Cómo luchar contra Hamas

Por Yossi Beilin, presidente de Israel Democrático y Social y uno de los impulsores del acuerdo de Ginebra (LA VANGUARDIA, 24/03/04):

El asesinato del jeque Ahmed Yassin no proporcionará una mayor seguridad al pueblo de Israel. Forma parte del ciclo de violencia que no cesa de crecer desde el principio de la segunda “intifada”, en septiembre del 2000. El asesinato ha provocado una gran furia, ha aumentado el odio hacia Israel y ha reforzado los sentimientos de venganza. En el instante mismo del asesinato, en la mañana del 22 de marzo, se inició la cuenta atrás del próximo ataque terrorista. Lo único que falta por saber es si este atentado tendrá lugar en Israel o se dirigirá contra objetivos judíos en otras partes del mundo. ¿Caerán víctimas inocentes esta vez?

El jeque Ahmed Yassin era un extremista que abrazó la causa del odio y la violencia. Ahora bien, aunque el mundo sin él podría ser mejor, no necesariamente será más seguro. Sea quien sea, su sucesor en la dirección de Hamas buscará venganza.

En mi opinión, los asesinatos selectivos sólo son legítimos cuando se realizan para impedir un ataque terrorista inminente. Acabar con enemigos políticos e ideológicos –aunque hayan abrazado la causa de la violencia y el odio– no es legítimo.

El asesinato del jeque Yassin ha creado una situación artificial en la que los palestinos de la franja de Gaza y Cisjordiania se sienten obligados a permanecer juntos, unidos. Hemos creado una situación en la que “todos somos Yassin”, cuando la mayoría de los palestinos rechaza a la persona y sus métodos. En lugar de separar a los pragmáticos de los extremistas, el asesinato ha convertido a los palestinos en un colectivo unido y furioso que clama venganza al unísono. Israel no podía haber cometido mayor error.

No es demasiado tarde para efectuar un giro de 180 grados. Israel, incluso bajo el mandato de Sharon, puede declarar que cesa unilateralmente sus acciones militares y que está dispuesto a regresar a la mesa de negociaciones tras años de haberla abandonado. Perdimos la oportunidad de negociar con el anterior primer ministro, Abu Mazen, y no estamos negociando con el actual, Abu Ala. Israel debería aproximarse a él y declarar que está dispuesto a retomar las negociaciones interrumpidas en Taba, en enero del 2001, entre representantes del Gobierno israelí y la Autoridad Palestina.

Tenemos un socio palestino. Es un socio más débil que en el pasado. Gran parte de su infraestructura está destruida. Y ha cometido graves errores durante la “intifada”. Sin embargo, este socio es pragmático y desea llegar a un acuerdo. En lugar de acelerar el final de la Autoridad Palestina, debemos hacer un esfuerzo para negociar con ella y llegar a un acuerdo muy parecido al que alcanzamos en Ginebra hace unos meses. Creo que semejante acuerdo puede ser firmado entre Israel y la OLP en un plazo de unos pocos meses, y que satisface los principales intereses de ambos bandos: dos estados soberanos vecinos, la frontera internacionalmente reconocida de 1967 con modificaciones consensuadas, Jerusalén como capital de los dos estados, una solución justa para el problema de los refugiados y unos acuerdos de seguridad adecuados.

Si la negociación se reanuda, renacerá la esperanza. El mundo está enormemente interesado en ver el final del conflicto en Oriente Medio. El potencial económico de Israel y Palestina es de lo más favorable. Todo el que tenga algo que perder hará cuanto pueda por lograr un éxito final. Los palestinos pragmáticos apoyarán una dirección que acepte negociar y no dejará que Hamas eche a perder la esperanza de una vida normal en nuestra región. Hamas florece en la oscuridad, cuando no hay esperanza. Y se marchita en cuanto hay en marcha un proceso político serio. Es lo que ocurrió a finales de la década de los noventa.

La lucha contra Hamas es crucial, pero se equivoca todo el que opine que esa organización puede ser derrotada mediante el asesinato de sus dirigentes. Sólo puede ser derrotada por medio de un proceso político, porque no hay mayor amenaza para los defensores de un Estado panislámico en todo Oriente Medio que un acuerdo palestino-israelí que vea la aparición de un Estado palestino.