Cómo ganar la transición

¿Se está convirtiendo la primavera árabe en un otoño sombrío? Con la brutal represión en Siria, una sangrienta guerra civil en Libia y Yemen al borde del caos, el número de los escépticos es cada vez mayor. Aunque los movimientos a favor de la democracia en Egipto y Túnez lograron un rápido cambio de régimen, también sigue habiendo incertidumbres en esos países. Tras un breve periodo de esperanza, muchos observadores se preguntan ahora si la región es capaz de producir democracias viables y económicamente vibrantes.

Por supuesto. las revoluciones y sus secuelas son siempre tiempos inestables y llenos de vicisitudes, y el resultado a menudo es incierto. La reducción de la enorme brecha entre las grandes expectativas y la realidad de presupuestos y capacidades limitados es una prueba en sí misma. Corregir las injusticias del pasado y construir una economía que ofrezca oportunidades a todos significan también grandes retos, cargados de volatilidad, incertidumbre y los peligros del oportunismo político.

Pero las transiciones son también tiempos de grandes oportunidades. En la década de los 90, fui uno de los indonesios que exigió y celebró la salida de nuestro propio autócrata, Suharto, y me uní al nuevo gobierno cuando se marchó. Muchos observadores predijeron que Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo, sería incapaz de sostener la democracia y acabaría por caer en el caos. La tarea que nos esperaba era enorme. Sin embargo, hemos demostrado a los escépticos que estaban equivocados y aprendimos algunas lecciones fundamentales.

Quizás lo que es más importante, hemos aprendido que no hay una solución de democratización única para todos. Cada uno de los países de Oriente Medio y África del Norte enfrentarán desafíos únicos que tendrán que abordar en sus propios términos. Aún así, deben hacer un quiebre real y simbólico con el pasado. Las nuevas autoridades deben enviar fuertes señales de que las viejas formas han terminado.

El cambio se debe manifestar formalmente, con nuevas leyes que se den a conocer ampliamente. Es crucial la legislación que faculta a los ciudadanos con libertad de expresión, elecciones libres e independientes, y libertad de asociación, y debe quedar claro a la opinión pública que nadie está por encima de la ley. Cualquier cosa por debajo de eso socavará la transición.

Además, la corrupción es la perdición del desarrollo en todo país, por lo que los nuevos gobiernos deben actuar con rapidez para establecer instituciones y procedimientos para luchar contra ella. La transparencia y la rendición de cuentas son ideas de gran alcance con apoyo casi universal, lo que significa que los nuevos líderes no deben darse por vencidos cuando la lucha se vuelva difícil. Las organizaciones de la sociedad civil, las comunidades locales, los representantes de los pobres y vulnerables, y las mujeres juegan un papel vital en este sentido, y deberían ser incluidos en todos los niveles de toma de decisiones.

En Indonesia, firmamos un centenar de leyes en menos de 18 meses, que abarcaron desde la libertad de prensa a las elecciones, la corrupción, la descentralización y las normas antimonopolio. Ratificamos una nueva legislación de las finanzas públicas y garantizamos la independencia del banco central del país.

Los nuevos líderes también deben esperar y manejar los contratiempos. En tiempos post-revolucionarios, las expectativas son altas y los obstáculos para su realización son enormes. Sé por experiencia personal que no siempre tuvimos el lujo de lograr los mejores resultados. Tuvimos que ceder ciertos puntos y conformarnos con los mejores resultados posibles.

Las amenazas a la seguridad son algunos de los reveses más graves en las transiciones. El sentimiento nacionalista es fuerte, y los políticos y grupos de interés pueden explotarlo. A menudo, las fuerzas de seguridad son remanentes del antiguo régimen, y no existe un sistema judicial independiente. Las reformas tomarán tiempo, y las viejas burocracias pueden no ser capaces de aplicarlas.

En Indonesia, utilizamos varias innovaciones para evitar este tipo de dilemas. Por ejemplo, nombramos un juez independiente para hacerse cargo de los tribunales de quiebras y corrupción, porque los jueces de carrera estaban demasiado manchados. Del mismo modo, cuando empezamos programas de dinero en efectivo por trabajo, como parte de nuestros planes de apoyo a los pobres, pedimos a las comunidades que ejecutaran estas iniciativas.

En términos más generales, los nuevos líderes harían bien en asegurarse de que la economía funcione bien. Es importante restablecer la actividad económica y crear un entorno favorable para los empresarios, en particular las pequeñas y medianas empresas, que constituyen el principal motor de creación de empleo. Cabe recordar que las revoluciones recientes se iniciaron con la auto-inmolación de un vendedor de frutas de Túnez, que fue hostigado e insultado por las autoridades.

Sin embargo, el éxito económico sin inclusión social y rendición de cuentas no es sostenible, y los nuevos gobiernos a menudo deben tomar decisiones difíciles con el fin de proteger a los pobres y vulnerables. Podrían tener que eliminar subsidios que apuntan a fines equivocados para liberar recursos para programas más específicos y eficaces de lucha contra la pobreza y creación de empleo.

En Indonesia, tuvimos que trazar una línea entre los muy pobres y los cuasi pobres. No podíamos darnos el lujo de aumentar los salarios o conceder subvenciones para todo el mundo. Nuestra ayuda tenía que estar bien focalizada. Así, mientras ayudamos a los más necesitados, excluimos a otros que no eran lo suficientemente pobres para beneficiarse. Fue una decisión difícil e impopular.

Finalmente, los países en transición necesitan apoyo; no sólo dinero, sino también los conocimientos técnicos para implementar reformas de gran complejidad. Cuando fui nombrado ministro de Finanzas de Indonesia, tenía bajo mi cargo 64.000 empleados. Pero cuando tuvimos que modernizar nuestro sistema tributario, no pudimos encontrar la experiencia necesaria dentro de nuestro país.

Sí, tuvimos necesidad de ayuda externa, pero nunca cedimos la "propiedad" del proceso de reforma; hicimos que funcionara para nuestras características específicas. Si los indonesios no hubieran estado a cargo de nuestra propia transición, fácilmente podríamos haber fracasado. También esa lección es una que todos los países en transición deben tener en cuenta.

Sri Mulyani Indrawati, Director Gerente del Grupo del Banco Mundial y ex ministro de Finanzas de Indonesia. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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