Con préstamos y exigencias, China expande su influencia en América Latina

Cañerías colocadas cerca del lugar donde Ecuador quiere que una petrolera china construya una refinería gigante, fuera del puerto de Manta. China ha invertido grandes cantidades en proyectos petroleros en el extranjero. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times
Cañerías colocadas cerca del lugar donde Ecuador quiere que una petrolera china construya una refinería gigante, fuera del puerto de Manta. China ha invertido grandes cantidades en proyectos petroleros en el extranjero. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times

Ahí donde las laderas de los Andes se unen con la selva del Amazonas, cerca de 1000 ingenieros y trabajadores chinos vierten concreto para una represa y un túnel subterráneo de 24 km. El proyecto de $2,2 mil millones de dólares surtirá con agua de río a ocho turbinas gigantes chinas, diseñadas para producir suficiente electricidad para alumbrar a más de una tercera parte de Ecuador.

Cerca del puerto de Manta, en el océano Pacífico, los bancos chinos están en negociaciones para otorgar un préstamo de $7 mil millones de dólares para la construcción de una refinería petrolera, lo que convertiría a Ecuador en un actor clave en la producción de gasolina, diesel y otros derivados de petróleo a nivel global.

En todo el país, en caseríos y pueblos, se van a construir caminos, carreteras, puentes, hospitales, e incluso una red de cámaras de vigilancia que llegará hasta las Islas Galápagos, todo con dinero chino. Los bancos estatales chinos ya han invertido $11 mil millones de dólares en Ecuador, y el gobierno ecuatoriano aún pide más.

Ecuador es un país pequeño con 16 millones de habitantes y poca presencia en el escenario mundial. Sin embargo, la rápida expansión de la presencia china dice mucho sobre el cambiante orden global, pues Pekín avanza y Washington, gradualmente, pierde terreno.

Aunque China ha ocupado un lugar preponderante en la economía mundial durante décadas, ahora está ejerciendo su peso financiero con la confianza y el propósito de una superpotencia. Pekín ahora está afianzando agresivamente su influencia económica para ganar aliados diplomáticos, invertir su vasta riqueza, promover su moneda y garantizar acceso a los recursos naturales que tanto requiere.

Se trata de una nueva fase de la evolución de China. A medida que la riqueza de esta nación aumenta y sus necesidades cambian, el Presidente Xi Jinping y otros líderes de gobierno buscan que China extienda su alcance a escala global.


Esparciendo su riqueza: China ha otorgado préstamos por casi $11 mil millones de dólares a Ecuador; la mayor parte del dinero se ha destinado a proyectos hidroeléctricos, puentes, caminos y otras infraestructuras.

Principales proyectos respaldados por China en Ecuador

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Se espera que muy pronto la moneda china, el renminbi, sea reconocida como una divisa de reserva mundial, para formar parte de la élite monetaria junto con el dólar estadounidense, el euro, la libra esterlina y el yen. El banco de desarrollo estatal de China ya supera al Banco Mundial en créditos internacionales. Y su esfuerzo por crear una institución con fondos internacionales para financiar proyectos de transporte y otro tipo de infraestructura cuenta con el apoyo de 57 países, incluyendo varios de los aliados más cercanos de Estados Unidos, a pesar de la oposición del gobierno de Obama.

Ni la actual depresión de la bolsa de valores podrá hacer flaquear la determinación del país. China tiene aproximadamente $4 mil millones en reservas de divisas, que está resuelta a invertir en el extranjero para obtener ganancias y ejercer su influencia.

El creciente poder económico de China coincide con una política exterior cada vez más asertiva; ahora construye portaaviones, submarinos nucleares y aviones cazas furtivos. En el mar, donde lleva a cabo varias disputas territoriales, China está convirtiendo los arrecifes y atolones cercanos al sur de Filipinas en islas artificiales, con al menos una pista de aterrizaje capaz de recibir a los aviones militares más grandes. Estados Unidos ha objetado esta maniobra, realizando vuelos de inspección en el área y analizando planes para enviar buques de guerra.

