Por Edward N. Luttwak, miembro directivo del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington. Traducción: Newsclips (EL PAÍS, 21/03/03):
En 1991, las fanfarronadas de Sadam fueron seguidas por la ignominiosa derrota de su Ejército en la primera guerra del Golfo. Desde entonces, puede que algunas fuerzas de élite hayan mejorado, pero el resto es todavía más débil que en la última guerra. A pesar de ello, la actual guerra no será ni mucho menos fácil para las fuerzas estadounidenses y aliadas.
Para empezar, las principales fuerzas ofensivas que ascenderían desde Kuwait (la 3ª y 4ª divisiones de Infantería Mecanizada del Ejército de Estados Unidos y los tanques de la 1ª de Caballería, así como la 7ª Brigada Acorazada británica) deben avanzar a lo largo de más de 500 kilómetros sólo para alcanzar Bagdad. Para salvar esa distancia, las fuerzas más ligeras que deben añadir tropas de infantería y helicópteros artillados a la ofensiva deben ser depositadas desde el aire en el desierto no muy lejos de Bagdad, para enlazar desde allí con las columnas acorazadas que ascenderían a toda velocidad desde Kuwait.
Tampoco la ofensiva a la segunda ciudad de Irak, Basora, y sus alrededores será un cometido fácil... La misión implícita es disuadir a Irán de aventurarse mas allá de la frontera del río Shatt entre los dos países, un territorio disputado y escenario de los combates más intensos de la guerra que duró ocho años entre Irán e Irak. Para ello, las unidades tendrán que ser dispersadas desde la punta sur de Irak en Faw hasta Amara por lo menos, a unos 93 kilómetros de Kuwait. Esta zona, llena de ríos y canales, y con gran cantidad de terreno pantanoso, es el sector de los infantes de Marina estadounidenses y británicos. Tienen no solamente la mejor infantería del campo de operaciones, sino también gran cantidad de botes y vehículos anfibios de combate.
Finalmente, las cuatro brigadas del Ejército de Estados Unidos que deben avanzar a través de la zona libre en el noreste de Irak hacia Mosul y Kirkuk lo pasarán muy mal sólo para alcanzar su línea de salida en el frente iraquí. Las tropas en sí pueden volar hasta aeródromos en posiciones más avanzadas, pero todos los vehículos de combate y transporte deben llegar por carretera desde los puertos de Iskenderun y Mersin, cruzando más de 186 kilómetros de carreteras de montaña.
Con fuerzas terrestres relativamente pequeñas que seguro serían superadas en número en la mayoría de los combates, y con muchos obstáculos del terreno que superar además de la simple distancia, las tres ofensivas serían operaciones de riesgo elevadísimo de no ser por la potencia aérea. Incluso las unidades más pequeñas podrán ser capaces de superar en potencia de fuego a fuerzas mayores solicitando ataques aéreos, y con una probabilidad mucho mayor de atacar al enemigo antes de ser atacados ellos mismos que en guerras anteriores, como se demostró en Afganistán.
Lo más normal es que los cazabombarderos y los helicópteros de ataque se empleen para interceptar cualquier contraataque contra los flancos de las columnas en avance, y para desintegrar fuerzas de bloqueo en su camino, permitiéndoles mantener su paso e ímpetu. Hará falta eso y más para alcanzar Bagdad lo antes posible, ya que es fundamental hacerlo por la razón de que cuanto antes se vea a los millones de habitantes de Bagdad celebrando su liberación, antes se enmendará el daño político de la guerra unilateral. Sería un desastre que, para reducir aún más el número de bajas posibles, la principal ofensiva se retrasara por un exceso de cautela táctica.
Antes de llevar a cabo nada de lo anterior, el bombardeo "estratégico" inicial puede ser de dimensiones totalmente sin precedentes. La razón no es que vaya a haber más aviones de ataque disponibles que en la guerra del Golfo de 1991. Por el contrario, habrá menos de la mitad, no más de 700 si incluimos todo: cazas, bombarderos pesados B-1 y bombarderos B-2 Stealth estadounidenses; Tornado GR-4 británicos y F-18 de la Armada estadounidense desde cinco portaaviones. Sin embargo, en 1991, menos de 150 aviones estaban equipados para lanzar armas de precisión, y realizaron el 90% de los bombardeos útiles. Hoy todos los aviones de combate estadounidenses y británicos están dotados de armas de precisión. El número de objetivos separados que pueden ser atacados en los primeros días debería ser, por tanto, al menos cuatro veces mayor que en 1991 (un factor clave, ya que la campaña aérea preliminar se supone que debe ser en conjunto más intensa y mucho más corta que las tres semanas de la guerra del Golfo de 1991). Más de 900 misiles de crucero lanzados desde navíos de guerra estadounidenses y británicos, tres veces más que en 1991, deberán doblar el impacto de los ataques aéreos iniciales.
Además de los blancos habituales -defensas aéreas, centros de mando y comunicaciones-, el mayor grupo de objetivos serán las oficinas, los barracones, los depósitos, los búnkeres y cualquier alojamiento de evacuación y campamento conocido de las guardias republicanas regular y especial de Sadam Husein y de sus cinco diferentes organizaciones de seguridad. Con independencia de lo que suceda a continuación, la guerra habrá empezado al menos con un ataque total contra los verdugos y torturadores de los pueblos de Irak.