Corregir la industria textil de Bangladesh

Hace cuatro años, el letal colapso de la fábrica de prendas de vestir Rana Plaza en Bangladesh dejó en evidencia las prácticas de empleo de este sector global. Habríamos esperado que la tragedia, en la que murieron más de 1100 trabajadores (el accidente más mortífero en la historia de esta industria) produjera un cambio significativo a un negocio que por largo tiempo había sido dejado a sus propios medios. Lamentablemente, lo que hemos investigado sugiere que ha ocurrido lo opuesto.

Los medios de comunicación destacan las constantes transgresiones de este sector en Bangladesh, en particular la persistencia del uso de mano de obra infantil. En 2014, el programa de actualidad británico Exposure encontró evidencia de que había menores de incluso 13 años trabajando en las fábricas (a menudo en duras condiciones) que producían prendas para minoristas en el Reino Unido. Otro reporte encubierto, realizado por CBS News, entrevistó a una chica de 12 años que obtuvo un trabajo fabril mediante un certificado que falsificaba su edad. Y periodistas de The Australian Women’s Weekly encontraron niñas de diez años cosiendo ropa para importantes marcas australianas.

Si bien son noticias preocupantes, no muestran todo el panorama. ¿Cuántas menores y adolescentes se emplean en total en estos tipos de trabajos? Lo que es más importante, ¿se les debería impedir del todo llevarlos a cabo?

El acceso a las fábricas está restringido y la mayoría de los empleados no hacen saber su edad real en el lugar de trabajo. De hecho, a menudo los periodistas falsean su identidad para documentar los abusos. Nosotros adoptamos un enfoque diferente para valorar la prevalencia de trabajadores menores de edad en la industria textil y determinar el valor del sector para la sociedad bangladeshí.

Como parte de un reciente censo nacional, reunimos datos de miles de madres y chicas en los tres distritos industriales de Bangladesh con la mayor concentración de fábricas de prendas de vestir preconfeccionadas (en particular, las que funcionan fuera de las Zonas de Procesamiento de Exportaciones): Ashulia, Gazipur y Narayanganj. La mayoría de las trabajadoras de este sector se concentran en estas áreas. Para fines de comparación, también realizamos entrevistas en 58 áreas urbanas donde no existen fábricas de prendas de vestir.

En nuestra investigación, identificamos 3367 mujeres y niñas en las áreas estudiadas que informaron trabajar en la industria textil. De ellas, un 3% tenían entre diez y trece años, y un 11% tenían entre 14 y 17 años. De las 861 niñas menores de 18 años que trabajaban en algún tipo de empleo, un 28% señaló hacerlo en la industria de las prendas de vestir.

Según esta evidencia, parecería que las fábricas textiles de Bangladesh emplean mano de obra infantil (particularmente chicas jóvenes) de manera más extendida de lo que sugieren incluso los reportajes más sensacionalistas. Pero, en lo que nos toca, la pregunta real es si esta práctica se debe erradicar o reformar.

Las marcas globales que dependen de una mano de obra barata han prometido la erradicación. En 1992, cerca de un 10% de la fuerza laboral del sector textil era menor de 14 años. Al año siguiente, tras la introducción de la Ley de Erradicación del Trabajo Infantil en los Estados Unidos (la llamada Ley Harkin, que prohibió la importación a Estados Unidos de productos fabricados con mano de obra infantil) se eliminaron de las fábricas unos 50 000 trabajadores menores de edad. Mientras tanto, la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Prendas de Vestir de Bangladesh se ha comprometido a eliminar gradualmente el trabajo infantil y promover la reescolarización de las menores (la matriculación escolar suele ser más baja en áreas donde existen mayores índices de empleo en la industria de vestir que en otras áreas), en cumplimiento de una ley de 2010 que prohíbe el trabajo de menores de 14 años.

Es evidente que nuestros datos sugieren que las promesas del sector aún no se han cumplido (aunque el gobierno de Bangladesh afirma que actualmente no hay "trabajo infantil" en las unidades de procesamiento de prendas de vestir).

Pero puede que eso no sea totalmente negativo para las trabajadoras menores de edad en Bangladesh. Gracias a la presión sobre los fabricantes de prendas de vestir a raíz del desastre de Rana Plaza, el salario mínimo de la industria se incrementó un 77%, a $ 68 al mes. Paradójicamente, esto ha hecho más atractivo que las jóvenes ocupen un empleo remunerado en el sector, pues conlleva algún beneficio social.

La mayoría de las jóvenes que trabajan en Bangladesh provienen de familias pobres. Incluso en las áreas de fabricación de prendas de vestir, las familias relativamente más pudientes rara vez envían a sus hijas a trabajar en estas fábricas. Aunque hay iniciativas recientes que han reducido el costo de la escolarización de las niñas (a través de estipendios en efectivo y la eliminación de matrículas), muchas chicas siguen abandonando la escuela secundaria, incluso sin la oportunidad de realizar un trabajo remunerado, lo que a menudo las deja con el matrimonio como única opción. Y en un país donde raramente se implementan las leyes mínimas de edad de matrimonio, ganar un sueldo es la mejor manera de evitar una boda prematura.

En tal situación, cuando muchas chicas jóvenes deben elegir entre un trabajo fabril y un matrimonio temprano, prohibir el empleo en las fábricas para las niñas menores de 18 años haría más daño que bien. Se requiere un mayor énfasis en la reducción de la pobreza en las zonas rurales para ayudar a las jóvenes a evitar esta opción y reducir su presencia en las fábricas

Se espera que la industria de prendas de vestir de Bangladesh se cuadruplique en tamaño en las próximas dos décadas, atrayendo a las plantas de producción a millones de trabajadoras adicionales, tanto jóvenes como mayores. Según nuestras estimaciones, una de cada diez de ellas tendrá entre 10 y 17 años de edad.

Los consumidores de todo el mundo rechazan las prendas confeccionadas con trabajo infantil, lo cual es encomiable. Los menores de 18 años deben escolarizarse y aprender habilidades de vida importantes, no trabajar largas horas en condiciones difíciles. Pero las lecciones de la tragedia de 2013 en Rana Plaza son más complicadas de lo que reflejan muchos de los medios internacionales. La industria textil necesita reformarse, pero, por el momento, si se desea que las mujeres y las niñas no sufran innecesariamente otra vez, puede que la respuesta correcta no sea prometer erradicar el trabajo infantil.

M Niaz Asadullah is Professor of Development Economics at the University of Malaya, in Kuala Lumpur, Research Fellow at the IZA Institute of Labor Economics, and Visiting Fellow at the Center on Skills, Knowledge, and Organization Performance (SKOPE), the University of Oxford.
Zaki Wahhaj is a senior lecturer at the University of Kent.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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