Compañero Enric

RTVE también es más que un club y menos que una radiotelevisión pública de todos. RTVE es la prolongación de la batalla política, el objeto de todos los deseos, la madre de todas las teles, el medio que debe vertebrar España pese a que en poco más de un año ha sido abandonada a la suerte de su deriva. Aunque siento tentación, no escribo estas líneas para defender de la jauría al compañero Enric, que también supo resistir al acoso totalitario separatista. Pero me asalta cierta vergüenza por cómo le mandan al matadero algunos que le han recibido con palmadas en la espalda porque les proporciona la coartada perfecta para seguir manejando en la sombra los hilos de Radio Televisión Española. Escribo para defender la que ha sido mi casa en los últimos 30 años, y para compartir conocimiento de causa desde el purgatorio de la libertad que me asiste como periodista y como español.

En RTVE siempre ha habido fichajes externos, lo cual no se debe tomar como una ofensa a los trabajadores, sino como la suma de talento salvo claros ejemplos en la mente de todos. Lo que debemos denunciar es que se aplique el doble rasero en función de intereses políticos, que se considere "redacción paralela" a once contratados por la anterior dirección y no a los cien de esta etapa, que se practique con radical beligerancia o suave tacto moderado el luto del negro según quién gobierne, que lo de antes se catalogara como intolerable manipulación informativa y lo de ahora se ensalce como la fuerza del verdadero periodismo. Al fin y al cabo todos somos compañeros en busca de la verdad, principio moral y ético de la profesión periodística tan fundamental como la política para preservar una democracia plena y justa.

La reciente incorporación a RTVE no es ni mejor ni peor que las anteriores; simplemente parece inoportuna por el momento y las formas. La ejecuta una Administradora que, bajo el disfraz digital del decreto gubernamental, se presentó como provisional y única con la suma parlamentaria de la moción cuya mayoría ya no sirve ahora para la gobernabilidad. Le nombra esa eternidad provisional y única cuyo objetivo verdadero siempre fue perpetuarse pese a ocasionar la mayor crisis de la historia de RTVE con el episodio de los debates del 28-A al demostrarse órdenes directas de Moncloa. Se hace retorciendo el organigrama para sortear las reticencias del Consejo de Informativos, que ha montado con delicadeza, mimo y pocas prisas un referéndum telemático para el compañero Enric.

Se consuma generando un nuevo puesto directivo que usurpa y solapa las funciones de las direcciones de informativos de radio, televisión y web, plan rechazado por la anterior Dirección al igual que el traslado de Torrespaña a Prado del Rey. Se procede en el preámbulo de otros comicios, sin Consejo de Administración ni control parlamentario, con un concurso público moribundo que perecerá en el frío tanatorio de los tribunales.

Se crea el cargo de Director de Información y Actualidad, pues ciertos ceses hubieran ocasionado ahora otro incendio de proporciones bíblicas ante el 10 de noviembre. Y forma parte de una guerra por el control de los informativos que incluye la destitución del director de Televisión Española, el mantenimiento de la segregación de cientos de profesionales líderes de audiencia y la prematura oferta de debates electorales en plena ronda de contactos del Rey y antes de la disolución de las Cortes que ahora acontece.

Todos sentimos respeto por una trayectoria relevante en la prensa escrita. Pero es una falta de respeto hacia los 6400 trabajadores de RTVE presentar el fichaje del compañero Enric como la salvación digital de la radio y la televisión públicas dada su experiencia audiovisual. Cierto que eso no le inhabilita, porque parece un tipo dialogante que se deja aconsejar y que seguro transforma en suma de desagravio la llamada purga, en pluralidad objetiva los vídeos de insulto a Casado y Rivera difundidos en la precampaña anterior por el Canal 24 horas, en proporcionalidad el reparto de tiempos electorales, y en igualdad de tratamiento informativo lo que desde el cambio ha sido calificado por la mayoría de los medios como «sesgo escandaloso». No le inhabilita que todos los partidos de la oposición, incluido Podemos, le señalen como un nombramiento político, ubicándole en un despectivo espectro tan legítimo como otros porque todos sabemos que los ángeles no tienen sexo. No le inhabilitan chismes ni truenos, porque todo profesional debe ser juzgado por su obra y no por las presunciones del descrédito partidista.

Sin embargo, me quiero sincerar públicamente al preguntar con atormentadas dudas y temores si es verdad lo publicado, si es cierto que fuiste tú, compañero Enric, el directivo que remitió a Moncloa al líder de la tercera fuerza política para protestar por haber sido excluido de los cara a cara con Sánchez en la oferta hecha por RTVE ante las próximas elecciones generales. De verdad digo que me cuesta creerlo, pero he aquí un ejemplo más que sirve para comprender que en el tablero de Radio Televisión Española se juega parte importante de la partida política española sin compasión alguna.

Termino ya para decir que Radio Televisión Española necesita una oportunidad. Se entiende que el Parlamento replanteará tras las elecciones un concurso público limpio y seguro, que tardará tiempo, para nombrar la nueva cúpula de RTVE con baremos iguales para todos desde el principio. Se adivina quién puede ser el elegido para reemplazar a Rosa María Mateo, pero antes procede la vía parlamentaria por verdadero consenso mediante un proyecto común de conjunto con reparto transversal de responsabilidades. Y se espera que RTVE vuelva a ser de todos los españoles y de todos sus profesionales para que la audiencia y el prestigio regresen a la radio y la televisión públicas, sin entrevistas malditas como la de Otegui y sin mentir sobre el fusilamiento de 14 monjas en 1936 que no desaparecieron por arte de magia.

Al margen del resultado del referéndum de idoneidad, estoy seguro del compromiso colectivo para sacar adelante el reto de una RTVE viable. Y te prevengo, compañero Enric, contra esos que suelen crucificar al abajo firmante pues en verdad son más enemigos tuyos que míos, tan enemigos de RTVE como la furia revanchista que confunde trinchera política con desleal competencia mediática.

Jenaro Castro es periodista de Televisión Española (TVE).

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