Cómo Olaf Scholz conquistó Alemania

Cómo Olaf Scholz conquistó Alemania
Clemens Bilan/Pool/Getty Images

Olaf Scholz y el Partido Socialdemócrata (SPD) ganaron la elección federal alemana, tras superar por escaso margen, con el 25,7% de los votos, a la alianza entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller saliente Angela Merkel y el partido bávaro Unión Social Cristiana (CSU), que recibió el 24,1%.

Fue una victoria sorprendente para un partido que hace apenas cuatro meses, cuando Scholz anunció su propósito de convertirse en el próximo canciller alemán, obtenía un 14 o 15% de apoyo en las encuestas. En aquel momento, el anuncio sonó bastante audaz, incluso fantasioso, teniendo en cuenta que al SPD ya se lo consideraba un partido irremediablemente dañado y disminuido, tras una hemorragia de años en su base tradicional de votantes trabajadores y de clase media. Pero ahora una parte de esa pérdida se revirtió.

¿Cómo se las arregló Scholz para conseguir esta sorpresa electoral? Una parte de la respuesta puede hallarse en los claros eslóganes de campaña del SPD: Soziale Politik für Dich («una política social para ti») y Respekt für Dich («respeto para ti»). En los debates virtuales del partido acerca de su programa electoral, el mensaje general que surgió fue que Scholz tiene un «plan para el futuro» y sabe cómo recuperar votos que se fueron a los populistas. El énfasis del partido estará puesto en el «respeto», la «dignidad», el «futuro» y una «Europa soberana». No es para «los que se creen mejores».

Una de las fuentes de inspiración para el programa del partido fue el filósofo Michael Sandel (Harvard). En su reciente superventas The Tyranny of Merit, Sandel sostiene que la educación se ha convertido en la mayor fuente de división dentro de la sociedad. Es verdad que en otros tiempos era una de las principales prioridades progresistas y parte del ADN de cualquier partido socialdemócrata que se preciara de tal. La idea era que con esfuerzo y estudio se puede subir en la escala social. Pero como contrasta Sandel, la meritocracia tiene un lado oscuro, porque los ganadores tienden a mirar con desdén a quienes no consiguen esa movilidad ascendente.

Aunque los ganadores deban su éxito en gran medida a la buena suerte, la meritocracia explícita del sistema les permite decir que todo lo que obtuvieron es fruto de su trabajo y por tanto merecido. También lleva a la conclusión de que los más desfavorecidos se merecen su condición, como si todo se redujera a que no se esforzaron lo suficiente. Según Sandel, la meritocracia (junto con las actitudes que alienta) convirtió a la élite en un club de arrogantes, privando al mismo tiempo de dignidad a muchos otros.

La narrativa meritocrática que critica Sandel pasa por alto el hecho de que las oportunidades de «ganar» no son las mismas para todos. En Alemania, sólo obtiene una licenciatura el 15% de los estudiantes de familias sin antecedentes universitarios, contra 63% si hay antecedentes. Esta es una importante razón de la menor movilidad social que muestra Alemania en relación con la mayoría de los países de la OCDE.

La campaña de Scholz funcionó porque se dio cuenta de que las intuiciones de Sandel encajaban casi a la perfección con Alemania. El SPD recuperó votantes tradicionales que sintiéndose traicionados se habían pasado al partido izquierdista Die Linke. La inteligente estrategia de comunicación de Scholz explica en parte por qué Die Linke obtuvo la mitad de votos que en 2017 y no logró superar el mínimo del 5% requerido (aunque mantendrá su presencia parlamentaria por haber ganado en la elección directa de representantes en tres distritos).

Tal vez más sorprendente es el hecho de que al parecer los socialdemócratas también le quitaron votos al partido ultraderechista Alternative für Deutschland. De hecho, el SPD ahora es la primera fuerza en todos los estados orientales de Alemania excepto Sajonia y Turingia, donde domina AfD. Aparentemente, el mensaje de «respeto» del SPD atrajo a alemanes que sintieron menoscabada su dignidad desde la caída del comunismo y la reunificación.

También parece que el SPD recuperó votos que se habían ido a la alianza centroderechista CDU/CSU. En las últimas elecciones, muchos votantes del SPD se pasaron a la CDU por apoyo a Merkel, que representaba el centro estable y seguro de la política alemana. Pero ahora que Scholz lidera el SPD, vuelven a ver en su antiguo hogar político una opción moderada aceptable.

Finalmente, es posible que el SPD también les haya quitado algunos votos a los Verdes, un partido al que en las últimas elecciones se lo asoció cada vez más con la posición socialdemócrata.

El mensaje de dignidad de Scholz produjo un resultado fascinante. Ahora la cuestión es, por supuesto, de qué manera la revitalizada agenda del SPD se trasladará a un nuevo gobierno y de allí a nuevas políticas públicas.

Dalia Marin, Professor of International Economics at the Technical University of Munich’s School of Management, is a research fellow at the Centre for Economic Policy Research. Traducción: Esteban Flamini.

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