Covid-19: una prueba de fuego para el modelo de capitalismo de los grupos de interés

Mientras continúa la emergencia sanitaria mundial de la Covid-19, las consecuencias económicas también siguen aumentando. El crecimiento económico mundial va a la inversa, las empresas han empezado a cancelar servicios a los clientes y millones de trabajadores han sido despedidos o están técnicamente desempleados. Se plantea el siguiente interrogante: ¿qué ha pasado con el «capitalismo de los grupos de interés», el modelo económico inteligente que muchas empresas abrazaron hace solo unos meses? ¿Cómo puede encajar con lo que estamos presenciando ahora?

Para responder a esta pregunta, recordemos de qué se trata cuando hablamos de capitalismo de los grupos de interés: asegurar la preservación y la resistencia a largo plazo de la empresa, así como de la integración de esta en la sociedad. En este sentido, una crisis económica a corto plazo, como la inducida por la Covid-19, pone de manifiesto qué empresas encarnan realmente el modelo de grupos de interés y cuáles solo lo han defendido verbalmente mientras mantenían fundamentalmente una orientación hacia beneficios rápidos. La crisis de la Covid-19 pone de manifiesto quiénes se han adherido y quiénes no a sus principios de apoyo al capitalismo de los grupos de interés.

No cabe duda de que casi todas las compañías mundiales se han visto profundamente sacudidas por la Covid-19, y muchas han tenido que recurrir a medidas muy dolorosas por una situación de la que no se les puede responsabilizar. Muchas Pymes de hostelería, comercios y viajes también cerraron por orden de los Gobiernos, dejándolas con poca o ninguna capacidad de reacción. No obstante, las diferencias entre las empresas que realmente orientaron su negocio hacia el modelo de los grupos de interés y aquellas que aplicaron un modelo cortoplacista de capitalismo de accionistas pueden ser notables.

En primer lugar, algunas empresas importantes utilizaron sus ganancias en los últimos años para recompra de acciones. Esto aumentó su rentabilidad a corto plazo y los bonos ejecutivos. Pero ante la falta de reservas estratégicas o inversiones, muchas de estas compañías son ahora las primeras en sufrir, incapaces de revertir la situación a menos que el Gobierno intervenga. El ejemplo más claro proviene de las aerolíneas más grandes de EE UU, que gastaron el 96% del flujo de efectivo libre durante los últimos diez años para recomprar acciones.

Por el contrario, en las últimas semanas algunas empresas usaban los beneficios para invertir en transformación digital, talento, I+D y relaciones con clientes. Esto les da ahora una capacidad de reacción que otras compañías no tienen. Microsoft, por ejemplo, ocupa el primer lugar en el ranking de empresas interesadas de JUST Capital, es colaboradora de la herramienta de tracking del coronavirus de la Universidad Johns Hopkins, y está proporcionando a los profesores el acceso a su programa de enseñanza a distancia. Puede hacerlo debido a su modelo de negocio, pero también porque sus accionistas esperan que den un paso adelante en momentos como este.

En segundo lugar, en las últimas semanas algunas empresas seguían anunciando primas e incentivos con cifras récord para sus directores ejecutivos, sobre la base de los beneficios y los precios de las acciones del ejercicio 2019. Por ejemplo, EasyJet, la aerolínea con sede en el Reino Unido que buscó ayuda estatal después verse obligada a cancelar la mayoría de sus vuelos, dijo que seguiría adelante con un pago de dividendos de 174 millones de libras. Tal falta de visión de futuro será difícil de olvidar por parte de clientes y empleados, muchos de los cuales ahora están sufriendo las repercusiones.

Por el contrario, el director ejecutivo de Marriott, Arne Sorenson, cuya actividad comercial y cuyos empleados se han visto muy afectados por la crisis, anunció que ni él ni su presidente cobrarían el sueldo correspondiente a 2020 y que reduciría a la mitad la remuneración del equipo ejecutivo. Se trata de un ejemplo de la integración de la empresa con sus empleados y en las sociedades donde opera. De manera similar, el director ejecutivo de Kenya Airways, Allan Kilavuka, y sus ejecutivos acordaron un recorte salarial de entre 75 y 80% de su sueldo, en solidaridad con todo el personal.

Pero ser una empresa basada en ese modelo en estos tiempos no se trata sólo de señales a corto plazo. Las compañías que sí adoptaron el capitalismo de los grupos de interés pueden permitirse ayudar mejor durante esta crisis, ya que su modelo de negocio es más sólido y sus alianzas con otras partes interesadas de la sociedad, como el Gobierno y el público en general, son más fuertes.

El gigante naviero Maersk es el mejor ejemplo. Está ofreciendo sus embarcaciones y su espacio de carga para el suministro de provisiones de emergencia en todos aquellos lugares del mundo donde se necesiten, manteniendo o creando rutas, aunque no sean necesariamente viables a nivel comercial. Puede hacerlo debido a la colaboración de distintas partes en la acción: su sede se encuentra en Dinamarca, uno de los países que más protege a los trabajadores y las empresas durante esta crisis, garantizando una parte significativa de sus salarios. El "contrato social" entre el pueblo, el Gobierno y las empresas de Dinamarca les permite ser resistentes y proactivos en tiempos de crisis.

De la misma forma Unilever, firma emblema del modelo de grupos de interés desde el mandato de Paul Polman, anunció el lunes una donación inmediata de 50 millones de dólares en jabón para COVID Action Platform. La plataforma fue creada como respuesta a la emergencia sanitaria mundial por el Foro Económico Mundial en alianza con la Organización Mundial de la Salud. El compromiso de Unilever es un testimonio de su larga relación con sus clientes en todo el mundo.

Ambos casos contrastan con muchas empresas minoristas y de alimentos en Estados Unidos, como McDonald’s, Subway o Kroger, que tienen miles de empleados sin cobertura sanitaria. Es un fallo tanto por parte del gobierno como de las compañías involucradas, que conducirá a un daño significativo a menos que el primero intervenga.

Este tipo de empresas entiende que una emergencia sanitaria mundial como la Covid-19 requiere que todos los actores de la sociedad se reorienten temporalmente hacia la respuesta de emergencia necesaria, y cuenten con la agilidad y la preparación para ello. No es ninguna coincidencia. Son las mismas firmas que estaban realizando programas de optimización para la prosperidad a largo plazo y que cultivaban el capitalismo de los grupos de interés. En estos momentos, así como cuando todo esto termine, debemos apoyar a estas empresas. Representan el modelo económico que nos permitirá sobrevivir hoy y, además, volver a prosperar el día de mañana.

Klaus Schwab es fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial.

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