“Estamos ya en la China milenaria, una civilización e historia que despiertan admiración a quienes la conocen” escribió en Twitter Rafael Correa, presidente de Ecuador, cuando aterrizó en Pekín para una reunión con funcionarios chinos en enero.

Los líderes chinos consideran que la inversión en el extranjero es simbiótica. “La actual cooperación industrial entre China y América Latina llega en el momento preciso”, expresó el Primer Ministro Li Keqiang durante una visita a Chile a fines de mayo. “China cuenta con capacidad de fabricación de equipo y tecnología integrada a precios competitivos, mientras que Latinoamérica tiene la demanda de expansión de infraestructura y actualización industrial”, agregó.

No obstante, este despliegue de fuerza financiera también vuelven más vulnerable a China, y al resto del mundo. Desde hace ya un tiempo China es el motor del crecimiento global, pero ahora está asumiendo nuevos riesgos al exponerse a regímenes políticos inestables, mercados emergentes volátiles y otras fuerzas económicas fuera de su control.

Cualquier problema podría impactar el crecimiento de China, en especial en un momento en el que ya se está desacelerando. Los tropiezos en la bolsa de valores del país este verano sólo añaden presión, ya que el gobierno está tomando medidas enérgicas para estabilizar la situación.

Aunque China tiene recursos sustanciales para resistir choques financieros graves, su estabilidad en general es importante. Cuando China sufre un desmayo, los efectos se sienten a nivel mundial, en las empresas, industrias y economías que dependen de este país como motor de crecimiento.

En muchos casos, China va por el camino que Occidente está reacio a recorrer, ya sea por motivos financieros o políticos (o ambos). Luego de haber sido golpeada por las sanciones debido a la crisis con Ucrania, Rusia, que está al borde de una recesión, estrechó sus lazos con China. La lista de acreedores en África y Medio Oriente incluye a varios de los regímenes y economías inestables que podrían tener problemas para pagar los créditos Chinos, como Yemen, Siria, Sierra Leona y Zimbabue.

Consciente de su poderío, China está forzando a los otros países a jugar según sus reglas financieras, lo cual puede resultar oneroso. Muchos países en desarrollo pagan tasas de interés exorbitantes a cambio de créditos, y ceden los derechos sobre sus recursos naturales por años. China es dueña de casi el 90 por ciento de las exportaciones petroleras de Ecuador, que se utilizan básicamente para pagar su deuda.

“El problema es que estamos tratando de remplazar al imperialismo estadounidense con el imperialismo chino”, dice Alberto Acosta, quien fue ministro de energía del Presidente Correa durante su primer período. “Los chinos están comprando en todo el mundo, transformando sus recursos financieros en inversiones y recursos minerales. Llegan con financiamiento, tecnología y técnicos, pero también con tasas de interés altas.”

China también tiene un record cuestionable en lo que se refiere a seguridad laboral, normas ambientales y gerencia de empresas. Aunque las inversiones chinas han creado empleos en muchos países, los expertos en desarrollo están preocupados pues Pekín está exportando sus peores prácticas.

Las operaciones chinas de minería y manufacturas, como las operaciones estadounidenses y europeas en décadas anteriores, han sido acusadas de abusar de los trabajadores en el extranjero. Y sus plantas de energía a carbón y fábricas industriales están aumentando los problemas de contaminación en las naciones en desarrollo.

Ya han surgido problemas en Ecuador. A unos cuantos kilómetros del sitio de la planta hidroeléctrica, el Río Coca desemboca en una catarata de 146 metros, las más alta y turística del país, y baja en cascadas a través de cañones empinados hacia el Amazonas.

Cuando se termine la represa y el agua se desvíe hacia la planta, las cascadas disminuirán considerablemente su cauce durante parte del año. Además, el cambio climático ya ha disminuido los glaciares andinos que alimentan el río, por lo que los expertos debaten si el sitio tendrá suficiente agua para generar incluso la mitad de la electricidad prevista.

