Cómo garantizar la continuidad del ascenso de África

El ascenso de África está en peligro de desvitalizarse. Después de años en los cuales la economía del continente creció en una tasa promedio anual del 5%, la incertidumbre mundial, el descenso de los precios de las materias primas, y las quisquillosas condiciones externas amenazan con socavar décadas de tan necesario progreso. Garantizar la riqueza y el bienestar de los residentes del continente no será fácil; pero, hay mucho que los formuladores de políticas pueden hacer para poner de nuevo a África en una trayectoria ascendente.

En primer lugar, las autoridades deben garantizar la financiación necesaria para lograr el desarrollo sostenible en un entorno mundial incierto. El Banco Mundial estima que África requerirá por lo menos $93 mil millones al año para financiar solamente sus necesidades de infraestructura. La infraestructura que sea respetuosa del clima y sostenible costará aún más. Y, sin embargo, mientras el crecimiento mundial continúe siendo débil, los africanos no pueden contar con que los países desarrollados cumplan plenamente con sus compromisos respecto a ayudarlos a alcanzar los Objetivos de desarrollo sostenible.

África debe desarrollar rápidamente sus propios recursos, empezando por llegar a casi doblar sus ingresos fiscales. En toda el África subsahariana, los ingresos fiscales representan menos de una quinta parte del PIB, en comparación al tercio que representan en los países de la OCDE. Esto significa que hay mucho espacio para la mejora. Desde el año 1990 al 2004, por ejemplo, Ghana reformó su sistema fiscal y elevó sus ingresos desde el 11% al 22% del PIB. Se debe admitir que dicho avance es difícil; en Nigeria, vimos que podíamos incrementar los ingresos fiscales mediante el aumento de los ingresos relacionados al petróleo, pero tuvimos dificultades para concretar dicha oportunidad.

Otra fuente de recursos internos es el monto aproximado de $380 mil millones en activos de pensiones en poder de sólo diez países africanos. Los formuladores de políticas deben apalancar estos montos considerables.

Simultáneamente, los países africanos tendrán que encontrar una manera de diversificar sus economías. Para diversificar se requiere invertir en el futuro, en la forma de educación e infraestructura bien desarrollada, incluyendo telecomunicaciones, energía, carreteras, ferrocarriles y agua.

Hay una gran cantidad de modelos que se puede seguir: Dubái, Singapur, Tailandia, Malasia, México, Indonesia y Corea del Sur son todos países admirados por los africanos como economías que lograron transformarse a sí mismas. Dubái, por ejemplo, se propuso, hace más de tres décadas, prepararse para un futuro sin petróleo. El gobierno puso en práctica, paso a paso, un proceso para transformar al país en una economía de servicios, poniendo en marcha la infraestructura e incentivos necesarios para mejorar los servicios financieros, el turismo, los servicios médicos, los bienes raíces, los medios de comunicación, las artes y la cultura. Corea del Sur y Singapur, países que tienen pocos recursos naturales sobre los cuales pueden apoyarse, son también buenas fuentes de inspiración.

El secreto detrás del éxito de estos países es que tienen líderes implacablemente concentrados en sus ideas, puede que dichos líderes sean benignos dictadores afianzados en sus puestos o políticos elegidos democráticamente, quienes tienen una visión compartida sobre lograr economías de base amplia. El África subsahariana ofrece caminos para el crecimiento diversificado que muchos de los pioneros no siguieron: la agricultura con valor añadido y la agroindustria, el procesamiento de minerales, los complejos petroquímicos, la fabricación de bienes duraderos y de consumo, el turismo y entretenimiento, y un emergente sector de tecnologías de la información.

A medida que se implementan las medidas necesarias para la diversificación, las autoridades deben garantizar que el crecimiento económico que buscan cree puestos de trabajo. Lamentablemente, esta no ha sido siempre la situación. Gran parte del reciente crecimiento ha beneficiado sólo unos pocos, dejando detrás a muchos – sobre todo a los jóvenes y las mujeres. Desde el año 2006 a 2013, la desigualdad aumentó en muchas de las economías más importantes del continente, incluyendo Sudáfrica, Nigeria, Ghana, Tanzania y Ruanda.

