Comisario Almunia, ¿estamos todos en el mismo barco?

Como si de una macabra premonición se tratase, el pasado mes de mayo el vicepresidente y comisario de Competencia de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, ofreció en un foro en Canarias una conferencia de curioso título: «Europa: ¿el problema o la solución?», en la que manifestó que sin crédito y sin financiación no habrá crecimiento.

En ese sentido, llamó la atención sobre la reforma del sistema financiero para reactivar el crédito y el estímulo de la demanda, lo que señaló como «imprescindible» para la mayoría de las pequeñas y medianas empresas que dependen de forma casi exclusiva del crédito bancario para financiarse. Si el circuito no funciona, dará igual que se hagan reformas. «Sin crédito y sin financiación el sistema no funciona y no se puede crecer» y se trata de un debate «urgente y clave», aseguró Almunia.

Para rematar, el comisario de Competencia insistió en que se trata de un debate que interesa a todos, y que debe ser una discusión política que implica tener una mayor conciencia de que «todos vivimos en el mismo barco». En su opinión, quienes tienen mejores condiciones deben ser conscientes de que les interesa ese trasvase. Además, defendió que deberían hacerlo por solidaridad. Según añadió, es preciso establecer un equilibrio entre el interés y la solidaridad para encontrar respuestas en el momento necesario.

Desde el sector naval español nos preguntamos cómo encajar este sabio discurso con las declaraciones hechas por el comisario en otros medios, en las que insiste en que una eventual decisión de devolución sobre las supuestas ayudas concedidas bajo el anterior régimen de «tax lease», recaería en los inversores y financiadores.

¿De verdad alguien cree que si a los problemas actuales del mercado de crédito en España, le sumamos una decisión del Comisario de Competencia en contra de los financiadores, los astilleros privados españoles, medianas empresas por cierto, podrán seguir construyendo?

Nadie en la actual coyuntura económica podrá mantener que ha permitido la supervivencia de los astilleros si aniquila las posibilidades de que éstos se financien, especialmente después de dos años en los que se han visto privados de herramientas con las que contratar en igualdad de condiciones en relación a sus competidores europeos.

No hace falta saber mucho de empresas para darse cuenta de que el cliente es la esencia de cualquier negocio. Si uno abandona al cliente, éste nunca volverá, pero si le obligan a abandonarte tampoco lo hará. Si la Comisión Europea ataca directamente a los clientes de los astilleros españoles, les estará trasladando la idea que de España no es un lugar seguro para hacer negocios porque el marco no es el adecuado.

Da igual que haya otros marcos nacionales sujetos a la investigación de Bruselas. Si el comisario español Almunia pide que los armadores y financiadores de la construcción de buques en España que devuelvan las ayudas concedidas bajo el anterior régimen de «tax lease» les estará invitando a irse.

¿Por qué a Francia no se le exigió devolver las ayudas? ¿Por qué se quiere terminar con el sector de construcción naval más competitivo de Europa? ¿Por qué el comisario olvida en su toma de decisiones el principio de solidaridad del que habla? ¿Por qué una Europa autodestructiva quiere terminar con un sector industrial de nicho en beneficio de la industria asiática? Un sector que, por cierto, exporta el 90 por ciento de lo que produce. Por algo será.

Almunia reclama financiación para las pymes, el Gobierno y la oposición en España han alcanzado un acuerdo para pedir lo mismo a la Unión Europea. Sin embargo, las decisiones van en sentido contrario. La muerte de los astilleros llegará con el cierre del grifo de la financiación. El comisario español está haciendo un flaco favor a la marca España y con su decisión cerrará aún más las puertas de los mercados financieros.

Si el comisario Almunia se empeña con una decisión negativa sobre el «tax lease», en que el negocio naval puede sobrevivir sin financiación ni inversores, ni armadores que habrán salido espantados en dirección a Asia, y nos proscribe de su discurso sobre el mercado de crédito, tendrá que explicarle a las 87.000 familias que dependen del sector naval, que ellas no viven en el mismo barco.

Por Almudena López del Pozo, consejera delegada de la Asociación de Pequeños y Medianos Astilleros en Reconstrucción (PYMAR)

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