Colombia se sitúa en la vanguardia de la memoria histórica

Parte del proyecto 'Las cajas negras de la desaparición forzada' de Forensic Architecture, que forma parte de ‘Huellas de desaparición. Los casos de Urabá, Palacio de Justicia y territorio Nukak’, en el Museo de Arte Miguel Urrutia (MAMU), en Colombia. (Cortesía de Forensic Architecture)
Parte del proyecto 'Las cajas negras de la desaparición forzada' de Forensic Architecture, que forma parte de ‘Huellas de desaparición. Los casos de Urabá, Palacio de Justicia y territorio Nukak’, en el Museo de Arte Miguel Urrutia (MAMU), en Colombia. (Cortesía de Forensic Architecture)

Han pasado siete meses desde que el líder estudiantil Lucas Villa fue asesinado por un desconocido durante las protestas en Pereira, Colombia. Durante todo ese tiempo ni la Fiscalía ni la Policía han logrado esclarecer los hechos. Pero esta semana se ha hecho pública una investigación independiente que determina, mediante el análisis de cámaras de seguridad, redes sociales y una reconstrucción en 3D, que se trató de un asesinato premeditado, en el que probablemente estén implicados tanto la asociación criminal La Cordillera como las fuerzas del Estado.

El proyecto es el resultado de un trabajo en equipo, conformado por profesionales de la agencia interdisciplinar londinense Forensic Architecture, la plataforma periodística Cerosetenta de la Universidad de los Andes, la organización Bellingcat y la agencia pública Baudó. La noticia coincide con el lanzamiento de la Biblioteca Abierta del Proceso de Paz Colombiano (BAAP), que permite leer digitalmente los documentos que hicieron posible el acuerdo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en 2017. Y con la inauguración de “Huellas de la desaparición” en el Museo de Arte Miguel Urrutia de Bogotá (MAMU), que traduce museográficamente las pesquisas que han llevado a cabo Forensic Architecture y la Comisión por la Verdad desde marzo de 2019, con una impresionante potencia visual.

Esa constelación de iniciativas convierte a Colombia en un modelo internacional de trabajo en la investigación y la difusión, con las herramientas más avanzadas, de la zona más problemática de la historia reciente de un país. Un modelo sobre la gestión del archivo del ayer que se convierte en un laboratorio para indagar, simultáneamente, en las injusticias del hoy. Pese al premio Nobel de la Paz que recibió Santos, el actual presidente Iván Duque y el expresidente Álvaro Uribe siguen troleando y saboteando su legado. Pero por suerte son muchos los agentes que nos recuerdan que la memoria histórica sólo tiene sentido si es también memoria crítica del presente.

Para que la investigación conduzca a conclusiones irrefutables y para que su comunicación penetre en la conciencia social, los dispositivos analíticos y narrativos deben ser científicos, sólidos, sofisticados y bellos. La metodología de Forensic Architecture —que tras sus proyectos sobre la violación de los derechos humanos de los indígenas de Ecuador, el asesinato de Óscar Pérez en Venezuela o la desaparición masiva de estudiantes en Ayotzinapa, México, se alía por primera vez con una comisión de la verdad latinoamericana— asegura la contundencia ética y estética de la pieza final.

Como si de una agencia de detectives se tratara, el equipo que dirige el prestigioso ensayista israelí Eyal Weizman en Goldsmiths (Universidad de Londres) articula su práctica a través de casos. Cada violación de los derechos humanos y ambientales que diseccionan en algún punto del mundo mediante los protocolos de ese incipiente campo académico que han bautizado como arquitectura forense, conduce a un expediente y a una visualización distintos. Los tres casos que reúne la exposición del MAMU son Urabá, el Palacio de Justicia y el territorio Nukak. El despojo de tierras en Antioquia; la tortura y la desaparición forzada de 12 personas tras la toma en 1985 del Palacio de Justicia por parte del grupo guerrillero M-19; y la dinámica de destrucción social en las tierras del pueblo Nukak, en el Guaviare. Tres manifestaciones de los procesos de violencia que están incrustados en la realidad colombiana, pretérita y actual.

Mediante análisis de bancos de datos y imágenes satelitales, edición de grabaciones conocidas e inéditas, o entrevistas a víctimas y familiares, Forensic Architecture ha desarrollado diversas piezas —entre el periodismo, el activismo y el arte contemporáneo— que ofrecen nuevas perspectivas sobre los hechos. A través, por ejemplo, de reconstrucciones espaciales o de sincronización de videos de fuentes diversas. O de testimonios situados, que se basan en la colaboración de los entrevistados, quienes caminan por entornos en 3D para que el espectador pueda pasar, mientras recorre el documental interactivo, de los mapas a los videos o de estos a las simulaciones tridimensionales. Para poder comprender lo que ocurrió gracias a una novedosa y memorable experiencia de usuario.

Con “Huellas de la desaparición” concluye la primera fase de un proyecto que no es solo político o histórico, sino también narrativo. A través de la exposición y de las páginas web se mostrarán los discursos y las obras que pretenden fijar en la memoria colectiva tres ejemplos del horror que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Colombia. En junio se hará público el Informe Final, que ampliará la casuística y dará una visión de conjunto.

Lamentablemente, esto tiene ecos en muchos otros países de la región y del mundo, porque hay pocos que no hayan sufrido estas dinámicas, tan terribles como estructurales. Vemos en Colombia un modelo de análisis y narración de los conflictos recientes en el que se podrían inspirar otras democracias. Sin ir más lejos, la de mi propio país, España.

La ironía ha querido que los innovadores proyectos digitales que están inyectando memoria crítica en Colombia se hayan dado a conocer el mismo mes en que se estrenaba Encanto, la película de Pixar que actualiza la visión global del país de Gabriel García Márquez como el reino del realismo mágico. No hay que olvidar que, además de Cien años de soledad, escribió también Noticia de un secuestro. Y que fundó la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (ahora Fundación Gabo). Estoy convencido de que, si siguiera vivo, estaría apoyando en estos momentos a Cerosetenta o a la BAAP. Y que le parecería fascinante cómo ha estudiado y ha representado Forensic Architecture los traumas de su “patria densa e indescifrable”.

Jorge Carrión es escritor y crítico cultural.

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