Contra la resignación

En sólo cuatro días, ETA ya ha producido miles de víctimas. Desde el pasado día 6, todas las personas directamente amenazadas por la banda terrorista ya están sufriendo la angustia diaria del terror y el miedo cierto a sufrir un ataque contra su integridad. Por eso, nuestro primer pensamiento de solidaridad tiene que estar dirigido hacia estas personas que llevan sobre sus hombros el ataque que ETA lanza a toda la sociedad. Nunca valoraremos suficientemente el coste humano que supone llevar esa insoportable carga. Y ésa es la primera razón para mostrar nuestro más absoluto rechazo al delirio de los terroristas. No hay que esperar a que se cumplan sus amenazas, porque sus amenazas ya están teniendo un efecto devastador en la vida de mucha gente que padece en primera persona la coacción y la falta de libertad que ETA quiere imponernos a todos.

En este sentido, las manifestaciones que ha convocado Gesto por la Paz para esta tarde, en Bilbao y Pamplona, están cargadas de razón, no sólo porque nos vuelven a reunir en torno a la defensa de los derechos humanos más fundamentales, sino también porque son una firme llamada contra la resignación. Y es que la resignación de la sociedad civil puede convertirse ahora en la mejor aliada de la banda terrorista. Después del atentado de la T4, parece que ya estábamos resignados a esperar el delirante comunicado del pasado martes. Ahora, tras leer los desvaríos de ETA, no podemos resignarnos a que los haga realidad. No podemos aguardar a sentir el desgarro emocional de nueva sangre derramada para reaccionar. Nuestra respuesta tiene que producirse ya, hoy mismo, porque, ante la intemperie del terror, tenemos la necesidad recíproca de ser nuestro propio refugio y nuestro propio amparo en la defensa de un sistema de convivencia en el quepamos todos, independientemente de nuestras diferencias políticas. Y es que tenemos que demostrar, una vez más, que, aunque nuestros proyectos políticos sean antagónicos, estamos dispuestos a convivir en paz y libertad. Éste sería el único logro políticamente significativo para nuestro presente, para nuestro futuro y para nuestra historia.

Cada vez que ETA ha cesado momentáneamente en su actividad terrorista, se han producido dos efectos nefastos en nuestro camino hacia la paz. Por un lado, la división política y, por otro, la desmovilización de la ciudadanía en torno a unos principios básicos y alejados de las banderas de cada partido. Ambas deben ser desterradas de nuestro panorama urgentemente. Y esta tarde hay una inmejorable ocasión de encuentro para reemprender ese camino. La unión democrática debe ser el espejo donde la sociedad vea reflejado su, ya de sobra demostrado, anhelo de vivir en paz. Por eso, la ciudadanía en general y sus representantes legítimos en particular necesitan recuperar esa unidad en la defensa de los derechos humanos y de la democracia. Adjetivarlos o apropiárselos para manifestar las diferencias no hace más que restar su verdadera propiedad como fundamentos de la convivencia humana. La búsqueda de ese consenso sobre un espacio donde todos podamos desarrollar nuestra existencia en paz es un patrimonio común que encaja muy mal con la exclusión. Por tanto, la convocatoria de hoy está dirigida hacia todas las personas que crean en su aportación, comprometida y personal, para intervenir en la construcción de ese ámbito humano y prepolítico, donde todos debemos tener cabida para dirimir las legítimas diferencias de nuestros proyectos.

Además, aunque es verdad que el ansiado final del ejercicio violento depende, única y exclusivamente, de quienes lo practican y lo apoyan, toda la sociedad tiene ante sí el reto humano y cívico de contribuir a su total deslegitimación. Y, dado que para ETA el universo es cada vez más reducido, sería una excelente noticia que el mundo abertzale -el único que merece ya el calificativo de 'pueblo vasco'- fuera capaz de dar muestras de su capacidad para hacer política sin contar con la amenaza y el terror de ETA como refuerzo y aglutinador. Porque sólo ellos pueden liberarse a sí mismos de esa visión del mundo en la que la pureza ideológica se demuestra mediante el sacrificio de vidas propias y ajenas.

Desde el pasado día 6, podríamos decir que ya estamos igual que siempre. Pero no, estamos peor. Además de la impotencia que siempre sentimos al no poder evitar las injusticias que cometen otros, ahora ETA quiere utilizar también nuestro desaliento, nuestro hartazgo, nuestro cansancio e incluso nuestro aburrimiento para seguir por la senda estéril del terror, de la amenaza y de la coacción sobre la vida. ETA quiere volver nuestras debilidades contra nosotros mismos. Por eso, es especialmente necesario demostrar que esta sociedad está firmemente decidida a defender su derecho a vivir en paz y libertad, que su compromiso es de largo alcance, que su determinación es infatigable y que todo el dolor que nos pueda causar no será más que una razón añadida para seguir adelante en el logro de un futuro libre de violencia. Libre de ETA. Porque es nuestro derecho: paz y libertad.

Ana Rosa Gómez Moral, periodista y miembro de Gesto por la Paz.