Cóctel contra el cáncer

El cáncer se ha convertido en uno de los mayores problemas de salud pública en los países desarrollados. Los esfuerzos de los investigadores durante estos últimos treinta años han permitido mejoras sustanciales en la prevención y tratamiento con adelantos en cirugía, radioterapia y farmacología que han disminuido notablemente el índice de mortalidad en varios tipos de cáncer. Otros cánceres todavía se resisten, mostrando respuestas poco duraderas a los más sofisticados tratamientos.

Que el éxito sea demasiado limitado tal vez se debe a nuestra obsesión por actuar contra el crecimiento del tumor primario, cuando en realidad el problema está en otra parte. Hasta hace poco la investigación se ha centrado en averiguar cómo se origina y crece un tumor inicial en, por ejemplo, el pulmón, la próstata o la mama. Sin embargo, se ha prestado mucha menos atención a la causa eventual de casi el 90% de las muertes por esta enfermedad, es decir, a la metástasis. La metástasis es el proceso por el cual algunas células se fugan del tumor primario, pasando al torrente circulatorio y de ahí a órganos vitales donde reproducen el tumor agresivamente hasta acabar con la vida del enfermo.

Conforme se avanza en los conocimientos sobre el origen de los tumores se desarrollan fármacos contra los fallos biológicos que dan lugar a la multiplicación de sus células. Algunos de estos fármacos son altamente efectivos contra ciertos cánceres, pero la mayoría no lo son. Del tumor inicial se suele encargar el cirujano, mediante su extracción. Lo que preocupa al enfermo y a su oncólogo son las células que tal vez ya se habían fugado del tumor antes de pasar por el quirófano.

De esas células y sus maquinaciones todavía se sabe poco. Hasta hace pocos años, los investigadores no han podido disponer de las tecnologías necesarias para estudiar, comprender y frenar los procesos de la metástasis. Pero eso está cambiando. El conocimiento del genoma humano, las nuevas técnicas para su análisis en los tumores y los nuevos métodos para la visualización de metástasis incipientes en modelos experimentales son tecnologías que están revolucionando nuestra capacidad para analizar los cambios que se producen en las células de un tumor primario para sembrar la metástasis. Los hallazgos que están empezando a surgir nos permiten trazar un plan de acción para combatir la enfermedad allá donde el cirujano no alcanza y la quimioterapia convencional resulta insuficiente.

Uno de los aspectos biológicos más sorprendentes de la metástasis es su patrón de diseminación a los órganos distantes. Frecuentemente, cuando un tumor se esparce, lo hace invadiendo los nódulos linfáticos próximos. Sin embargo, los tumores más agresivos acceden al torrente circulatorio desde donde coloniza tejidos distantes. Esta diseminación no se produce al azar. En general, cada tipo de cáncer sigue un guión definido de diseminación, afectando, por lo general, el mismo repertorio de órganos en distintos pacientes. Por ejemplo, el cáncer de mama forma metástasis en hueso, pulmón, cerebro e hígado; el cáncer de próstata, mayoritariamente en hueso; y el cáncer de colon, en hígado y pulmón.

El estudio de estos fenómenos ha permitido identificar grupos de genes normales cuyo abuso por parte de las células cancerosas los convierte en instrumentos para la metástasis. Dichos pasos rigen las etapas fundamentales de la fuga de células del tumor primario, la invasión de tejidos distantes por estas células circulantes y, a resultas de ello, el establecimiento de colonias microscópicas en dichos tejidos. Todo esto puede ocurrir antes de que el tumor primario sea detectado y extraído. Sin tratamiento, la mayoría de estos enfermos sufrirían con el tiempo la conversión de estas micrometástasis en lesiones letales. Es precisamente para librar al organismo de células tumorales fugadas que a los enfermos se les administra quimioterapia después de la operación quirúrgica. Sin embargo, bien sabemos lo imperfecta que es la quimioterapia.

La metástasis no es solamente un problema de exceso de crecimiento de células, sino sobre todo un problema de crecimiento donde estas células no deberían estar. Por esta razón, ya se ve que para tratar la metástasis hacen falta medicamentos que actúen específicamente contra la vida parasítica de las células tumorales en órganos vitales. Medicamentos que atacasen solamente el crecimiento del tumor inicial no serían muy efectivos contra el cáncer cuando del tumor inicial ya no queda ni rastro gracias al talento del cirujano.

Los adelantos tecnológicos están permitiendo el escrutinio del complejo proceso de la metástasis. Se están identificando grupos de genes cuya actividad descontrolada en las células cancerosas permite su invasión de tejidos concretos. ¿Cuáles son las implicaciones de estos descubrimientos? ¿Hacia dónde vamos? Primero, se está empezando a aplicar el análisis de dichos genes para predecir mejor el riesgo de metástasis en cada caso de cáncer. Además, conociendo la combinación de fallos biológicos que las células tumorales aprovechan para invadir órganos vitales se podrá atacar la enfermedad mediante el uso de combinaciones de fármacos. Yno estamos hablando sólo de nuevos fármacos cuya creación puede llevar décadas, sino también de fármacos ya existentes que los nuevos descubrimientos pueden identificar como ingredientes idóneos para el cóctel contra cada cáncer.

El progreso conseguido en los últimos años muestra que vamos por buen camino para dominar el cáncer en esta primera mitad del siglo XXI. Este ambicioso hito será posible sólo con un esfuerzo combinado de investigadores básicos y clínicos, y de una estrecha cooperación entre laboratorios de investigación y hospitales oncológicos. Que para ello hacen falta más recursos económicos ya se sabe de sobras. Un buen liderazgo en la gestión científica, una estabilidad sostenible en los esfuerzos políticos y una actitud favorable en la sociedad civil son, igualmente, ingredientes críticos para el cóctel contra el cáncer.

Roger Gomis, investigador IRB Barcelona, y Joan Massagué, Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York (MSKCC) y director adjunto IRB Barcelona.