Corrupción en Argentina

Una de las revelaciones más interesantes que generó Wikileaks hace un par de años tenía que ver con una investigación solicitada por Hillary Clinton cuando era Secretaria de Estado. Pidió a la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires que averiguara discretamente si tenían alguna información sobre la salud mental de la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, y si ella estaba tomando algún medicamento para ayudarla a calmarla. En la sección del memorándum sobre «estado mental y salud», preguntaba cómo Kirchner manejaba «sus nervios y su ansiedad».

La petición de Clinton vino a mi mente cuando miré el texto de una carta muy emotiva que Kirchner envió la semana pasada al primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron. La carta dice: «Hace 180 años en esta misma fecha de enero, en un ejercicio descarado de colonialismo del siglo XIX, Argentina fue por la fuerza despojada de las Islas Malvinas, que se sitúan a 14.000 km de Londres. Los argentinos de las Islas fueron expulsados por la Royal Navy y el Reino Unido posteriormente inició un proceso de implantación de población similar a la aplicada a otros territorios bajo el dominio colonial. Desde entonces, Gran Bretaña se ha negado a devolver los territorios de la República Argentina, lo cual impide recuperar su integridad territorial».

Imaginar que la integridad territorial de Argentina depende de un grupo de islas semi-habitadas de la Antártida, a 500 km del país, suena mucho a «nervios y ansiedad». Las Islas Falkland recibieron ese nombre en 1690 por un explorador inglés; y posteriormente el explorador francés Bougainville les dio su nombre en francés de Malouines, por los marineros de St. Malo que fueron los primeros en llegar allí. Los españoles adoptaron el nombre francés. Las islas nunca fueron parte de la Argentina. Pero, por supuesto, Argentina ha tenido muchos problemas con su integridad territorial, y siempre ha recurrido a la guerra como solución. En el siglo XIX, Argentina entró en guerra con Brasil, que estaba amenazando sus fronteras al reclamar la provincia de Uruguay. Luego fue a la guerra contra Paraguay, por causas también de integridad territorial. Después fue amenazada por los patagónicos, por lo que invadió su territorio. Más tarde envió un ejército contra Chile, pero afortunadamente la guerra se detuvo gracias al arbitraje del Papa.

El último gran acto de defensa de su integridad territorial fue en 1982, cuando envió tropas para defender las Falklands contra la agresión británica que supuestamente se había cometido un siglo y medio antes. En aquel momento, la señora Thatcher comentó que la invasión era «loca, completamente loca». La acción llegaba un poco tarde, pero en cuestiones que afectan al territorio, el lema es: más vale tarde que nunca. La guerra costó 659 vidas argentinas y 258 británicas. Argentina tuvo que retirarse de las islas, pero eso al parecer no es suficiente para la presidenta Kirchner, quien ha prometido luchar contra la agresión británica. El último acto que ha denunciado es sobre la capa de hielo polar de la Antártida, donde los británicos han denominado un pedazo de hielo como Queen Elizabeth Land.

¿Cuáles son los motivos de la presidenta de Argentina en todo esto? Es bien sabido que quiere las Falklands porque hay una alta probabilidad de que los británicos descubran petróleo allí. Las empresas inglesas de prospección están en las Falklands. Así que si encuentran petróleo y gas, eso hará el área muy importante y rica. El mismo interés por el petróleo ha inspirado a Kirchner en sus tratos con la empresa argentina petrolera YPF.

YPF, con derechos de perforar en busca de petróleo en la Patagonia, fue vendido en 1993 a la empresa española Repsol con el asesoramiento de dos políticos que controlaban la vida de la Patagonia: Néstor Kirchner y su esposa Cristina. Para completar la venta, el Gobierno argentino pagó la suma de 654 millones de dólares al gobierno de la Patagonia. ¿A dónde fue ese dinero? La venta de YPF coincidió con la carrera política súper meteórica de los Kirchner y su repentina y enorme riqueza personal. Parte de la opinión pública argentina ha estado presionando para abrir una investigación a gran escala de lo que hicieron los Kirchner con los cientos de millones de dólares procedentes del dinero de YPF, pero los tribunales y los periódicos no se atreven a tocar el tema. Algunos años más tarde se descubrió que un amigo de Kirchner, Eduardo Eskenazi, se había hecho rico a través de sus participaciones en YPF. Pero la verdadera historia del dinero de YPF y la riqueza súbita de los Kirchner nunca ha sido revelada.

Mientras tanto, ¿qué pasó con YPF? Al final, Repsol fue expropiada por decreto ley y el Gobierno de Kirchner se hizo cargo de la empresa directamente en abril de 2012. El presidente de México, Felipe Calderón, ha criticado la acción, diciendo que el acto de Argentina fue «no muy responsable y no muy racional». El motivo oficial de Kirchner para expropiar YPF fue que Repsol no estaba invirtiendo en la empresa, obligando así a Argentina a importar el petróleo extranjero. El decreto presidencial se refiere a la «estrategia depredadora de Repsol en el control de YPF, que ha tenido graves consecuencias para la economía nacional de la Argentina». La reclamación es cierta en parte, porque Repsol deliberadamente redujo sus costos en YPF así como en los mismos años Iberia los fue reduciendo en Aerolíneas Argentinas. Con la expropiación de Cristina Kirchner, la propiedad de YPF ha quedado de la siguiente manera: 51% en manos del Gobierno, 24,5% en poder del grupo financiero de Eskenazi, estrechamente vinculado a los asociados de Kirchner, y sólo el 6,5% controlado por Repsol. Recordemos que en el momento de la expropiación, YPF tenía un valor estimado en 13.500 millones de dólares. Si la empresa prospera, alguien va a hacerse rico.

Lamentablemente no será el pueblo de Argentina el que se enriquecerá. Los últimos meses han visto huelgas a nivel nacional y protestas populares. En noviembre, decenas de miles de personas salieron a las calles para protestar contra la corrupción y la mala gestión gubernamental. Ha habido escándalos de corrupción en los niveles más altos. El ministro de Obras Públicas está acusado de planificar un sistema de soborno en contratos de obra pública. El vicepresidente está bajo investigación por dudosas operaciones relativas a divisas.

El escándalo más grande de todos fue la casi completa desaparición en 1993 de cientos de millones de dólares en fondos públicos en Patagonia. Se rumorea que la mayor parte del dinero está en Suiza, en el banco Credit Suisse. Se abrió un procedimiento contra Kirchner en Buenos Aires en 2004, pero en 2005 el juez de distrito, sobrino de la presidenta, dictaminó que la denuncia no tenía fundamento. En una reciente declaración jurada de bienes personales, Cristina Kirchner, quien al parecer es la mujer más rica de todo el continente americano, admitió tener un patrimonio neto de sólo unos 70 millones de dólares (la cifra real queda por descubrir). Explicó que este fue el resultado de su exitosa carrera como abogada, aunque nunca ha podido presentar pruebas de que se graduara en la Facultad de Derecho. En una entrevista publicada este mes en EL MUNDO, Ricardo Alberto Darín, el actor más taquillero de Argentina, dijo: «Yo quisiera que alguien me explicara el crecimiento patrimonial de los Kirchner. ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza?». Tal vez la respuesta sea que la presidenta considera que simplemente ha aumentado su integridad territorial.

Escribo desde Cataluña, donde se han descubierto casos similares, y me pregunto: ¿es Argentina el único país donde los políticos han tenido éxito en la construcción de su integridad personal territorial?

Henry Kamen es historiador británico. Su último libro es El Rey Loco y Otros Misterios de la España Imperial (La Esfera de los Libros 2012).

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