También se han registrado protestas entre los ecuatorianos que trabajan en el proyecto administrado por China sobre salarios, cuidados médicos, alimentos y condiciones laborales generales. “Los chinos son arrogantes”, dice Oscar Cedeno, un trabajador de construcción de 20 años. “Piensan que son superiores a nosotros.”

El pasado diciembre, un río subterráneo irrumpió en un túnel de la obra. El agua inundó la planta eléctrica y mató a 14 trabajadores. Fue el último de una serie de accidentes graves en los proyectos chinos en Ecuador, que en ocasiones cobraron algunas vidas.

El ascenso de China

Cuando la división de investigación del gabinete de China programó una conferencia de desarrollo económico esta primavera, la élite financiera y empresarial global fue a Pekín. Los líderes de los principales bancos y empresas farmacéuticas, automotrices y petroleras departieron con los funcionarios chinos de mayor rango.

Algunos tenían inversiones grandes en el país y quisieron proteger su acceso al mercado nacional. Otros llegaron a buscar negocios, pues Pekín seguía canalizando más dinero al exterior.

Cerca de 1,000 ingenieros y trabajadores chinos vierten concreto para la presa y un túnel subterráneo de 24 km que es parte del proyecto de la planta hidroeléctrica con costo de $2.2 mil millones de dólares. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times
Cerca de 1,000 ingenieros y trabajadores chinos vierten concreto para la presa y un túnel subterráneo de 24 km que es parte del proyecto de la planta hidroeléctrica con costo de $2.2 mil millones de dólares. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times

En el evento, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, alabó los esfuerzos de China para comprometerse globalmente a través de inversiones y comercio, así como para promulgar reformas económicas. Es “bueno para China y bueno para el mundo: sus destinos están entrelazados”, dijo Lagarde durante su discurso de presentación.

La influencia de China es inigualable.

Es el comprador más grande de petróleo a nivel mundial, lo que hace que tenga una influencia sustancial en la petropolítica. Cada vez más, es el socio comercial predilecto de muchos países, llevando la delantera ante las naciones occidentales. La inversión extranjera directa de China (el dinero que gasta cada año en el exterior en terrenos, fábricas y otras operaciones comerciales) es la segunda más grande del mundo, después de Estados Unidos; pues el año pasado superó a Japón.

Las empresas chinas ocupan un lugar crucial en el auge de construcción a nivel global, principalmente financiado por bancos chinos. Están construyendo plantas eléctricas en Serbia, fábricas de vidrio y cemento en Etiopía, viviendas populares en Venezuela y gasoductos en Uzbekistán.

Esta sorprendente evolución sucedió en poco tiempo.

Si bien China progresó económicamente durante el régimen de Mao Zedong, sus políticas dejaron al país cada vez más aislado y turbulento. Después de que los comunistas llegaron al poder en 1949, cientos de miles de personas fueron ejecutadas, acusadas de oponerse a la revolución o de poseer demasiados terrenos. Y a finales de la década de 1950, decenas de millones murieron a causa de la hambruna. La Revolución Cultural, que inició en 1966, trajo consigo una década de violencia y estancamiento económico.

Cuando China empezó a abrir su economía en la década de 1970, era una de las naciones más pobres. El gobierno tuvo que luchar para atraer a empresas e inversionistas.

Una de las primeras multinacionales que entró fue American Motors Corporation, que construyó una fábrica en Pekín. Al inicio, el proyecto buscaba producir Jeeps para exportarlos a Australia, en lugar de construir autos para consumidores chinos que, en su mayoría, todavía montaban bicicletas.

Para Gerald Meyers, director general de la empresa automotriz en aquella época, el mercado chino no parecía importante. Ni siquiera se molestó en visitar el país. “No le dedicamos muchas conversaciones en nuestra sala de juntas”, dijo, y agregó que “en realidad, estábamos intentando sobrevivir en nuestro mercado nacional.”

Hoy en día, China produce dos millones de autos al mes, mucho más que cualquier otro país. Esto refleja la transformación más amplia de su economía, de una sociedad agraria aislada hasta convertirse en un fabricante mundial.

