Crecer con lo que crece

Llevamos demasiado tiempo considerando que sólo resultan importantes las mercancías y su consumo. Sin embargo nada empieza ni acaba en nuestras tiendas o mesas. Ni mucho menos en las fábricas y los vertederos. Demasiadas realidades fundamentales quedan olvidadas con esta actitud. Entre otras la procedencia y el destino de todo lo utilizado en nuestras vidas. Venir de e ir a resulta crucial, mucho más que quedarse momentáneamente en. El desconocimiento del origen nos lleva al desastre de la incultura generalizada en casi todo lo relacionado con el mundo rural y natural. Nuestras procedencias.

Desentenderse del destino es ya declarada catástrofe: la de la contaminación; el cambio climático; el despilfarro; las islas de plástico en los océanos; y un costoso y nunca eficiente control de las basuras. Apenas están valorados los daños que para la salud del planeta y la economía real, por cierto inseparables, provocan los residuos que son la primera producción en cuantía de las sociedades industrializadas. La cuarta parte del kilo y medio de residuos que casi todos los españoles generan diariamente está formado por lo más fugaz del comercio: los embalajes, envoltorios y envases. Si queremos solucionar realmente el despropósito será menester acudir al principio: a los componentes básicos.

Es lo que se propone el Senado a través de la petición realizada al Gobierno para la creación de un Grupo de Trabajo que acabe en medidas que exijan componentes y materiales responsables con el medio ambiente en la fabricación de cajas, envoltorios y contenedores. Demasiado coste en energía y materias primas, tantas veces contaminantes, se emplean en fabricar la piel de los productos comercializados. Lo que se impone es un poco más de sensatez. En concreto, nos referimos a que todo esté envuelto con materiales limpios y que no agoten los recursos. Se busca la implantación de los embalajes sostenibles, cuyo reciclado resulta mucho más barato y limpio.

Conviene insistir: que las materias primas usadas para todo tipo de envase procedan de lo que los procesos naturales renuevan cíclicamente es el encomiable y urgente propósito del Senado. Ya lo avanzaba la Ley de Residuos: embalaje sostenible es el fabricado con materias primas renovables, biodegradables y reciclables. De entrada, desterraría los derivados del petróleo, nuestra más cara y peligrosa dependencia, para recurrir a los del árbol. En concreto a la madera, el papel y el cartón. Supone prácticamente la antítesis del modelo actual, ya que el bosque fija carbono y los derivados de los hidrocarburos lo liberan con las consecuencias de todos conocidas. Es más, los embalajes y cajas hechos a partir de papel como materia prima demandados hoy por la sociedad y el ambiente crearían muchos más puestos de trabajo y ahorrarían un notable porcentaje de los presupuestos municipales en la gestión de las basuras.

Si se implantan los embalajes sostenibles en la distribución comercial, como pide la más elemental racionalidad, quedará demostrado uno de los principios de la economía vivaz o ecológica. Nos referimos a que resulta posible que, en lugar de que arrecien el cambio climático y los residuos incontrolados, crezcamos con lo que, todos los años, crece de forma limpia sobre nuestros suelos.

Joaquín Araújo es escritor y naturalista. Dos veces Premio Nacional de Medio Ambiente y Premio Global de la ONU.

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