Cómo se recuperará Europa

Las últimas semanas han trastocado nuestro mundo. Los días en los que nos ocupábamos de nuestras actividades cotidianas parecen pertenecer a otra vida. Porque hoy algunos de ustedes ya habrán tenido síntomas, muchos conocerán a alguien que padezca la enfermedad y todos se sentirán preocupados, sin excepción, por sus seres queridos. Sin embargo, lo que hace única a la situación en la que nos encontramos es que todos somos parte de la solución: lo somos como ciudadanos, pero también como empresas, ciudades, regiones y naciones, en todos los lugares del mundo. Sí, es cierto: en un primer momento, Europa se vio en parte sorprendida por un enemigo desconocido y por una crisis de una escala y celeridad sin precedentes. Y todavía sufrimos los efectos de este inicio desafortunado. Ahora Europa se alza unida, guiada por una ola de empatía que atraviesa nuestra Unión. Hemos visto a médicos y enfermeros jubilados respondiendo a la llamada del deber y a millones de voluntarios dispuestos a hacer todo cuanto pueden por ayudar. Hemos visto restaurantes que sirven comidas a un personal sanitario exhausto, a marcas de diseño que confeccionan batas de hospital y fabricantes de automóviles que se convierten a la producción de respiradores.

Esta solidaridad, que es contagiosa, late en el pecho de nuestra Unión. Y, gracias a ese impulso, la Europa de siempre vuelve a ser una realidad. Europa está cumpliendo sus compromisos y trabaja sin desmayo cada día para salvar vidas, proteger los medios de subsistencia y relanzar nuestras economías. En las últimas semanas hemos tomado medidas que habrían sido impensables recientemente. Hemos hecho que nuestras normas sobre ayudas estatales sean más flexibles que nunca para que las empresas puedan obtener el apoyo que necesitan. Hemos distendido nuestras normas presupuestarias más que nunca para permitir que el gasto nacional y de la UE llegue rápidamente a quienes lo necesitan. Esto ha contribuido a que las instituciones de la UE y los Estados miembros desplieguen 2,8 billones de euros para luchar contra la crisis, lo que representa la respuesta más contundente de todo el mundo.

La semana pasada la UE dio un paso más: propusimos un nuevo instrumento, denominado Sure, para garantizar que los trabajadores conserven sus empleos y sus ingresos y ayudar a las empresas a mantenerse a flote mientras dure la hibernación. Este instrumento aportará 100.000 millones de euros para ayudar a los gobiernos a compensar las reducciones del tiempo de trabajo de los empleados que tengan que efectuar las empresas, y también para proteger a los trabajadores por cuenta propia. Con ello se asistirá a quienes tengan que seguir pagando el alquiler, las facturas y las compras de alimentos, manteniendo de paso en actividad a otras empresas. En esta crisis no hay lugar para las medias tintas. Y así seguirá siendo los próximos años, a medida que vayamos sacando nuestra economía de la profundidad de la crisis. Para eso necesitaremos inversiones masivas en el marco de un plan Marshall para Europa, construido alrededor de un nuevo presupuesto de la UE particularmente fuerte. Las ventajas son obvias: el presupuesto de la UE tiene una trayectoria acreditada como instrumento de solidaridad y modernización. Al cubrir un periodo de siete años, genera seguridad para los inversores y ofrece fiabilidad a todas las partes implicadas. No obstante, al igual que el mundo de hoy es muy distinto del de hace tan solo unas semanas, también deber serlo nuestro presupuesto. Vivimos un momento crucial en el que unas economías debilitadas por la crisis actual tendrán que arrancar sus motores para volver a poner en marcha nuestro excepcional mercado interior.

Los millones y billones que estamos gastando hoy para evitar una catástrofe mayor son una inversión en nuestra protección futura y establecerán un vínculo entre generaciones. Por ello, los fondos de nuestro próximo presupuesto deben contribuir a conservar lo que más nos importa y renovar el sentimiento de comunidad entre las naciones europeas. Un plan Marshall de estas características ayudará a construir una Europa más moderna, sostenible y resiliente. Pero hay algo que este enorme esfuerzo, esta nueva Europa, necesitará más que nada: la ciudadanía europea debe querer un futuro común en el que nos apoyemos los unos a los otros.

Lo que veo hoy en Europa nos muestra el camino y me llena de orgullo. El futuro de Europa son los checos que envían 10.000 mascarillas a España y a otros lugares. Son los aviones que transportan enfermos desde el norte de Italia hasta el este de Alemania. Es la primera reserva común europea de equipos médicos, o los respiradores y los kits de pruebas adquiridos conjuntamente por casi todos los países, desde Rumanía a Portugal, para su envío a España, Italia y otros lugares. La energía y solidaridad de esta Unión también alcanzó a los miles de europeos que se habían quedado bloqueados lejos de casa en Vietnam, Suráfrica o Argentina y que volaron de regreso a sus países con un billete europeo. Con cada uno de estos actos de solidaridad, Europa se recupera un poco más. Y no me cabe duda de que, en breve, volverá a levantarse. Unida.

Ursula von der Leyen es Presidenta de la Comisión Europea.

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