Hombres chinos en su habitación en el campamento de trabajadores en Ecuador para el proyecto hidroeléctrico de Coca Codo Sinclair. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.
Hombres chinos en su habitación en el campamento de trabajadores en Ecuador para el proyecto hidroeléctrico de Coca Codo Sinclair. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.

El cambio ha generado mucha riqueza. No obstante, también ha traído nuevas demandas, como el hambre insaciable de energía para sustentar la economía. Esto ha obligado a China a mirar más allá de sus fronteras para invertir esas riquezas y satisfacer sus necesidades.

El petróleo ha sido la prioridad en este esfuerzo de inversión. Los proyectos e inversiones en energía a nivel internacional representan cerca de la mitad de los $630 mil millones en inversiones extranjeras de China durante la última década, de acuerdo con Derek Scissors, un analista del American Enterprise Institute.

China está jugando tanto a la ofensiva como a la defensiva. Por su creciente dependencia del petróleo extranjero, los dirigentes chinos ha seguido el ejemplo de Estados Unidos y otras economías grandes en la búsqueda de poseer más campos petrolíferos en el extranjero (o, al menos, poseer el crudo que producen) para garantizar un suministro estable. En años recientes, las compañías petroleras paraestatales de China han adquirido grandes participaciones en operaciones petroleras en Camerún, Canadá, Kazakstán, Kirguistán, Irak, Nigeria, Santo Tomé y Príncipe, Sudán, Uganda, Estados Unidos y Venezuela.

“Al utilizar recursos y mercados extranjeros, debemos considerarlo desde la perspectiva de estrategia nacional”, dijo el Primer Ministro Li en 2009, cuando era viceprimer ministro. “Si los recursos provienen principalmente de un país o de un lugar con frecuente inestabilidad, la seguridad económica nacional se verá eclipsada cuando ocurra una emergencia.”

Camino a la dependencia

Para el presidente Correa, China ofrece un rompimiento con el pasado de Ecuador, y también con su pasado personal.

Su padre estuvo preso en Estados Unidos por contrabando de cocaína y, poco después, se suicidó. En la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Correa escribió su tesis doctoral sobre las fallas de las políticas económicas respaldadas por Washington y los bancos occidentales.

Como político, aceptó la revolución socialista de Venezuela. Durante su campaña electoral de 2006, Correa bromeó al decir que la comparación que el presidente venezolano Hugo Chávez hizo del Presidente George W. Bush con el diablo era irrespetuosa para Satanás.

En uno de sus primeros actos como presidente, Correa expulsó a los estadounidenses de la base militar en Manta, una posición importante en la guerra del Pentágono contra el tráfico de drogas. “Podemos negociar con Estados Unidos sobre la base en Manta, si nos dejan poner una base militar en Miami”, dijo Correa en ese momento.

Luego cortó los lazos financieros. A finales de 2008, Correa llamó “inmoral e ilegitima” a la mayor parte de la deuda de su país, la cual era, en gran parte, propiedad de inversionistas occidentales, y dejó de pagarla, lo que causó una moratoria.

De noche, algunos trabajadores chinos en la planta hidroeléctrica de Coca Codo Sinclair caminan hacia el burdel local (la prostitución el legal en Ecuador) y se sientan en mesas separadas de los trabajadores ecuatorianos. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.
De noche, algunos trabajadores chinos en la planta hidroeléctrica de Coca Codo Sinclair caminan hacia el burdel local (la prostitución el legal en Ecuador) y se sientan en mesas separadas de los trabajadores ecuatorianos. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.

En ese momento Ecuador estaba en apuros. La crisis financiera global se estaba gestando y los precios del petróleo colapsaron. Ecuador y Petroecuador, la compañía petrolera estatal, comenzaron a quedarse sin dinero.

Excluido por los mercados tradicionales de crédito, Ecuador recurrió a China para llenar el vacío. PetroChina, la compañía petrolera estatal, prestó mil millones de dólares a Petroecuador en agosto de 2009 a un plazo de dos años con una tasa de interés de 7,25 por ciento. En menos de un año, comenzó a fluir más dinero chino para una planta hidroeléctrica y otros proyectos de infraestructura.

