Contra la violencia, más ciencia

¿será el siglo el más violento de la Historia de la Humanidad? Los expertos creen que hay argumentos para pensar que, a las habituales formas de violencia, se le unirán otras nuevas que precisan de instituciones punteras que se adelanten al problema.

Aunque se ha avanzado mucho en el estudio de las diversas formas de violencia (en la familia, en la escuela, en la sociedad) y ahora se tiene más en cuenta a sus víctimas (niños, mujeres, personas mayores, personas con discapacidad...), es imprescindible seguir en el camino de la ciencia. La única forma de entender y prevenir la violencia (para aquellos que realmente estén interesados) es investigar su alcance, origen y dinámica de forma seria y honesta, sin interferencias políticas, para después informar y extender los resultados entre los profesionales y también entre los políticos. Ellos son los que, finalmente, tienen que adaptar sus acciones a lo que la ciencia dice si no quieren fracasar (y que fracasemos todos) en su prevención y en la consecución de una sociedad más pacífica y tolerante.

A este objetivo se dedican algunas instituciones a escala internacional. La mayoría de ellas se centran en tipos concretos de violencia, principalmente la doméstica. Sólo una minoría analiza el fenómeno de forma global y pluridisciplinar, lo que hace de ellas pequeñas joyas a las que acudir para tener una mirada más profunda del fenómeno. Por su naturaleza, abordan los problemas en toda su complejidad y, por ello, son capaces, por ejemplo, de comparar perfiles de agresores (el de una mujer con personalidad psicopática con el del terrorista, por citar un caso) o la influencia que sobre los niños tiene ser testigo del maltrato a su madre.

El Centro Reina Sofía, de Valencia, es una de esas joyas a las que aludía. Hay otros centros de estas características, como el Center for the Study and Prevention of Violence, de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) o el Center for the Study of Violence and Reconciliation, de Sudáfrica. No es casualidad que la OMS, que tiene un grupo dedicado específicamente a la problemática de la violencia (Violence and Injury Prevention and Disability, VIP) haya contado con el Centro Reina Sofía para elaborar su último informe European Report on Preventing Elder Mistreatment.

Pero, ¿realmente los políticos quieren acercase al fenómeno de la violencia? Desgraciadamente, en un periodo de crisis, no sólo económica sino de valores, hay personas e instituciones que consideran que investigar sobre violencia, formar a los profesionales para que aprendan a detectarla y a intervenir cuando aparezca, no es un asunto prioritario. El ejemplo lo tenemos en el Centro Reina Sofía. En sus 14 años de vida ha llevado a la práctica más de 200 acciones de formación, sensibilización e investigación en los que han participado los mayores expertos a escala internacional y talleres prácticos en los que se abordaban terapias punteras o protocolos de actuación para víctimas de violencia. Además, ha mostrado su amplitud de miras. Baste decir que ha prestado atención tanto a los asuntos domésticos como a las niñas víctimas de las redes de tráfico sexual de Nepal o a la salud sexual y reproductiva de las mujeres angoleñas. También ha ayudado a mejorar con sus estudios la situación de las mujeres extranjeras maltratadas en España o a indagar sobre los signos a los que los padres deben atender si sospechan que sus hijos sufren acoso en la escuela.

Su intensa labor investigadora se ha definido en 15 libros y 18 informes que han servido a los profesionales que tratan asuntos tan difíciles como el abuso sexual infantil, los feminicidios a manos de la pareja o el maltrato de personas mayores -estudio único en España y uno de los pocos existentes en el mundo sobre la temática- y ha puesto en marcha el fondo bibliográfico más amplio del país en temas de violencia.

Pues bien, pese a todo ese trabajo, se encuentra hoy abocado a la desaparición debido a que el Gobierno valenciano no va a cumplir con el compromiso que en su día adquirió de hacerse cargo de su financiación.

Retomo ahora la pregunta de si realmente hay interés por acercarse al fenómeno de la violencia. Si la respuesta dependiera de mí, que he dedicado muchos años a la concienciación y a la lucha contra el maltrato de personas mayores como presidenta de la mayor red internacional de prevención del maltrato de personas mayores, animaría a los gobernantes a contestar que SÍ lo hay. Un sí con mayúsculas porque en esta era de internet las mayúsculas equivalen a un grito; un grito, en este caso, en contra de la injusticia y en pro de los derechos de tantas personas que están siendo ahora mismo víctimas de violencia y que merecen y necesitan que las instituciones inviertan en recursos para ayudar a preservar sus derechos y en evitar que otras personas sufran en un futuro.

Es posible que vivamos tiempos de crisis, sí, pero no podemos permitir que eso comporte la desaparición de una de las pocas entidades que dedican sus esfuerzos a una causa tan noble como la lucha contra la violencia. Sigamos luchando contra todo tipo de violencia y con todos los medios que tengamos al alcance porque así conseguiremos un mundo mejor. Como dice el lema del Centro Reina Sofía, «es posible un mundo sin violencia».

Lia Daichman, presidente de la International Network for the Prevention of Elder Abuse.

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