Cómo elegir al próximo Secretario General de las Naciones Unidas

Cuando las Naciones Unidas elijan un nuevo secretario general el próximo año, el mundo se enfrentará a una decisión crucial. Dadas las crisis que están estallando en todas las regiones del mundo, la necesidad de un liderazgo fuerte y firme es evidente. Sin embargo, el proceso de selección para ocupar puestos internacionales importantes a menudo se ha caracterizado más por las negociaciones políticas que por una búsqueda meritocrática del mejor candidato.

Las herramientas para mejorar el proceso están disponibles y es el momento adecuado para asegurar que las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales las adopten. Un nuevo informe del Foro Económico Mundial y la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford establece una serie de mejores prácticas – cada una de las cuales ya ha sido implementada por al menos un organismo internacional – que pueden garantizar que los líderes se elijan de entre los candidatos más calificados y que las organizaciones para las que trabajan cuenten con las mejores prácticas de administración posibles.

Para empezar, es importante profesionalizar el proceso de selección. Durante demasiado tiempo los acuerdos secretos entre gobiernos han predominado sobre la búsqueda de un candidato que tenga las capacidades y experiencia pertinentes. Cuando Pascal Lamy, uno de los autores del informe, fue elegido para encabezar la Organización Mundial del Comercio, ni siquiera había una descripción del puesto contra la que se pudieran medir sus capacidades.

Una vez que se elija a un candidato, es importante establecer metas de desempeño claras que se puedan evaluar anualmente. Entidades como la Organización Mundial de la Salud – que recibió duras críticas durante la crisis del ébola – podrían aprender de los consejos de administración del 80% de los organismos sin fines de lucro estadounidenses que han establecido un proceso formal de evaluación anual de su director ejecutivo.

También se deben reforzar los estándares éticos. En abril, la policía española interrogó

a Rodrigo Rato, ex Director Gerente del Fondo Monetario Internacional, como parte de una investigación sobre corrupción. No mucho después, su sucesor Dominique Strauss Kahn fue acusado de proxenetismo en Francia.

Es esencial establecer un código que fije normas claras para identificar conflictos de interés y métodos sólidos para abordar quejas sobre la conducta de un líder. En años recientes, acusaciones de conducta inapropiada han conducido a las renuncias de los directores del FMI, el Banco Mundial y la Agencia de la ONU para los Refugiados.

La efectividad de un líder depende de las personas que trabajan para él, por lo que para las organizaciones debe ser prioritario atraer y conservar personal eficiente y deshacerse de los empleados que carezcan de integridad o capacidad profesionales. Muchos organismos globales están introduciendo evaluaciones sistemáticas de sus empleados, pero queda mucho por mejorar. Es crucial que las organizaciones internacionales refuercen su capacidad para resistir los esfuerzos de los gobiernos por proteger a sus nacionales con desempeño deficiente. Las evaluaciones del desempeño deben hacerse públicas para que las personas ajenas a las organizaciones puedan medir el progreso (o falta de él).

Las organizaciones también deben centrarse más en producir resultados y dar seguimiento a lo logrado. Durante décadas, los países que piden préstamos al Banco Mundial y a los bancos regionales de desarrollo han suplicado que se agilice el proceso. La mayoría no pueden esperar más de dos años para saber si se ha aprobado un crédito. Reducir a la mitad el tiempo necesario para la aprobación de los créditos es el tipo de meta operativa que un buen líder puede fijar y de la que posteriormente debe rendir cuentas.

También es importante asegurar una comunicación bien estructurada y sistemática con las partes interesadas y con los grupos de la sociedad civil, lo que es necesario para garantizar que haya aportaciones innovadoras y de calidad. Adoptar un enfoque ad hoc, como lo hacen actualmente muchas organizaciones, a menudo da malos resultados.

Por último, es esencial que las organizaciones aprendan de sus errores. Afortunadamente, casi todos los organismos globales han instaurado procesos de evaluación independiente. Lo que es menos positivo es que la mayoría aún no sabe cómo aplicar las lecciones aprendidas. La evaluación es importante, pero a continuación debe haber reformas profundas de gobernanza que exijan que los líderes modifiquen incentivos y conductas.

La presión para el cambio está aumentando. En noviembre de 2014, la organización Avaaz, la Asociación de las Naciones Unidas y otras ONG pusieron en marcha una

campaña para reformar el proceso de selección por el que se elige al secretario general de las Naciones Unidas a fin de sustituir un proceso opaco, controlado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, por uno transparente en el que todos los países expresen su opinión. Piden, entre otras cosas, una descripción clara del puesto, el escrutinio público de los candidatos y una lista final en la que no figure solo un candidato.

Ha habido avances en algunos organismos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados define sus objetivos en sus Prioridades Estratégicas Globales y evalúa anualmente los avances logrados para cumplirlas. Además, todos los altos funcionarios de las Naciones Unidas deben presentar una declaración anual de su situación financiera ante la oficina de ética de la Organización.

Una organización que ha sido particularmente exitosa en este sentido es el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), que ha introducido una política de denuncias en toda la entidad, un marco anticorrupción y antifraudes y una oficina para investigar las revelaciones. El BafD elegirá un nuevo presidente en mayo y no solo ha definido claramente el puesto, sino que también ha identificado ocho candidatos y les ha pedido que presenten su estrategia antes de las elecciones.

El mundo confía en las organizaciones internacionales para coordinar las respuestas globales a muchas amenazas graves, desde las pandemias hasta las crisis financieras. Un líder de la ONU eficiente debe poder convencer a los Estados miembros para que cooperen, administrar bien la organización y producir resultados. Sin un buen liderazgo, cualquier organización, incluso la ONU, está condenada al fracaso.

Ngaire Woods is Dean of the Blavatnik School of Government and Director of the Global Economic Governance Program at the University of Oxford. Nina Hall, a post-doctoral fellow at the Hertie School of Government in Berlin, is the lead researcher on the WEF/BSG project.

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