Cómo reincorporarse a la UE

Hace tres años, en la noche de las últimas elecciones en el Reino Unido, se acabó la campaña del segundo referéndum. He oído que algunos están reagrupándose y tratan de sentar las bases para el próximo referéndum. Pasará tiempo antes de que haya un segundo referéndum. Sir Keir Starmer, el líder del Partido Laborista, ha descartado la posibilidad de grandes cambios en la relación bilateral del Reino Unido con la Unión Europea si llega a ser primer ministro tras las próximas elecciones. La próxima legislatura durará hasta 2028 o 2029. De haber un segundo referéndum, sería después.

Estoy totalmente a favor. Habrán pasado más de dos legislaturas completas desde el último referéndum. La composición del electorado habrá cambiado. Y, lo que quizá sea más importante, los argumentos en favor de la adhesión a la UE estarán más claros, ya que la gente ha experimentado realmente lo que supone la situación contraria.

Pero, por favor, que los partidarios de la reincorporación no se dejen engañar por los sondeos de opinión y la demografía. Es posible que la gente mayor haya fallecido. Pero los jóvenes serán más viejos. No es tan fácil como podrían pensar.

La campaña por la permanencia cometió el error de basarse en el tóxico relato europeo ya existente. Era un relato de exclusiones voluntarias, de salvaguardias, de todas esas cosas que no querían, como la integración política más allá del mercado único. Su retórica giraba en torno al Reino Unido en la UE. Nunca se ocupó de la UE. A menudo tuve la impresión de que los partidarios de la permanencia y los de la salida coincidían en el hecho de que realmente no les gustaba la UE, pero discrepaban respecto a la utilidad marginal del mercado único. Qué poco inspirador.

La UE, erróneamente en mi opinión, considera que el Brexit es lo peor que le ha pasado nunca. Hará lo imposible para que el Reino Unido vuelva. Pero no puede ofrecerle el mismo acuerdo otra vez, con todas las cláusulas de exclusión. La siguiente campaña por la permanencia sería para el paquete completo, con el euro, el espacio Schengen de libre circulación y el respeto a la Carta de los Derechos Fundamentales.

Mi primera pregunta para la próxima campaña en favor de la reincorporación es: ¿tienen una idea de qué clase de UE quieren? Solo si pueden responder a esta pregunta estarán en condiciones de defender de un modo coherente los beneficios que la pertenencia a la UE aportará al Reino Unido. Por ejemplo, ¿quieren que la UE sea estratégicamente autónoma en el ámbito de la defensa y la política económica? ¿Tienen un plan para convertir el euro, que pronto adoptarán, en un instrumento de política exterior? ¿O simplemente pretenden repetir la última campaña y obstinarse en todo lo que hicieron entonces con la esperanza de que la campaña del otro bando no sea tan eficaz la próxima vez?

Entiendo que resulte tentador. Los miembros de la campaña por la reincorporación seguramente no estarán de acuerdo sobre estas cuestiones, excepto por un consenso mínimo en que la reincorporación trae consigo ventajas económicas. El Proyecto Miedo se convertirá en Proyecto Esperanza.

Yo desaconsejaría tomar este camino. Para empezar, puede que no funcione. Ahora mismo los sondeos de opinión están a su favor. Pero pueden cambiar, como ya ha ocurrido en el pasado. Tampoco está claro que su retórica sobre el relativo declive del Reino Unido fuera de la UE vaya a tener el resultado que creen. También Alemania lo está pasando mal con su modelo económico, después de haber dependido excesivamente de Rusia y de China. La economía de la UE podría registrar malos resultados en la próxima década. No conviertan esto en una pelea sobre cifras del PIB y, todavía peor, sobre previsiones del PIB.

Mi mensaje para los partidarios de la reincorporación es: tengan cuidado con lo que desean. El premio gordo de la reincorporación no debe ser ganar un referéndum, sino sentar las bases para el éxito de la adhesión a la UE.

Si lo único que quieren es el mercado único, hablemos de esto. Siempre nos quedará el modelo de Noruega. Siempre me ha parecido el arreglo perfecto para el Reino Unido, al menos durante diez años o así. La UE podría basarse en este modelo y elevarlo a la categoría de miembro asociado, con procedimientos de consulta y codecisión más firmes. Eso podría sustituir al follón de acuerdos bilaterales que la UE mantiene con Turquía, Suiza, los países del Espacio Económico Europeo y el Reino Unido. Pero si de verdad quieren reincorporarse, no pueden reducir sus argumentos al prosecco que ya no encuentran en los estantes del supermercado.

Las historias que contamos hoy crean las realidades del mañana. Robert Schuman y Jean Monnet forjaron los relatos de la UE para las décadas venideras. El contrato con Estados Unidos de Newt Gingrich en 1994 fue el precursor de la triunfal campaña de Donald Trump en 2016. El Brexit tuvo sus primeras raíces en la campaña de 1975, cuando la retórica del Reino Unido reducía la entonces Comunidad Económica Europea a un mercado común.

El objetivo estratégico de los partidarios de la reincorporación debería ser hacer las cosas bien esta vez y no perderse en la táctica. Si esto se convirtiera en un refrito de la última campaña, yo mismo me pasaría al otro bando. Ser antieuropeo es por lo menos coherente con no estar en la UE. Lo último que necesita la UE son más socios que suscriban el discurso de Viktor Orbán sobre la integración europea.

Wolfgang Münchau es director de www.eurointelligence.com. Traducción de News Clips.

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