Comunicando Europa

Los desafíos globales que vivimos están ya marcando de forma decisiva nuestras vidas, nuestro futuro y el de nuestros hijos. No sólo han comenzado a sacudir nuestros prejuicios sobre modelos de sociedad y gobernanza, sino que repercuten en nuestra vida colectiva y como individuos en el día a día.

Las soluciones a esos desafíos exigen un empeño compartido de los europeos para afrontarlos, más que nunca, juntos. Necesitamos a Europa para salir de la crisis económica cuanto antes. Para liderar la lucha contra la pobreza y el cambio climático. Para prevenir las amenazas a la paz y la estabilidad y, en definitiva, para promover en el mundo nuestros valores comunes europeos de libertad, paz, diversidad y solidaridad. No hay Gobierno nacional que pueda afrontar esta tarea de forma aislada. No hay estrategia para resolverlos que no pase por Europa.

Sin embargo, demasiados ciudadanos sienten Europa lejana de sus vidas y de sus corazones. Compartimos historia, cultura, valores y futuro, pero "muchos europeos no lo saben", como señaló Luis Arroyo en EL PAÍS del pasado día 7. Por ejemplo, sólo el 16% del electorado sabe que habrá elecciones en junio del 2009 al Parlamento Europeo, a pesar de su papel cada vez más relevante en esa Europa que debe liderar unida las soluciones a nuestros problemas. Y los referendos en Holanda, Francia e Irlanda nos han mostrado que la partida por el apego ciudadano a Europa no está aún ganada.

Puesto que la historia de la Europa unida remonta sólo a 50 años, no debería sorprendernos que haya más interés para un salmantino en lo que hace el Gobierno de Zapatero que en los desvelos de la Comisión presidida por Barroso. Pero esto no basta para explicar una lejanía que hoy no nos podemos permitir. Otros factores contribuyen a ahondar la distancia entre Europa y el ciudadano. Ante todo está el blame game, ese juego de acusaciones al que se prestan a menudo responsables nacionales y otros líderes de opinión que consiste en apuntar con el dedo acusador a "Bruselas" como la causante de los males del país (deslocalizaciones, alzas de precios...), y atribuirse en exclusiva el mérito de las cosas que funcionan (obras públicas, protección de consumidores...). La complejidad del entramado institucional europeo, percibido a menudo como difuso y burocrático, representa también un obstáculo que debe ser superado mediante un esfuerzo de información y comunicación.

La Comisión ha lanzado desde 2005 una reforma de su política de comunicación. Hemos puesto énfasis en la comunicación con los ciudadanos, escuchándoles tanto como hablándoles, afinando los útiles para entender mejor su opinión y facilitar espacios para consulta y debate abiertos donde el ciudadano se exprese directamente. Queremos acercar el mensaje al ciudadano y adaptarlo a sus intereses y preocupaciones: no es lo mismo explicar la reforma del presupuesto europeo o las iniciativas para combatir el cambio climático en Hamburgo que en Extremadura.

El no en el referéndum irlandés nos dice que debemos transmitir emoción a los ciudadanos europeos al formular mensajes claros que expliquen el valor añadido de Europa, los valores comunes europeos, nuestro peso en el mundo y el coste de la no-Europa (¿qué pasaría si no hubiera una política europea de energía o de salud pública?). Estamos preparando campañas como el 20º aniversario de la caída del telón de acero, que se enfatizan los valores de libertad, paz, diversidad y solidaridad que definen nuestra historia y nuestro proyecto.

Hemos modernizado los instrumentos de comunicación para utilizar más televisión, Internet y otros nuevos medios, deseosos de conectar con públicos más amplios,en particular los jóvenes. La brillante campaña de Barack Obama ha mostrado la importancia de un uso inteligente de los medios modernos que permiten un diálogo directo con los votantes. La creación de EUTube.eu en 2007, que ha recibido 10 millones de visitas, y el uso creciente de blogs y fórums en línea (como Debate Europe) nos está acercando más a los jóvenes. También ampliamos nuestra presencia a través de redes de radio y de televisión que llegan a esa mayoría de ciudadanos que no frecuentan los medios especializados.

Pero para conectar con 450 millones de europeos necesitamos la colaboración de las otras instituciones y, sobre todo, de los Gobiernos nacionales y regionales. Por primera vez en nuestra historia, el pasado 22 de octubre, Comisión, Parlamento Europeo y Consejo nos comprometimos a colaborar en la tarea de comunicar con los ciudadanos europeos. El rol de los Estados miembros es fundamental. Con el objetivo de dar un impulso definitivo a este compromiso, sería deseable que España incluyera este esfuerzo entre las prioridades estratégicas de su presidencia europea durante el primer semestre de 2010.

Nuestro próximo reto son las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009. El Parlamento y la Comisión trabajamos en una campaña para incitar al voto a los 375 millones de electores de los 27 Estados. Esperamos contar con la colaboración de autoridades y líderes de opinión en cada país para convencer a los ciudadanos de que vayan a votar porque Europa es su Europa.

Margot Wallström, vicepresidenta de la Comisión Europea y responsable de Comunicación.