Conectar el Mar Rojo

A lo largo de miles de años, el Mar Rojo ha tenido un papel crucial en el comercio global. En tiempos de los faraones, era el centro del comercio mundial de especias. Hoy es una arteria planetaria esencial, nutriendo la demanda occidental de hidrocarburos y facilitando el flujo de productos entre Europa y los prósperos mercados asiáticos. Cada año, más del 10% del comercio mundial pasa por la cuenca del Mar Rojo, cifra destinada a elevarse cuando Egipto duplique la capacidad del Canal de Suez.

Y, sin embargo, hasta hoy la mayor parte de la riqueza generada por el comercio sigue rápidamente su camino, dejando poco por su paso. No hay razones para que esto siga siendo así. Si se hace un esfuerzo regional por facilitar el comercio y construir infraestructura, podemos desarrollar el potencial de reposicionar a los países alrededor del Mar Rojo como destinos de la inversión global y el comercio internacional.

La región del Mar Rojo, con 20 países que usan la ruta como corredor comercial principal, es el mercado emergente más grande, de mayor crecimiento y menos explotado del mundo. La Organización de Naciones Unidas espera que su población más que se duplique en los próximos 35 años, desde 620 millones a 1,3 mil millones de personas. Esto ocurrirá junto con una de las tasas de urbanización más altas del planeta, creándose una floreciente clase media que, según estimaciones de la Brookings Institution, pasará de los actuales 136 millones a 343 millones para el año 2050.

De acuerdo  a las actuales proyecciones, a lo largo del mismo periodo se triplicará el PGB de la región, desde $1,8 billones a $6,1 billones, mientras que el comercio se quintuplicará, de $881 mil millones a $4,7 billones.

No obstante, con todo lo alentadoras que puedan ser estas cifras, la región tiene un potencial de prosperidad mucho mayor. Las previsiones de largo plazo para la participación de la región del Mar Rojo en el comercio mundial son comparativamente uniformes. Por ejemplo, según el HSBC para el año 2050 el comercio al interior de Oriente Próximo y África representará un 10% del total mundial, cifra ligeramente superior al 9% actual.

Hay buenas razones para esta perspectiva conservadora. Muchos de los países de Oriente Próximo y África cuentan con una infraestructura comparativamente limitada, y existen pocos puertos de aguas profundas de primera clase en el Mar Rojo o sus cercanías. Los niveles de desarrollo económico son muy desiguales, desde los ricos países del Consejo de Cooperación del Golfo a las economías emergentes del África Subsahariana y del Este. Y, lamentablemente, las diferencias culturales y políticas no siempre alientan la cooperación entre fronteras.

Si se lleva a cabo una iniciativa coordinada para facilitar el comercio dentro de la región del Mar Rojo se estimularía de manera importante el desarrollo futuro, elevando el PGB en cerca de un 10%, hasta los $6,6 mil millones, y aumentando el comercio en cerca de un 35%, hasta los $6,3 billones, según estudios encargados por la Ciudad Económica Rey Abdulá. Una iniciativa así diversificaría las exportaciones de manera importante y mejoraría significativamente la participación local en la cadena de valor global, al ofrecer mayor acceso al comercio internacional a las empresas de pequeño y mediano tamaño, principales impulsores del crecimiento y la creación de empleo.

Para lograrlo sería necesario mejorar bien las capacidades logísticas de la región. El Índice de Desempeño Logístico (LPI, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial sitúa a la mayoría de los países de la región económica del Mar Rojo por debajo de 2,6 en su escala de cinco puntos. El mercado de la región con mayores instalaciones logísticas, Emiratos Árabes Unidos, tiene una puntuación del 3,54, quedando entre el 20% o quintil superior a nivel mundial.

El sector privado debería estar a la vanguardia de los esfuerzos por construir la infraestructura y los enlaces logísticos que constituyen la espina dorsal del comercio global, instalar las tecnologías y los sistemas que permitan elevar al máximo la eficiencia, y proporcionar la capacitación y las habilidades que impulsen el rendimiento. Por sí solo, este proceso creará empleos, abrirá caminos de desarrollo profesional y mejorará el acceso a la educación en toda la región.

También será necesaria la participación de los gobiernos nacionales a través de una simplificación de los controles aduaneros, las políticas fronterizas y las normas de comercio regional. Un buen punto de partida sería la creación de un Acuerdo Comercial del Mar Rojo, similar a la Asociación Transpacífico, que contemple medidas específicas para reducir los costes del comercio transfronterizo y mecanismos de solución de disputas entre inversionistas y gobiernos.

Otra iniciativa potencial sería la formación de un banco regional de infraestructura, cuyo modelo sería el Banco de Inversión de Infraestructura Asiática impulsado por China. Una institución así facilitaría la distribución eficiente del capital al desarrollo de obras de infraestructura en toda la región, mejorando las capacidades comerciales nacionales y promoviendo un crecimiento económico sostenible.

La región del Mar Rojo tiene una oportunidad única de convertirse en un centro de excelencia global para la facilitación del comercio, fortaleciendo los vínculos económicos regionales y creando un nuevo motor de crecimiento de la economía mundial. Todo lo que se necesita es la voluntad de aprovecharla.

Fahd Al Rasheed is Managing Director and Group CEO of King Abdullah Economic City. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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