Cómo lograr equidad en materia de salud

En el año 2015, el mundo se comprometió a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) – una agenda integral que cubre prácticamente todos los aspectos del desarrollo – hasta el año 2030. Sin embargo, el mundo aún tiene que adoptar el tipo de enfoque deliberado, sistemático e inclusivo que se necesita para eliminar las desigualdades que impiden que miles de millones de personas disfruten de una vida longeva y saludable.

El informe de las Naciones Unidas del año pasado sobre el progreso con dirección al logro de los ODS mostró que la cantidad de personas que enfrentan el hambre en realidad está creciendo, al igual que la cantidad de casos de malaria. Además, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, las consecuencias del cambio climático están surgiendo mucho más rápido de lo previsto. Los más pobres y vulnerables del mundo se verán afectados de manera desproporcionada.

Esta no es una manera de cumplir con el compromiso contenido en el marco de los ODS, denominado Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, de postula que “nadie se debe quedar atrás”. Sin embargo, esto no debería causar sorpresa. El mundo ha hecho esfuerzos limitados para eliminar las desigualdades, incluyendo aquellas relativas a la salud. El predecesor de los ODS, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), trajeron mejoras modestas en la equidad en salud para muchos países, pero en una minoría sustancial de países, los segmentos más pobres de la población incluso quedaron aún más relegados.

En Nigeria, el acceso a las intervenciones básicas en materia de salud reproductiva, materna, neonatal e infantil sigue siendo cinco veces más alto para aquellos en el quintil de riqueza más alto que para los más bajos (68%, comparado con 13%). En Bangladesh, el 74% del quintil más rico tiene acceso a atención calificada durante el parto, mientras que sólo lo tiene el 18% de los más pobres.

Persisten desigualdades graves en cuanto a salud, inclusive en las economías avanzadas. En Estados Unidos, los residentes del vecindario Roland Park de Baltimore, quienes, en su mayoría, son blancos y ricos, tienen una expectativa de vida 16 años mayor en comparación con aquella de los residentes del vecindario Greenmount East – ubicado a sólo unas pocas millas de distancia – donde los residentes son, en su mayoría, de raza negra y están empobrecidos.

Para garantizar que los ODS tengan éxito donde los ODM no exigieron una respuesta cuidadosamente diseñada, integral e inclusiva que aborde directamente “la distribución desigual del poder, dinero y recursos” y que subyace a las desigualdades en salud, el marco de los programas de acción para la equidad en la salud, propuesto por el Instituto O’Neill para la Legislación de Salud Nacional y Global en el Centro de Derecho de la Universidad de Georgetown tiene como objetivo facilitar el desarrollo de tal respuesta.

Fundamentándose en las obligaciones de derechos humanos de los países, los programas de acción podrían implementarse a través de planes nacionales de salud o de desarrollo nacional, de los ODS o también a través de estrategias de inclusión social. Estos programas deberían adherirse a siete principios:

  • Permitir el fortalecimiento de la participación y el liderazgo inclusivo. Personas de las poblaciones desfavorecidas y marginadas deberían ser los tomadores de decisiones, ayudando a liderar todos los procesos y estructuras pertinentes.
  • Maximizar la equidad en salud. Se deben abordar las disparidades en las tasas de todas las enfermedades y otras amenazas a la salud, así como los determinantes estructurales de la salud.
  • Sistemas de salud y otros ámbitos. Se debe considerar toda la gama de determinantes sociales, culturales, ambientales, económicos y políticos de la salud.
  • Cada una de las poblaciones debe ser tomada en cuenta. Además de abordar las causas comunes de las desigualdades en materia de salud, como por ejemplo la discriminación, pobreza, vivienda inadecuada y acceso desigual a la educación, también deben abordarse los factores que son específicos a cualquier población específica o a varias poblaciones.
  • Acciones, objetivos, y plazos de tiempo. Las acciones deben ser específicas y vinculadas a objetivos mensurables y con plazos específicos.
  • Responsabilidad integral. Las acciones y los objetivos deben incorporarse en las estrategias sectoriales y abarcar un monitoreo y evaluación exhaustivos (incluso por parte de entidades independientes), el desarrollo de capacidades y estructuras que incorporan la responsabilidad en todos los niveles del sistema de salud y otros sistemas relevantes.
  • Compromiso político sostenido de alto nivel. Los programas de acción sólo se pueden implementar si los líderes políticos tienen la voluntad de trabajar de manera consistente y sistemática durante un período prolongado, asignando los recursos relevantes según sea necesario.

Tenemos menos de 12 años para alcanzar los ODS. Fracasaremos, si no realizamos un esfuerzo integral y constante para eliminar las desigualdades en cuanto a salud – es decir, sin no se realiza el tipo de esfuerzo que es promovido por los programas de acción de equidad en salud. Es por esto que los países deben adaptar con urgencia los siete principios a sus circunstancias e incorporarlos a sus procesos de planificación de la salud y el desarrollo. Para alcanzar este fin, pueden aprovechar el recientemente lanzado marco para la implementación para los programas de acción de equidad en salud.

La ONU y la Organización Mundial de la Salud – cuyos principios son consistentes con los de los programas de acción de equidad en salud – deberían alentar a los gobiernos a adoptar este marco. También deberían hacerlo los organismos de desarrollo y financiación, incluyendo el Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, así como también organizaciones de la sociedad civil.

Las desigualdades en salud no son inevitables, son el producto de las injusticias que las personas hemos creado. Nosotros también tenemos el poder para eliminar dichas injusticias.

Eric A. Friedman is the Global Health Justice Scholar at the O’Neill Institute for National and Global Health Law at Georgetown University Law Center. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *