrás' y 'As bestas', y transición durante la época de la Transición en una cárcel española, en 'Modelo 77'.

Es curioso lo mucho que tienen en común 'Alcarrás' y 'As bestas', los dos títulos más elogiados este año y los que probablemente se disputen esta noche el Goya a la Mejor Película: los mismos conflictos, tierra, recolección, ganado, tradición, evolución…, los mismos molinos contra los que luchar. Y es aún más curioso lo mucho que no tienen en común, los caminos o géneros que toman Sorogoyen y Carla Simón y lo mucho que se alejan en su interés y trayecto narrativo para contarlo.

Lo distintas y entroncadas que están 'Cinco lobitos' y 'La maternal', dos películas que atrapan los matices fascinantes y perturbadores de la maternidad: la primera, en una mujer joven, primeriza y asustada por la coreografía emocional e incontrolable que le funde a su bebe, y la segunda, en una adolescente sorprendida con su inesperado embarazo y la entrada por una puerta que ya no se abrirá más a sus espaldas y que la aleja definitivamente de la niñez. Y lo mucho que coinciden estos cuatro títulos sobre lo penosamente rural y lo penosamente maternal con esa película carcelaria que es 'Modelo 77', de transformaciones, reclusiones, incomunicaciones y sensaciones de que la libertad es algo que ocurre en otro sitio.

Y llegamos ahora al PERO…, y no tanto un pero adversativo como un pero suspicaz, de presentimiento de contrariedad. Ha sido un año de buenas películas, con un moderado éxito de taquilla (en especial y solo para unas cuantas de ellas) y con un sentimiento general de que el cine español tiene un presente y un futuro. Hoy, ante el gran día de los premios, el mejor día de exposición para autores, directores, actores y todos los que lo hacen, sería muy de agradecer que los del cine, ese mundo tan particular y agrupado (armonizado o polifónico, si se prefiere) no aproveche esa sobreexposición para envalentonarse, y sí para seducir, atraer y agradar a ese público de enfrente que es para quien trabajan. Ser elegantes.

Y esa elegancia se refiere, no a la apostura, que afortunadamente ya se da (casi) por descontada, sino a la postura, a la actitud. Si se pudiera evitar, en la alfombra o en el escenario, esa ordinariez de «pedir pasta para mí y mis películas» o ese grotesco «nosotros, los artistas» o «los de la cultura», seríamos muchos los que respiraríamos más tranquilos, porque ni es el momento ni el lugar de pasar la boina ni de sacar pecho. Y sí, estarán ahí en frente políticos, de los nuestros, de los otros y de los que reparten lo nuestro, pero, sobre todo, habrá concurrencia, espectadores, familias, gente de este país en el que la mayoría, salvo políticos y 'repartidores', sobrevive sus escaseces sin privilegios y sin especial reconocimiento. En fin, que si de la ceremonia de los Goya salen unos buenos y merecidos premios y premiados, que saldrán, y además queda una impresión de profesionales serios, sensatos, cercanos y creativos tal vez si se pueda decir con toda la razón de que es un gran y prometedor año del cine español.

Oti Rodríguez Marchante, crítico de cine en ABC.

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