“Lo que Ecuador quiere son fuentes de capital con menos compromisos políticos, y eso se remonta a la historia personal de Rafael Correa, quien responsabiliza directa o indirectamente a Estados Unidos por la muerte y sufrimiento de su padre”, dice Evan Ellis, profesor de estudios latinoamericanos en el United States Army War College Strategic Studies Institute. “Sin embargo, también hay un deseo de liberarse de la dependencia de las condiciones fiscales y políticas del FMI, el Banco Mundial y Occidente.”

El canciller de Ecuador habla de la preferencia hacia China como una “diversificación de sus relaciones exteriores”, más que un remplazo de Estados Unidos o Europa. “Hemos decidido que lo más conveniente y saludable para nosotros es tener relaciones respetuosas, amistosas y de beneficio mutuo con todos los países”, dice el ministro de relaciones exteriores, Ricardo Patiño.

No obstante, el dinero chino llega con sus propias condiciones. Junto con los pagos de intereses exorbitantes, también exigen que Ecuador utilice compañías y tecnología china en los proyectos.

Las normas internacionales limitan la manera en que Estados Unidos y otros países industrializados pueden vincular sus créditos a tales acuerdos, pero China no está obligada a seguir estas normas pues todavía se le considera un país en desarrollo.

Éste es uno de los motivos por los que el esfuerzo de China para construir un fondo internacional de desarrollo, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, se ha enfrentado con la oposición de Estados Unidos. A Washington le preocupa que China cree sus propias reglas, con menores expectativas de transparencia, buen gobierno y manejo ambiental.

Aunque China ha buscado apaciguar esos temores, su cartera de proyectos en todo el mundo impone condiciones durísimas. Desde el 2005, el país ha entregado cerca de $471 mil millones de dólares en contratos de construcción; muchos amarrados a contratos de crédito más amplios.

En Ecuador, un consorcio de empresas chinas está supervisando un proyecto de control de inundaciones e irrigación en la provincia sureña de Cañar. Una compañía de ingeniería china construyó un puente de cuatro carriles, por un valor de $100 millones de dólares, para abarcar el Río Babahoyo cerca de la costa.

Por lo común, tales tratos favorecen a los chinos.

A unos cuantos km del sitio de la planta hidroeléctrica, el Río Coca cae en una catarata de 146 metros, la más alta y turística del país, y múltiples cascadas a través de escarpados cañones hacia el Amazonas. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.
A unos cuantos km del sitio de la planta hidroeléctrica, el Río Coca cae en una catarata de 146 metros, la más alta y turística del país, y múltiples cascadas a través de escarpados cañones hacia el Amazonas. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.

PetroChina y Sinopec, otra empresa estatal china, extraen juntas cerca de 25 por ciento de los 560.000 barriles producidos diariamente en Ecuador. Y al mismo tiempo que controlan la mayor parte de las exportaciones petroleras, las empresas chinas también cobran entre $25 y $50 dólares a Ecuador por cada barril que extraen.

Las cláusulas de China llevan a los países a situaciones precarias.

En Ecuador, el petróleo representa aproximadamente 40 por ciento de los ingresos gubernamentales, de acuerdo con el Departamento de Energía de Estados Unidos. Y esas ganancias, están en caída libre junto con el precio del petróleo. Con el crudo a $50 dólares por barril, a Ecuador no le queda mucho para pagar sus créditos.

“Por supuesto, nos preocupa su capacidad de pagar sus deudas, China no es tonta,” dice Lin Boqiang, director del Centro de Investigación Economía Energética en la Universidad de Xiamen, en la provincia de Fujian, y estratega de políticas gubernamentales. “Pero la cuestión es que los recursos se convertirán en activos muy valiosos”, concluye.

Si Ecuador u otros países no pueden cubrir sus deudas, China podría afianzar su dominio. Un banquero ejecutivo chino, quien insistió en el anonimato debido a la sensibilidad diplomática del asunto, dijo que lo más probable era que Pekín reestructurara algunos créditos en lugares como Ecuador.

