Cómo un buen año para la salud en el mundo puede ser todavía mejor

El sarampión se «viralizó» en 2018, infectó a casi 10 millones de personas y se cobró 142 000 vidas. Una mala cobertura en la vacunación y grandes focos con niños sin vacunar dieron como resultado brotes devastadores en muchas partes del mundo, incluso en países con elevadas tasas de vacunación o que previamente habían eliminado la enfermedad. El año pasado, Estados Unidos registró el mayor número de casos en un cuarto de siglo, mientras que cuatro países europeos —Albania, la República Checa, Grecia y el Reino Unido— dejaron de estar libres de sarampión después de los prolongados brotes.

Además, dos estudios demostraron que una infección de sarampión reduce los niveles de anticuerpos preexistentes contra otros agentes patógenos, como la gripe o la neumonía. Así, los niños que se recuperan del sarampión resultan más vulnerables a otras enfermedades infecciosas.

Afortunadamente, el sarampión no fue la única gran noticia mundial sobre la salud en 2019. El año también estuvo plagado de emocionantes descubrimientos de nuevos virus, vacunas y tratamientos, que volvieron a demostrar el valor de la ciencia.

La investigación sobre los virus logró avances significativos el año pasado. Para comenzar, los científicos descubrieron en Japón el Medusavirus, nombrado así porque puede convertir a las amebas en quistes semejantes a piedras. Su genoma se encuentra entre los genomas víricos más grandes y complejos que se hayan descubierto. Otros investigadores descubrieron un nuevo tipo de enfermedad transmitida por las garrapatas —el virus Alongshan—en un grupo de pacientes al interior de Mongolia. Por primera vez, se detectó que un virus con ARN (ácido ribonucleico) de insecto, el virus Providence, tiene la capacidad de infectar células de vegetales y mamíferos, lo que sugiere que las plantas podrían funcionar como depósitos de virus humanos. Mientras tanto, las autoridades españolas informaron el primer caso de transmisión sexual del dengue, en un área donde no había mosquitos que funcionaran como vectores.

Además, una misteriosa enfermedad similar a la polio, conocida como mielitis flácida aguda, o MFA, apareció en los últimos años en EE. UU. Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades informaron más de 600 casos desde 2014. Estudios inmunológicos  publicados el año pasado vincularon esta nueva enfermedad a dos enterovirus. Los investigadores también asociaron un virus del herpes humano común (HHV-6) y al virus Epstein-Barr con la esclerosis múltiple, vincularon al adenovirus C con la diabetes de tipo I, y descubrieron que una infección por el virus del papiloma humano aumenta el riesgo del  cáncer de mama. Otro estudio descubrió que los cerebros de los pacientes con Alzheimer tienen niveles más elevados de virus HHV-6 y HHV-7 que los cerebros sanos, al tiempo que los niveles de ARN vírico estuvieron asociados con la gravedad de los síntomas clínicos. Hacen falta más investigaciones para descubrir exactamente qué papel, si es que tienen alguno, desempeñan estos virus en el avance de esas enfermedades.

Las vacunas también avanzaron en 2019. Para empezar, la Agencia Europea de Medicamentos y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. aprobaron Ervebo, la primera vacuna contra el ébola. En los ensayos la vacuna había logrado un 100 % de eficacia para evitar la transmisión de la enfermedad a quienes habían estado en estrecho contacto con personas infectadas. Otra vacuna contra el ébola, fabricada por Johnson & Johnson, también fue probada durante 2019 en la República Democrática del Congo, donde comenzó el segundo mayor brote de la enfermedad en agosto de 2018.

Mientras tanto, el Consorcio de Aceleración de la Vacuna Antitifoidea (Typhoid Vaccine Acceleration Consortium) finalizó un gran estudio de campo en Nepal que mostró que la vacuna antitifoidea conjugada es segura, tiene capacidad inmunogénica, es eficaz y podría reducir significativamente las infecciones tifoideas entre los grupos de alto riesgo. Además, la Organización Mundial de la Salud precalificó una vacuna conjugada antineumocócica  más económica, que podría ampliar la protección contra una de las principales causas de la letal neumonía infantil.

Finalmente, la mejora de los tratamientos y la creación de otros nuevos dieron lugar a algunas de las mejores noticias sobre la salud en el mundo durante el año. En especial, los resultados finales del estudio llamado Pamoja Tulinde Maisha (Salvemos Vidas Juntos) en la RDC mostraron que los tratamientos experimentales contra el ébola basados en anticuerpos monoclonales fueron casi dos veces más eficaces que el tratamiento estándar. Cuando los pacientes recibieron los nuevos tratamientos a poco de la aparición de los síntomas, las muertes se redujeron casi un 90 %. Por primera vez, entonces, el ébola dejó de ser una pena de muerte.

Además, la genoterapia volvió a la escena en 2019, principalmente por los vectores asociados a los adenovirus (AAV, por su sigla en inglés) y los vectores lentivirales derivados del VIH. A principios del año pasado, hubo médicos en EE. UU. que utilizaron una genoterapia lentiviral para curar a niños afectados con una grave inmunodeficiencia. Y en diciembre del año anterior, un ensayo clínico en humanos de fase I/II de otra genoterapia lentiviral logró detener dolorosos casos de drepanocitosis y evitó que casi el 80 % de los pacientes tuviera que someterse a tratamientos de transfusión de sangre.

También el año pasado, la FCA aprobó la genoterapia Zolgensma, basada en virus adenoasociados, contra la atrofia muscular espinal. Otras terapias experimentales basadas en virus adenoasociados, incluida una para la epilepsia del lóbulo temporal y otra para la distrofia muscular de Duchenne  fueron probadas en animales con resultados prometedores.

El descubrimiento de muchos nuevos virus, vacunas y tratamientos en 2019 fue consecuencia de la inversión en la vigilancia mundial, asociaciones intersectoriales y avances científicos, pero todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, recién comenzamos a entender el impacto del cambio climático sobre el surgimiento de las enfermedades infecciosas y los determinantes sociales y ambientales de la salud.

La ciencia puede haber sido exitosa el año pasado, pero todavía necesita apoyo. Ese apoyo debe incluir más educación de alta calidad en las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM, por sus siglas en inglés), más fondos para la colaboración en investigación mundial, y el apoyo sostenido de los gobiernos a la innovación, la investigación y el desarrollo. En una época en que la desinformación desafía los hechos, el mundo también necesita una mejor comunicación sobre la ciencia, que incluya informes científicos de mayor calidad por parte de los medios masivos.

Este año comenzó con un misterioso brote en Wuhan, China, donde hubo contagios de un nuevo coronavirus. Esperemos que en las próximas semanas o meses encontremos respuesta a algunas preguntas clave, incluida la forma en que se contagia el virus, si quienes murieron o están gravemente enfermos tienen otros problemas médicos que expliquen la gravedad de la enfermedad, y muchas otras. La ciencia ayudó al mundo con las pandemias de los virus H1N1, SARS y del Ébola, y nuevamente ayudará al planeta a superar esta nueva amenaza.

Estamos en el umbral de mayores descubrimientos e innovaciones de la medicina, antes inimaginables. Si apoyamos a la ciencia y resaltamos su efecto positivo, podemos lograr que 2020 sea un año aún mejor para la salud mundial.

Melvin Sanicas, a physician and scientist, is Medical Director at Takeda. He also serves as a TED educator, a digital health expert for the World Health Organization, and a fellow of the Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene.

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