La Villa Imperial de Potosí era en el siglo XVII una de las ciudades más ricas y pobladas de América. A mitad de dicho siglo, Potosí tenía 160.000 habitantes. Madrid tuvo que esperar dos siglos para llegar a una población similar.
Sin embargo, Potosí no pudo aprovechar las economías de aglomeración y tenía que importar mercancías desde España pagando precios que eran 20 veces más altos que en España. El “corredor logístico” que conectaba los centros de producción en España con Potosí tenía condiciones muy rígidas y difíciles: rutas marítimas reguladas, casas comerciales poco competitivas, y transporte a lomo de mula desde El Callao a Potosí (2.000 kilómetros de cerros y precipicios).
Hoy seguimos con el gran reto histórico de implementar proyectos de infraestructura que reduzcan los costos logísticos y ayuden a dinamizar la complementariedad productiva entre los países, desarrollando cadenas de valor asociadas al intercambio comercial de la región, y entre esta y el resto del mundo.
En esa línea, es necesario propiciar un salto evolutivo en nuestro entendimiento de la agenda de infraestructura de integración regional, transitando desde un “paradigma unidimensional” centrado en integración física, hacia un “paradigma multidimensional” de integración física y funcional. Este enfoque funcional debe englobar intervenciones sistémicas —infraestructura, servicios, gobernanza— sobre corredores logísticos de integración que articulen diversos ámbitos de desarrollo (clústeres productivos, ejes de interconexión, pasos fronterizos, áreas metropolitanas o puertos, entre otros).
Los corredores de integración pueden evolucionar desde simples ejes de conexión con buena conectividad física, hasta corredores inteligentes con gobernanza integrada, redes de negocios virtuales, alta digitalización, integración productiva y empresarial, utilización conjunta de servicios y, fundamentalmente, plena visibilidad del desempeño. En este sentido, los corredores que integran el territorio Latinoamericano aún se encuentran, en general, en etapas iniciales de evolución. No obstante, tienen potencial y una genuina aspiración de dar un salto evolutivo hacia corredores inteligentes de integración.
Un análisis del contexto internacional nos permite comprender cómo han progresado varias regiones hacia un enfoque de integración funcional de segunda generación, con foco en productividad. Por ejemplo, Canadá puso en marcha en 2006 la implementación de un proceso de optimización de corredores de dos tiempos. En una primera fase, las autoridades canadienses elaboraron el diagnóstico y diseñaron una estrategia y gobernanza precisas para tres de corredores logísticos. La segunda fase, denominada “iniciativa Canadá 2030” —que cuenta con un fondo para desarrollo de corredores por USD 10.000 millones—, plantea el empleo intensivo de tecnologías disruptivas y la digitalización de los corredores. Luego de siete años, la evidencia muestra que los corredores en los cuales se implementó la iniciativa superaron la eficiencia de los corredores de transportes de EE UU y, en la actualidad, los envíos desde Asia hacia la costa este de EE UU tienen un ahorro en tiempo promedio de tres días al transitar vía corredores canadienses, comparado con hacerlo a través de corredores estadounidenses.
Por otro lado, en una decidida apuesta por la gestión inteligente de corredores, orientado a su objetivo al 2050 de transformar los sistemas logísticos en el “Internet Físico de las mercancías”, Europa centra su enfoque en innovación y redes (un concepto más allá de corredores), a partir de la optimización de nueve grandes corredores transeuropeos. La Plataforma Tecnológica Europea (PTE) “ALICE”, Alliance for Logistics Innovation through Collaboration in Europe, iniciada en julio de 2013 y que cuenta con 110 organizaciones —públicas, privadas y académicas— adscritas, está enfocada en la ambición de lograr una mejora del 30% en el rendimiento logístico de extremo a extremo para 2030.
El aprendizaje derivado de la experiencia internacional nos revela que América Latina se enfrenta al gran desafío de propiciar un salto evolutivo que favorezca su integración funcional. Por citar algunos ejemplos, el corredor de interconexión entre las regiones Central de Chile y la región de Cuyo, en Argentina, podría evolucionar hasta convertirse en un Corredor Inteligente que fomente la relación comercial entre Chile, Argentina, la cuenca del Pacífico y Mercosur. Para ello habrá que intervenir de manera selectiva sobre vectores de alto impacto tales como: el transporte intermodal ferroviario, la logística urbana, la integración aduanera, o los clústeres industriales y agroindustriales; todo esto bajo la forma de un programa integral de prioridades de desarrollo que cuente con el debido apoyo técnico y financiero. De manera similar, el Corredor de Integración supranacional Perú-Colombia-Brasil, parte del Eje de Integración y Desarrollo del Amazonas, podría evolucionar a modo de dinamizar la efectiva relación comercial entre la región norte y región nororiental de Perú, suroriental de Colombia y Amazonas de Brasil con la cuenca del Pacífico.
Convencidos de la necesidad de favorecer una integración funcional latinoamericana que promueva ganancias de productividad, en CAF estamos desarrollando nuevos instrumentos de análisis y financiamiento sobre corredores logísticos de integración, cuya aplicación permitirá implementar conjuntos de proyectos y acciones simultáneas sobre vectores de impacto muy concretos, como por ejemplo los mencionados para los corredores de integración Argentina-Chile o Perú-Colombia-Brasil.
Para tratar de manera detallada estos temas y otros relacionados con la agenda estratégica de desarrollo de infraestructura regional, la Conferencia CAF: Infraestructura para el desarrollo de América Latina, reúne en Buenos Aires, este 25 y 26 de abril, a Gobiernos, sector privado y sociedad civil para generar recomendaciones concretas sobre el desarrollo y modernización de infraestructuras. Este tipo de eventos contribuyen a generar consensos y armonizar políticas sectoriales para el desarrollo de nuestra región.
Luis Carranza es presidente ejecutivo de CAF–banco de desarrollo de América Latina