Crear ilusión

En ocasiones me he referido al dictum del premio Nobel de Medicina o Fisiología en 1960, Peter Medawar, nacido en Río de Janeiro pero educado en Inglaterra, quien afirmaba que la economía no podía ser calificada como una actividad científica, puesto que no podía predecir. Muestras de la veracidad de este dictumquedan patentes a diario, y, desde luego, nuestro pasado reciente lo ha demostrado claramente. Por ello, a mi parecer, un número de cálculos y predicciones negativas de los especialistas en economía deben tomarse con cierto escepticismo y ojalá sean más positivos, ya que de otro modo el pesimismo se contagia de unos a otros, como estamos viendo estos días. Además, la crisis se está utilizando como excusa en muchos casos para evitar compromisos. Y tanto más cuantos más encuentros y cumbres se realizan. Pienso que encuentros como el de Davos, que está teniendo lugar estos días, son más que suficientes.

Desde mi punto de vista, en los momentos actuales es necesario, mejor dicho, vital, conseguir un cambio radical de actitud ante la crisis: hemos de pasar del pesimismo y la pusilanimidad por unas malas condiciones económicas, especialmente el paro, a un optimismo basado en la cooperación de todas las clases sociales. El momento que atravesamos no es ni comparable, en un orden de magnitud al menos, a la terrible situación española de 1939, terminada la Guerra Civil y las muchas ocasiones desde entonces, como bien describe el imaginativo Eduardo Serra en su reciente publicación «Las claves para transformar España», como consecuencia de su entrevista con más de ochenta personas preocupadas con Su Majestad el Rey Don Juan Carlos. No solo disponemos de una agricultura floreciente, sino que además se van mejorando las condiciones para la eficiencia en la distribución de mercancías, además, y por encima de todo, disponemos de una juventud mejor formada que nunca. Es cierto que esta juventud lo está pasando muy mal, como todos sabemos, que se encuentra desalentada pensando que muchos años de estudio no les van a facilitar un buen trabajo. Por ello, en el Consell Valencià de Cultura llevamos ya varios meses consultando a una serie de expertos, incluidos rectores de universidades, para conocer la egresión de los estudiantes universitarios. Así, se está redactando un informe, que lleva por título «La idoneidad de los estudios impartidos por las Universidades públicas valencianas para la empleabilidad de sus egresados».A modo de resumen, este informe es consecuencia de la preocupación expresada por este Consell sobre la posible discordancia entre los conocimientos y habilidades adquiridos por los alumnos para obtener los títulos emitidos por las universidades valencianas y su posterior capacidad para obtener y mantener un puesto de trabajo, en el que desarrollar de una manera eficiente dichos conocimientos y habilidades. El tema es muy complejo, porque en la «empleabilidad» de los egresados de las universidades influyen multitud de factores. La primera idea que debemos tener clara es que no se trata, en absoluto, de un tema «valenciano» o «español». El problema afecta a todos los países del mundo, probablemente con mayor intensidad a los países desarrollados y a los que tienen lo que se denomina una «economía emergente».

Si hay una conclusión evidente, es que los estudiantes poseen unos conocimientos que les favorecen la creación de puestos de trabajo novedosos y de una sociedad mucho más preparada y organizada en su conjunto para realizar un esfuerzo masivo y evitar que unos pocos cometan excesos. Como he repetido en ocasiones recientes, incluyendo el último artículo que escribí para el ABC, tras leer las obras de John Keynes, es necesario ahorrar, pero también gastar, y esto es algo que está en el ánimo de muchos, incluso en muchos economistas.

Hace pocos días me encontré en uno de los locales que frecuento a un amigo que me comentó la enorme caída de ventas que ha experimentado su negocio, y que atribuía al espíritu timorato que nos ha dejado la crisis. Incluso me comentó que sus hijos y nueras, que disfrutan de puestos de trabajo bien remunerados, debido al ambiente propiciado por la crisis habían disminuido sus gastos considerablemente. Esta actitud debe cambiarse. También otros contertulios se animaron a opinar y me contaron un chiste, que puede resumirse así: llegó un señor a un hotel y dejó al recepcionista un billete de cien euros, como adelanto, y fue a ver la habitación en que pensaba alojarse. A requerimiento del recepcionista, un botones acompañó al posible cliente a la planta. Mientras tanto, el recepcionista llamó a su carnicero y le entregó los cien euros para condonar sus deudas; el carnicero, a su vez, llamó al electricista con el mismo propósito, y así el billete de cien euros pasó por las manos de una serie de empleados hasta que llegó a una chica «de vida alegre», quien lo dejó de nuevo en el hotel para también saldar su deuda. Al señor que buscaba alojamiento la habitación no le gustó, y decidió no alojarse. Pese a ello, el dinero circuló, que es lo que se necesita más que nunca.

De momento, parece que, afortunadamente, el Gobierno va a controlar las gratificaciones salariales de las entidades financieras, al menos de aquellas que perciban ayudas para su subsistencia, y va a perseguir la mala administración de los fondos públicos. Pero hay muchas más entidades que pueden colaborar. Así, por ejemplo, quiero recordar que hace ya más de medio siglo el profesor Pedro Laín Entralgo dijo que España podía permitirse el lujo de exportar científicos (y había muy pocos entonces) e importar jugadores de fútbol, lo que en su momento le costó su cese como rector de la Universidad Complutense. Creo que desgraciadamente el momento actual corrobora el dictumde Laín Entralgo. Quizá, y aun a riesgo de enfrentarme a muchos de mis compatriotas, pues sé que el fútbol despierta pasiones, creo que es otro sector que debiera ayudar, ya que los jugadores tienen mucho entusiasmo y pueden crear ilusión; además, tengo entendido que perciben salarios tan cuantiosos como los de los banqueros. Estoy seguro de que si se les pidiese o indicase, responderían con su espíritu deportivo, lo que sería muy de agradecer y eficiente.

Acabo de terminar una entrevista mediática y les he comentado algo de lo que indico en este artículo, y a ellos también he pedido su ayuda.

Por Santiago Grisolía, presidente ejecutivo de los premios Ray Jaime I.

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