Para hacerlo, las autoridades chinas desean extender los plazos de los créditos, en lugar de condonar parte del monto principal. Eso significa que los países tendrán que entregar sus recursos naturales por años adicionales, lo cual limita la capacidad de endeudamiento del gobierno y la búsqueda de otras oportunidades de desarrollo.

China tiene la influencia suficiente para asegurarse de que los acreedores paguen: como fabricante principal de una larga lista de productos, Pekín puede, en efecto, amenazar con recortar los envíos a los países que no paguen sus créditos, dice el banquero ejecutivo chino.

Debido a su economía tambaleante, al inicio del año Ecuador pidió a China un financiamiento adicional de $7,5 mil millones de dólares para manejar el creciente déficit presupuestario del gobierno y comprar productos chinos. Desde entonces, la situación sólo ha empeorado. En semanas recientes, miles de manifestantes se han volcado a las calles de Quito y Guayaquil para protestar en contra de reformas gubernamentales, que luego el Presidente Correa tuvo que abandonar.

“China se está convirtiendo en la nueva tienda empresarial para países en desarrollo, productores de petróleo, gas y minerales”, dijo David Goldwyn, quien fuera el enviado especial del Departamento de Estado para asuntos energéticos internacionales durante el primer mandato de Obama. “Tienen derecho de garantizar recursos confiables de petróleo, pero por lo que necesitamos preocuparnos es por la forma en la que están animando a los países productores de petróleo a hipotecar sus futuros a largo plazo a través de créditos garantizados con petróleo.”

Plagado de problemas

Un aire de hostilidad cubre a la planta hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, el proyecto de construcción más grande de Ecuador.

En la playa de Manta, una ciudad porteña de Ecuador. Después de la crisis financiera global y de que Ecuador fuera excluido de los mercados tradicionales de crédito, el país recurrió a China para llenar el vacío. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.
En la playa de Manta, una ciudad porteña de Ecuador. Después de la crisis financiera global y de que Ecuador fuera excluido de los mercados tradicionales de crédito, el país recurrió a China para llenar el vacío. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.

Pocos trabajadores chinos hablan español y viven separados de sus colegas ecuatorianos. Cuando los trabajadores abandonan el campamento en la villa de San Luis por la tarde para comer, caminan por la calle principal en grupos separados. De noche también caminan en grupos separados hacia el burdel local (la prostitución es legal en Ecuador). Se sientan en mesas separadas y beben la cerveza local Pilsener.

Cuando los trabajadores chinos y ecuatorianos regresan al campamento, por lo general borrachos, ya se han dado algunos empujones. Una vez, un gerente chino lanzó una bandeja a un trabajador ecuatoriano durante el almuerzo.

“Cometes un errorcito y te dicen algo como ‘lárgate de aquí’”, dice Gustavo Taipe, un soldador ecuatoriano. “Quieren hacerse los duros.”

Como otros obreros, Taipe, de 57 años, trabaja 10 días seguidos. Luego conduce durante siete horas hasta su casa para pasar cuatro días con su familia, y después regresa por otros 10 días. Taipe y otros se quejan sobre los salarios que reciben por trabajo tan extenuante. Al inicio, ganaba $600 dólares al mes. Luego de los paros laborales, organizados por los ecuatorianos, ahora gana $914 dólares mensuales.

Kevin Wang, ingeniero chino que supervisa el proyecto, minimizó los problemas, diciendo que “las relaciones son amigables”. Él predice que el proyecto será un éxito. “Aquí podemos hacer algo realmente importante”, dijo Wang.

Se suponía que el proyecto hidroeléctrico, encabezado por Sinohydro, la compañía china de ingeniería, y financiada por el Banco Chino de Exportaciones e Importaciones, estaría listo a finales de 2014. Sin embargo, el proyecto ha estado plagado de problemas.

