Claroscuros en la Italia de Prodi y Berlusconi

Por Stefano Pilotto, historiador (ABC, 20/04/06):

LAS elecciones italianas han producido nuevos equilibrios políticos en Roma. Después de cinco años de gobierno, la coalición de centro-derecha, dirigida por Silvio Berlusconi, dejará la gestión de la administración pública a la coalición de centro-izquierda, dirigida por Romano Prodi, aunque los resultados finales sean todavía el centro de discusiones, controles y alguna controversia. El centro-izquierda tiene una ventaja de 67 diputados en la Cámara de los Diputados y de dos representantes en el Senado. Por lo que se refiere a los porcentajes, la victoria de Prodi parece mucho menos evidente: en la Cámara de los Diputados, el centro-izquierda obtiene el 49,8 por ciento de los votos y el centro-derecha, el 49,7 por ciento (¡la diferencia es del 0,1 por ciento!); en el Senado, el centro-izquierda consigue menos escaños que el centro-derecha: sólo el 48,9 por ciento para la coalición de Prodi, menos que el 50,2 por ciento que la logrado la coalición de partidos que encabeza Berlusconi. El país está dividido en dos, con una radicalización política que casi nunca se había encontrado antes.

¿Cuáles son las perspectivas para los próximos meses y años? La mayoría de Romano Prodi parece bastante frágil, sobre todo si se considera que su coalición está construida con partidos muy diferentes (desde los centristas católicos hasta los comunistas radicales) y que el programa político del ex presidente de la Comisión Europea ha sido preparado más con el objetivo primordial de infligir una derrota a Berlusconi que con una precisión alimentada por una ejemplar coherencia política. Prodi es consciente de sus dificultades y por eso ya ha declarado que necesitará tiempo para preparar un gobierno. El papel del presidente de la República puede ser fundamental en el futuro próximo. De hecho, el mandato del veterano Carlo Azeglio Ciampi concluye en apenas un mes y, habida cuenta de que él mismo ha asegurado que no está dispuesto a repetir otro septenio más, será su sucesor quien, probablemente, tenga un papel esencial en la cuestión. El mérito de Romano Prodi ha sido evitar la explosión de su coalición, reduciendo los contrastes y actuando con paciencia y flexibilidad durante las últimas semanas.

Después de cinco años, «il cavaliere» deja una Italia con muchos problemas, pero tampoco se tiene que exagerar con el espíritu de destrucción. El jefe del centro-derecha ha encarnado un estilo lleno de contradicciones, pero su gobierno ha hecho 36 reformas, ha garantizado continuidad en la política exterior y logrado que su coalición permanezca unida durante los cinco años de su administración.

En el marco de la gerencia de su administración Berlusconi cometió muchas y variadas gaffes, es verdad; utilizó un idioma no precisamente refinado y se presentó como la víctima de conspiraciones ocultas. Pero durante su gobierno, Italia adoptó una reforma importante en el marco de la escuela y de la universidad, se presentó como uno de los más adelantados países del mundo en la protección de la salud de los ciudadanos (el asunto del humo del tabaco en los lugares públicos) y se invirtieron casi 126.000 millones de euros para empezar grandes obras públicas con el fin de mejorar las infraestructuras de un país puesto por el destino en el centro de Europa meridional y del Mediterráneo.

Con respecto al tema de Justicia, Berlusconi tuvo una postura sospechosa y dio la impresión de preparar leyes para proteger sus propios intereses. Pero supo reaccionar con determinación a los desafíos terroristas del 11 de septiembre, tomando decisiones difíciles y tal vez impopulares, sin vacilar delante del imperativo de la continuidad y de la coherencia. Con respecto a los órganos mediáticos, dio la impresión de que su poder de control privado ponía en duda el carácter democrático de Italia, pero ofreció un ejemplo de talento en la esfera de la comunicación y en la del contacto con el pueblo. Su liderazgo fue puesto en duda por sus aliados en los últimos meses, pero supo guardar la armonía en el marco de su coalición y su Gobierno aumentó la seguridad interior, además de proporcionar reformas para la inmigración y el empleo.

Su carácter es abierto, extrovertido, pero tal vez parece descarado hasta la insolencia y genera antipatía: de hecho, reacciona con instinto casi ingenuo y su proyección primordial está forjada por un impulso de amistad con el mundo. Los números de la economía italiana no son buenos: crecimiento cercano a cero; déficit de la administración pública del 3,8 por ciento del PIB... Pero como anunció el nuevo gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi, el mismo domingo de las elecciones, tras la reunión de Ecofin en Bruselas, «la economía europea -y la italiana, por supuesto- está empezando a crecer otra vez». Esta revelación favoreció, en parte, el espectacular avance de la coalición de Berlusconi en las últimas horas, pues los sondeos daban a Prodi una ventaja de 5-8 puntos. Además, su educación empresarial transmitió a los italianos la capacidad de riesgo económico y de mérito profesional.

El reto que Berlusconi deja a la Italia del 2006 y a su opositor Romano Prodi es el de una transformación política todavía no terminada, para un país en camino hacia los desafíos globales de un mundo en total evolución.