Estos eran los desafíos que estábamos empezando a abordar en Nigeria cuando yo fui ministra de Finanzas. Sabíamos que no solamente necesitamos asegurar el crecimiento, sino que también era necesario mejorar la calidad de dicho crecimiento.

Para alcanzar dicho fin, las autoridades deben garantizar que el crecimiento se dirija a los sectores que crean puestos de trabajo, como ser la agricultura, la manufactura y los servicios. También puede que tengan que redistribuir el ingreso y fortalecer las redes de seguridad social para proteger mejor a las personas en la parte inferior de la escalera.

Será crucial que las habilidades disponibles coincidan con las oportunidades de empleo. Alrededor del 70% de la población de África tiene menos de 30 años, y el continente es el hogar de la mitad de los niños en edad escolar primaria del mundo que han sido privados de la oportunidad de estudiar. Una de las principales prioridades debe ser ofrecer a los niños de África habilidades básicas de lectura, escritura y tecnológicas, así como capacitación vocacional, técnica y empresarial.

Se deben reforzar también los débiles sistemas de salud con el propósito de hacer frente a enfermedades endémicas que socaban la productividad, como por ejemplo la malaria; dichos sistemas también deben mejorar su preparación para hacer frente a brotes de epidemias mortales. Lo que está en juego es muy valioso. El Banco Mundial estima que el brote de ébola redujo las economías de Sierra Leona, Guinea y Liberia en un 16%.

A medida que la economía mundial empieza a dar signos de agotamiento, los países africanos deberán desarrollar actividades de intercambio comercial entre ellos. En el año 2013, los bienes y servicios africanos representaban sólo el 16% del comercio dentro del continente, y poco más de 3% del comercio mundial. Un problema es que la mayoría de los países africanos producen el mismo tipo de materias primas y las comercian con muy poco valor añadido. Los formuladores de políticas deben fomentar una mayor especialización; los bienes y servicios diferenciados añadirán valor y volumen a las actividades de comercio exterior.

La logística plantea otro obstáculo para el comercio entre los países africanos. Los formuladores de políticas deben hacer que el desplazamiento de las mercancías a través de las fronteras sea más fácil, mediante la mejora de la conectividad entre los países y la reducción de los obstáculos burocráticos y costos administrativos. Por ejemplo, se estima que las tarifas de transporte por carretera a través de África se encuentran en un nivel entre $0,05- $0,13 por tonelada/kilómetro, en comparación con el promedio de $0,01-$ 0,05 calculado para todos los países en desarrollo.

El proyecto del Rift Valley Railway, que finalmente unirá a Mombasa en la costa de Kenia con Kampala en Uganda, es un buen ejemplo de los beneficios que las inversiones en transporte podrían proporcionar. El Banco Africano de Desarrollo estima que se duplicará el volumen de comercio entre los dos países, y, simultáneamente, se reducirán los costos marginales en un 30%.

A medida que se realizan estas inversiones, los formuladores de políticas no deben olvidar que gran parte del reciente crecimiento de África se puede acreditar a las buenas políticas macroeconómicas y la sólida gestión económica. Para extender el ascenso del continente será necesario fortalecer los cimientos económicos de dicho ascenso.

Esto significa garantizar que los precios dentro de la economía sean los correctos, comenzando por el tipo de cambio. Algunos países pueden necesitar controles temporales para frenar salidas de capital perjudiciales; sin embargo, las autoridades deben apuntar a un tipo de cambio basado en el mercado y un plan sólido para gestionar la inflación, la deuda, las reservas de divisas, las cuentas corrientes nacionales y los balances fiscales.

El difícil exagerar el potencial que tiene África. El continente está en condiciones de construir economías diversificadas basadas en bajas emisiones de carbono e infraestructura sostenible. Pero las autoridades no pueden simplemente suponer que el ascenso de África va a continuar. Se deben tomar las medidas adecuadas para garantizar que así sea.

Ngozi Okonjo-Iweala is a former finance minister and foreign minister of Nigeria, a former Managing Director of the World Bank, and a distinguished visiting fellow at the Center for Global Development. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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