Coronavirus, fracaso colectivo y oportunidad sin precedentes

Puede que el cierre de Europa y de los países de altos ingresos en tiempos de paz no tenga precedentes, pero la guerra contra enfermedades prevenibles como la Covid-19, el cólera, la poliomielitis, el sarampión, la diarrea y el ébola lleva mucho tiempo haciendo estragos entre los 3.000 millones de personas que carecen de una instalación básica para lavarse las manos en sus hogares.

Casi tres cuartas partes de la población de los países más pobres no tienen instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón. Estas personas, que ya están luchando contra la pobreza, la exclusión y la discriminación, no pueden permitirse el lujo de acumular productos básicos, de cerrar las escotillas, de distanciarse socialmente: el 30% de la población urbana del mundo vive en barrios marginales. E independientemente de si se aplaza o no la educación de sus hijos, en 2016 había cerca de 900 millones de niños en todo el mundo que no disponían de un servicio de higiene básica en su escuela.

Del mismo modo, uno de cada seis centros de atención de la salud en todo el mundo carecía de servicios de higiene, lo que significa que carecían incluso de las instalaciones más básicas de higiene para lavarse las manos en los puntos de atención. Esta es una realidad terrible en comparación con la que viven las personas a las que se les pide que sigan el consejo de los funcionarios de salud pública de autoprotegerse, tanto en público como en casa.

Muchos de esos 3.000 millones de personas viven en Asia meridional y África subsahariana, regiones cuyas poblaciones representan el 85% de los pobres del mundo y donde los sistemas de salud son más frágiles y carecen de financiación y de personal capacitado. Peor aún, muchos de esos 3.000 millones son los más vulnerables de entre todos nosotros: las personas con discapacidad, los ancianos, las mujeres y las niñas, las personas desplazadas, las poblaciones indígenas y los habitantes de las zonas rurales de más difícil acceso.

Si bien la comunidad internacional está comenzando a responder a los llamamientos de asistencia para apoyar la capacidad de estas regiones, existe la preocupación de que, una vez que haya pasado la motivación relacionada con el coronavirus, no se mantenga el apoyo.

Aunque los científicos del comportamiento estarán de acuerdo en que para interrumpir la transmisibilidad humana del virus es necesario practicar una buena higiene, la solución no es tan simple como la provisión de infraestructura y de una barra de jabón. Llevar a cabo los consejos de lavarse las manos depende de una serie de factores que están relacionados entre sí de forma compleja. Las inversiones en la promoción de la higiene de las manos, junto con el saneamiento y el agua, deben ser un proyecto a largo plazo.

Desde 1995, la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres ha venido reuniendo pruebas de que el lavado de manos con jabón es muy eficaz contra las enfermedades diarreicas. Asimismo, los agentes del sector del agua, el saneamiento y la higiene, bajo la dirección de los gobiernos y la comunidad internacional, y con el apoyo del sector privado y las organizaciones de la sociedad civil, han puesto en marcha con éxito campañas para inculcar hábitos duraderos de higiene personal. Sin embargo, todavía no hemos dado prioridad a la financiación a una escala suficiente como para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6.2, que consiste en proporcionar a todas las personas del mundo —especialmente a las niñas y mujeres y a otras comunidades vulnerables— acceso a un saneamiento y una higiene adecuados y equitativos. Si esto se suma la amenaza de una pandemia mundial de higiene, se trata de un fracaso indignante y que se podía haber evitado.

Según un informe reciente de las Naciones Unidas, aunque muchos países tienen planes nacionales que detallan sus objetivos en materia de infraestructuras de agua, saneamiento e higiene, menos del 15% informó que disponía de recursos financieros suficientes para aplicar esos planes. Además, si se mantiene la trayectoria actual, hasta 2043 no se logrará el acceso universal a los servicios básicos de saneamiento y hasta bien entrado el siglo XXII no será posible alcanzar la meta de ODS en favor de un saneamiento gestionado de forma segura. El cumplimiento de los objetivos relacionados con la higiene y la normalización del comportamiento en esta materia puede llevar aún más tiempo.

¿Cómo podemos acelerar el progreso?

En abril de 2019, la alianza Saneamiento y Agua para Todos convocó su quinta reunión de ministros del sector en Costa Rica. Con la asistencia de 55 ministros de gobierno de todo el mundo, una cifra sin precedentes, el encuentro puso de manifiesto que la prioridad política del sector es cada vez mayor, así como el reconocimiento de la necesidad de cooperación y coordinación internacionales. Se trata de importante avance, pero muchos de los ministros asistentes mencionaron que el principal obstáculo era el acceso a una financiación constante. Una financiación que les permita establecer no sólo la infraestructura necesaria para proporcionar acceso a los servicios de agua, saneamiento e higiene, sino también –y lo que es más importante– los sistemas, políticas, planes, instituciones, presupuestos y conocimientos para garantizar la sostenibilidad de los servicios e infraestructuras durante los momentos de emergencia como éste y en situaciones normales.

Estos ministros entienden que la inversión en saneamiento e higiene es un elemento fundamental para la salud sostenible, la igualdad de género, la educación y viceversa. También son muy conscientes de los vínculos entre las inversiones en agua, saneamiento e higiene y el cambio climático. Sabemos, por ejemplo, que el acceso inadecuado al agua potable y a las instalaciones de saneamiento contribuye a la persistencia de muchas enfermedades infecciosas mortales. Sabemos también que es mucho más probable que las niñas acudan a una escuela que cuente con instalaciones adecuadas de higiene menstrual y permanezcan en ellas, y que cuantos más baños adecuados haya en las escuelas, menor será el número de estudiantes que se enfermen y pierdan sus estudios.

Por lo tanto, en línea con el llamamiento mundial que hizo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, para alinear los programas y proyectos de saneamiento existentes con el programa de desarrollo sostenible de 2030, nosotros también señalamos la falta de un sentimiento de urgencia para la financiación sostenida de este ODS que cada vez está más rezagado. Los fondos de un donante pueden atraer los de otro y, lo que es importante, desencadenar recursos nacionales e inversiones del sector privado. Los actuales donantes incondicionales –Suecia (SIDA), Noruega (NORAD), Países Bajos (DGIS), Suiza (SDC), Reino Unido (DFID), Fundación Bill y Melinda Gates, Australia (DFAT) y Estados Unidos (USAID), por citar algunos– siguen comprometidos con los objetivos de 2030 pero, además, los gobiernos interesados necesitan contar con nuevos aliados comprometidos y fiables que estén dispuestos a implicarse hasta el final.

El Consejo de Colaboración para el Abastecimiento de Agua y Saneamiento (WSSCC) está explorando la creación de un nuevo fondo mundial que proporcione a los gobiernos una financiación catalizadora para abordar finalmente la desigualdad en materia de saneamiento y de las enfermedades relacionadas con la higiene. SWA también está organizando una Reunión de Ministros de Finanzas para asegurar que los más altos responsables de las decisiones financieras comprendan todas las conexiones que los ministros del sector ya conocen muy bien. La financiación es la clave de todo, incluido el grado de preparación de los países para confrontar esta crisis de salud pública y también la próxima.

Nosotros actuamos ahora con nuestros aliados para impulsar el cambio y ampliar el compromiso de alto nivel a largo plazo que nos lleve a lograr de forma colectiva que nadie se quede atrás.

Sue Coates es directora ejecutiva de WSSCC y Catarina de Albuquerque es directora ejecutiva de Sanitation and Water for All.

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