Convivencia o populismo

El dictamen de la Abogacía del Estado, en el que se deja claro que no puede denegarse la inscripción al registro del padrón a los extranjeros, modifica la decisión del Ayuntamiento de Vic de negarse a empadronar a inmigrantes no legales, pero no cierra el debate que en estos días estamos viviendo en torno a la inmigración. Desgraciadamente, hemos visto y escuchado que, más allá del hecho puntual del padrón, se abría una peligrosa vía de culpabilización de la inmigración, otorgándole responsabilidades sobre las dificultades en la asignación de los recursos públicos, como han querido justificar algunos sectores políticos; o sobre la seguridad ciudadana, como ha hecho un alto dirigente patronal, que en el crecimiento económico contrataba a inmigrantes y, ahora, con la crisis, prefiere dividir a los trabajadores en función de su origen. En estos días, el populismo ha querido levantar un muro, el dictamen puede resquebrajarlo, pero todavía necesitamos abrir la puerta de la convivencia y la integración.

La posición que mantenemos en CCOO en este debate se ha criticado, imputándonos excitación en la respuesta, error en el enfoque, en el el análisis del problema y en la ubicación de siglo. Incluso se ha tachado de «buenismo», para descalificar la actitud contraria a la limitación del empadronamiento.

Pero si analizamos cómo define excitar el diccionario, «provocar, hacer más vivo, un sentimiento, una resolución una actividad vital, etcétera», se entiende nuestra excitación, ya que al analizar los criterios de empadronamiento que aprobó el Ayuntamiento de Vic, expresábamos de forma viva sentimientos de convivencia y deseos de integración. Y no queremos renunciar a la excitación en la defensa de derechos, y menos aún cuando la alternativa es el populismo.
No podemos justificar la decisión del Ayuntamiento de Vic por el temor al avance de las posiciones políticas del partido de la xenofobia y el racismo. No se combate a quien desea la exclusión social de los inmigrantes promoviendo medidas para excluir de derechos a parte de las personas inmigradas. Frente al populismo no podemos hacer más populismo, hay que mostrar la voluntad de lograr el avance de la convivencia y la integración. Esto es lo que dice el Pacte Nacional para la Inmigració, firmado por mucha gente, entre ellos los partidos que mandan en el Ayuntamiento de Vic. Y esto es lo que queremos impulsar con nuestro posicionamiento fuerte.
En CCOO queremos promover el más amplio movimiento por la convivencia y la integración social. Lo hacemos junto con SOS Racisme y la CONFAVC, promoviendo campañas de sensibilización y prevención ante los riesgos de fractura de la convivencia en un contexto de crisis como el actual. Pero, ante todo, reclamando medidas, recursos y actuaciones para que sea efectiva la inserción, la integración, la convivencia y la cohesión social.
Estamos en el siglo de la globalización, de la libre circulación, de los grandes movimientos migratorios y, por lo tanto, tendremos que ver cómo regulamos los flujos y, al mismo tiempo, garantizamos la plenitud de derechos. Un siglo en el que la vieja Europa, de la que formamos parte, necesita la incorporación de importantes flujos migratorios para equilibrar una población envejecida que no podría por sí sola crear la riqueza necesaria para proporcionar los derechos sociales y de ciudadanía de los que históricamente nos hemos dotado. En el siglo XXI pueden ponerse puertas, pero no levantar muros.
Cuando hablamos de inmigración, hablamos de recién llegados que contribuyen a la creación de la riqueza del país y que quieren superar las dificultades de la vida en su lugar de origen. Ya son de aquí, mayoritariamente no están de paso, sino que tienen voluntad de arraigo. Y, por tanto, son sujeto de los derechos de ciudadanía que hemos ido conquistando y construyendo con voluntad de universalización y que no pueden negarse a nadie, ya que puede generar problemas de convivencia social y fractura y conflicto social. Y el padrón es una puerta a unos derechos.
Lo más fácil es hacer populismo con la inmigración, definirla como «problema» y alimentar el miedo a la diferencia. Y lo más difícil es generar mecanismos de acogida, de inserción, de integración de los recién llegados a la sociedad.
Puede superarse el populismo, la criminalización de la inmigración, impulsando actuaciones de acogida consensuadas en el territorio, promoviendo la convivencia, impulsando la colaboración entre personas de diferentes culturas y orígenes, intensificando las dotaciones y las políticas de igualdad de oportunidades en las poblaciones con más tasas de inmigración.

Sabemos que este es un discurso incómodo, ya que reclama voluntades políticas que deben sustentarse en acciones concretas con unos costes y que deben hacer pedagogía social de los valores que se confronten a un discurso populista bien abonado por la época de crisis. Pero es mejor derechos que populismo, es mejor convivencia que limitar derechos a cambio de presuntos votos.

Joan Carles Gallego, secretario general de CCOO de Catalunya.