Construir un futuro en común

Por Jesús López Medel, observador en las elecciones de Bosnia-Hercegovina y diputado del PP por Madrid (EL MUNDO, 29/09/06):

Si en agosto de 1991 el estallido de la URSS generó 15 nuevos estados, sólo dos meses antes la antigua Yugoslavia había iniciado un proceso de descomposición del cual han surgido seis nuevos países (el último Montenegro el pasado mayo y está por ver el futuro de Kosovo). Uno (Eslovenia) ya está integrado en la Unión Europea pero los otros tienen un devenir diferente. Entre ellos, Bosnia-Hercegovina que es, a su vez, un complejo puzzle étnico y organizativo. Allí conviven, siempre en tensión, tres comunidades: musulmana (44%), serbia (31%) y croata (17%) y otros.

Esta tierra sufrió especialmente el azote genocida y la limpieza étnica que Milosevic (fallecido hace ocho meses sin que se completara su enjuiciamiento) desde Serbia quería imponer, pretendiendo aniquilar a las otras comunidades. Más de 250.000 muertos y dos millones de desplazados pusieron en evidencia la pasividad de la entonces Comunidad Europea ante la mayor catástrofe humanitaria que se estaba produciendo en su territorio desde la Segunda Guerra Mundial. Tras el escándalo de la matanza de Srebrenica, en la que fueron asesinados 8.000 musulmanes refugiados, los Acuerdos de Dayton, propiciados por Clinton, dieron paso en 1995 a una etapa de paz.

Desde entonces, la comunidad internacional ha estado especialmente presente. Desde España, debe destacarse la presencia constante de más de 500 militares (cifra que se reducirá a 120 millones a final de año por el conflicto del Líbano). Han desarrollado una importante labor humanitaria, habiendo dejado su vida allí 22 efectivos. Además, Bosnia-Hercegovina es el país del mundo que más crédito FAD recibe ahora desde España (para la compra de nueve trenes a la empresa Talgo).

Pero 11 años después de los mencionados acuerdos, Bosnia debe aumentar su protagonismo y responsabilidad para decidir por sí misma el futuro. En las elecciones del domingo tienen que resolver cómo organizar mejor la convivencia entre las tres etnias. Los Acuerdos de Dayton impusieron el cese de la violencia pero crearon un monstruo administrativo de una complejidad extrema con un Estado integrado por una entidad y una Federación y que incluso tiene tres presidentes, uno por cada «pueblo constituyente».

Así, uno de los retos de estas elecciones es propiciar un marco jurídico más racional de Estado, reintentando la pretensión fracasada (por apenas dos votos no alcanzó la mayoría exigible de dos tercios el pasado abril en el Parlamento) para simplificar la organización estatal. Es, sin duda, inviable un país con tres presidentes diferentes como los que se van a elegir, atendiendo cada uno sólo a los de su etnia y con tres policías diferentes que deberían reunificarse.

Otro reto es superar la tutela excesivamente prolongada de la comunidad internacional. La figura anómala y muy excepcional del administrador internacional (o Alto Representante) debe poner fin a sus tareas. Han de devolverse al país las amplias facultades que tiene este cargo y es claramente positivo el anuncio hecho por su titular afirmando que en junio del año próximo se suprimirá esta figura, comprensible inicialmente pero cuestionable e incluso contraproducente cuando se alarga en el tiempo.

Ahora, con el recuerdo de lo que aconteció y que nunca deberá repetirse, Bosnia-Hercegovina tiene el difícil reto tras estas elecciones de construir su futuro, hacerlo en común, desde los votos democráticos y no las balas, desde la cultura del consenso y la negociación y también desde el firme apoyo pero no injerencia en su soberanía por parte de la comunidad internacional.