El año pasado se atascó un martillo percutor y quedó suspendida la excavación de un túnel importante. Luego, en diciembre, 11 trabajadores ecuatorianos y tres chinos murieron y una docena resultaron heridos cuando un río subterráneo irrumpió en el túnel e inundó la planta eléctrica. Los trabajadores se ahogaron o fueron aplastados por las rocas y barras de metal que cayeron.

Luego de una audiencia legislativa tras el incidente, un trabajador, Danny Tejedor, dijo a los legisladores: “Soy soldador, y en varias ocasiones me han obligado a trabajar en condiciones extremas de alto riesgo, sumergido en el agua.”

Asimismo, el impacto ambiental ha generado controversia. El sitio se encuentra en un área propensa a sismos, cerca de la base de un volcán que hizo erupción esta primavera y produjo algunos flujos de lava. “Todos pensamos que era muy peligroso poner el proyecto aquí”, dice Fernando Santos, ministro de energía durante los años finales de la década de los ochenta.

La construcción de múltiples caminos de acceso amenaza el ecosistema amazónico. Los caminos permiten que los campesinos y ganaderos se abran paso hacia los bosques tropicales más remotos de Ecuador, un corredor importante de osos y jaguares silvestres.

José Tixi, quien trabaja en el proyecto de la planta hidroeléctrica, con su familia en su hogar en San Luis. Los ecuatorianos en el proyecto administrado por chinos han protestado por las condiciones laborales en varias ocasiones. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.
José Tixi, quien trabaja en el proyecto de la planta hidroeléctrica, con su familia en su hogar en San Luis. Los ecuatorianos en el proyecto administrado por chinos han protestado por las condiciones laborales en varias ocasiones. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.

La represa secará unos 64 kilómetros del Río Coda durante varios meses al año, incluyendo cascadas. Un sistema acuático completo será aniquilado debido a que los ciclos de vida de muchos peces y otras especies se vinculan a las variaciones del flujo de agua.

“Sería como dejar a las Cataratas del Niágara sin agua”, dice Matt Terry, director ejecutivo del Instituto Ecuatoriano de Ríos.

El ministro ecuatoriano de relaciones exteriores hace caso omiso a las muchas preocupaciones ambientales. “Si te preocupas por los sismos, no construirías nada”, dice Patiño, señalando la experiencia de California.

“No sé si con el cambio climático tendremos déficit de agua en 30 ó 50 años, pero en 50 años podríamos vivir en Marte”, añadió. “Ahora mismo, hay agua en abundancia.”

Un futuro incierto

En años recientes, cuando delegaciones ecuatorianas han visitado China en busca de apoyo para la refinería cerca de Manta, los viajes han estado marcados por un ambiente de celebración. Los representantes ecuatorianos se hospedaron en suites en hoteles de lujo, invitados por empresas chinas. Los chinos llevaron a la delegación ecuatoriana en autobús a visitar la Ciudad Prohibida y la Gran Muralla con guías en español.

Después de cada reunión, los funcionarios chinos estaban ansiosos por celebrar, invitando a sus contrapartes a cenas de mariscos y arroz en Pekín. “Tuvieron la amabilidad de llevarnos a restaurantes adecuados a los gustos occidentales”, dice un asesor que asistió a uno de los viajes, pero no estaba autorizado para hablar públicamente al respecto. “No nos sirvieron escorpiones.”.

Los funcionarios tomaban turnos para brindar con baijiu, el licor tradicional chino. Con cada bebida, los chinos y los ecuatorianos se juraban compromiso.

Confiado en el apoyo de China, Ecuador ha avanzado decididamente con el proyecto de la refinería. Afuera del puerto de Manta, los trabajadores ecuatorianos han aplanado 8,09 kilómetros cuadrados para la Refinería del Pacífico; otros están ocupados colocando ductos de fabricación china. Ecuador ya ha gastado $1 mil millones de dólares de su propio dinero en el proyecto.

Pero, por ahora, los ductos sólo van a varias mesetas arenosas, blancas y vacías. Los bancos chinos no han acordado oficialmente el financiamiento de $7 mil millones de dólares para el proyecto, lo cual se espera que cueste alrededor de $10 mil millones.

Un sitio fuera de Manta, donde se espera construir una refinería petrolera. Los proyectos energéticos han sido una parte importante de las inversiones extranjeras de China por $630 mil millones de dólares en la última década. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.
Un sitio fuera de Manta, donde se espera construir una refinería petrolera. Los proyectos energéticos han sido una parte importante de las inversiones extranjeras de China por $630 mil millones de dólares en la última década. Credit Ivan Kashinsky para The New York Times.

Dependiendo de lo que pase, la refinería podría ser la joya de la corona de la relación entre Ecuador y China, o un monumento caro a los límites de su generosidad.

Para el gobierno ecuatoriano, la sofisticada refinería es primordial para que el país sea autosuficiente en energía. Para Pekín, podría significar más gasolina y otros productos del petróleo enviados directamente a China sin depender de las refinerías estadounidenses.

Aunque los funcionarios y ejecutivos chinos han manifestado que están interesados en el proyecto, están enviando señales contradictorias y las conversaciones se han demorado. “Definitivamente, China está interesada en este proyecto porque es importante para Ecuador y PetroChina”, dice un diplomático chino en Quito, quien habló en condición de anonimato debido a que las discuciones eran privadas, y expresó también que “habrá negociaciones”.

Pero los altos ejecutivos de PetroChina tienen sus dudas. Incluso antes de que los precios del petróleo empezaran a tambalear en 2014, la compañía, como muchas de la industria, cortó rápidamente su presupuesto de inversión. Este año, PetroChina planea recortarlo un 10 por ciento más. Y a la disminución del gasto en energía se ha añadido una campaña contra la corrupción.

China está reevaluando su estrategia de inversión global ya que el país enfrenta nuevos retos económicos internos y externos. En lugar de extender su riqueza por todo el mundo a ciegas, el país asiático se está volviendo más sofisticado respecto a sus negocios con el fin de proteger sus utilidades y asegurar la variedad correcta.

Ahora, el futuro del proyecto de refinería en Ecuador no está tan claro.

El director financiero de PetroChina, Yu Yibo, dice que los recortes de la empresa incluirían proyectos de refinería, pero se negó a hacer alguna declaración sobre el caso de Ecuador de manera específica. Wu Enlai, miembro del consejo y secretario de la empresa, fue más franco con respecto a los prospectos de la refinería: “Está en la etapa de estudio de viabilidad”.

Varios expertos energéticos en Ecuador cuestionan el sentido económico del proyecto. Dicen que Ecuador no puede justificar la refinería, salvo que el país incremente la producción de manera importante. Para ello, debe hacer perforaciones profundas en el Amazonas, lo cual es una propuesta cara y peligrosa para el medio ambiente. “Si no hay garantía de mayor producción, esta refinería será un elefante blanco”, dice Mauricio Pozo Crespo, exministro de economía.

La incertidumbre preocupa a muchos en Ecuador. Si China no los apoya, Ecuador podría tener dificultades.

“Correa dice que no hay límite para los préstamos que podemos obtener de China”, dice Acosta, el ex ministro de energía durante el primer mandato del presidente. “Pero si los chinos no aportan el dinero, no habrá refinería. Tengo mis dudas.”

Luis Kwong Li, uno de los restauranteros chino-ecuatorianos en Manta, comparte la incertidumbre de Acosta.

Cuando él y sus padres, inmigrantes chinos, se enteraron del proyecto de la refinería en 2009, cerraron su restaurante en Guayaquil y se mudaron a Manta para abrir uno nuevo. Pensaron que el restaurante podría atender a los empleados chinos en busca de dim sum. Pero, hasta ahora, sólo dos inversionistas chinos interesados en abrir una fábrica de válvulas han venido a comer.

“El presidente creó muchas expectativas”, dice Kwong Lim, quien agregó que “quizá todavía suceda, tal vez en dos años. Los ecuatorianos tienen grandes esperanzas de que la refinería creará negocios y empleos.”

Por Clifford Krauss y Keith Bradsher.

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